El yogur natural sin azúcares añadidos es uno de los alimentos más sanos que podemos encontrar en el supermercado. O, al menos, lo era. Hace algún tiempo que la industria decidió combatir el sabor amargo tradicional de este producto rico en probióticos añadiéndole azúcar, de ahí que muchos nutricionistas no recomienden algunas variedades. Este hecho ha provocado que la gran mayoría de yogures que encontramos en los establecimientos tenga un exceso de este ingrediente cuyo consumo debemos reducir al máximo, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). Así lo han señalado distintos estudios científicos en los últimos años.
Sin embargo, no todo está perdido. En los supermercados podemos seguir encontrando variedades de yogur con un perfil más que interesante para la salud. Se trata de opciones que, por lo general, tienen un precio más bajo que otras que se anuncian a bombo y platillo y prometen beneficios que no siempre han sido demostrados. "Se ha observado recientemente (y el hallazgo se repite de un estudio a otro con pertinencia) que el consumo de yogur se asocia a un menor riesgo de obesidad central (abdominal)", explica Miguel Ángel Martínez-González, catedrático de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad de Navarra, en su libro ‘Salud a ciencia cierta’ (Planeta, 2018).
Martínez-González advierte que, para que la reducción de peso se produzca, es "imprescindible" que el yogur nunca sustituya a la fruta como postre. "Y hay que vigilar en las etiquetas de los yogures cuánto azúcar tienen, porque en algunos casos vienen cargados de esta sustancia. Importa más la cantidad de azúcar que la cantidad de grasa que tengan", remacha. "No sabemos bien por qué la grasa del yogur, a pesar de ser saturada, no presenta efectos adversos".