Una dieta sana y equilibrada, hidratarse bien, dormir suficientes horas de sueño de calidad y hacer suficiente ejercicio físico serían los pilares básicos que cualquier profesional de la salud recomendaría a cualquier individuo en España. Parecen pautas muy básicas y fáciles de entender y explicar, pero no lo son.
Aunque existen una enorme variedad de "alimentos saludables" que prácticamente cualquier persona sabría reconocer, muchas guías nacionales e internacionales son poco claras y pecan de ser demasiado básicas: la variedad en los alimentos es confusa, las cantidades totales también lo son, y no todos los individuos tienen por qué necesitar la misma cantidad de nutrientes en su día a día. La panacea de la 'dieta equilibrada' es una generalización compleja, como indican varios estudios.
Recientemente, un grupo de profesionales de la psicología de la Universidad de Swansea (Reino Unido) han analizado las dificultades que suele tener la gente para entender y explicar lo que sería realmente una "dieta equilibrada", publicando sus hallazgos en The Conversation.
En teoría, las guías alimentarias recomiendan como pilar básico de la dieta la "variedad" en los alimentos, con el objetivo de obtener diferentes nutrientes. La variedad beneficiaría a la salud al reducir los riesgos asociados a la desnutrición o al déficit de un nutriente particula. De esta manera se evitaría la debilidad muscular, la afectación de la movilidad o el riesgo de diversos tipos de enfermedades en general.
Sin embargo, el término "variedad" suele ser confuso y simplista: además de la variedad en los alimentos generales, también la hay dentro de las mismas comidas. De hecho, es muy común consumir varios tipos de grupos alimentarios en un solo plato, o diferentes grupos alimentarios entre una y otra comida, o alternando entre diversos días. Todos estos parámetros son cuantificables, como bien sugieren los estudios.
Pero, además, otros trabajos han sugerido que la variedad también puede entenderse en otros aspectos dentro del mismo grupo alimentario, como es su apariencia, sabor, textura u olor: una tarta de chocolate y una tarta de fresa sería una forma de variedad (diferente sabor), a pesar de tener un perfil nutricional muy similar y pertenecer al mismo grupo de alimentos.
Cómo entendemos la variedad
En este estudio reciente, se trató de analizar si realmente las personas que viven en Reino Unido reconocen la variedad de alimentos y cómo la definen. En este caso, se pidió a los participantes que explicasen la variedad de los alimentos tal y como la percibían tras ver una serie de fotografías con diversos grupos alimentarios.
Por ejemplo, se les enseñó pasillos de supermercados con diferentes marcas de alimentos, comidas compuestas por múltiples alimentos de diferentes grupos, platos combinados y alimentos con diferentes tipos de sabores, colores y texturas; además de ensaladas con una mezcla diversa de verduras o pizzas con diferentes ingredientes.
Aunque algunos de los participantes tuvieron diferentes puntos de vista sobre los diferentes tipos de variedad analizables, la realidad es que tendían a definir y fijarse solo en la variedad como las diferencias entre grupos de alimentos dentro de una dieta completa. Es decir, la definición de la población británica coincidiría con la variedad alimentaria que indican las recomendaciones dietéticas.
Estos resultados sugerirían, según las investigadoras, que la mayoría de la población darían menos importancia a la variedad en las comidas de forma aislada, centrándose más en lograr una variedad y equilibrio en la dieta general del mismo día. Se entendería la variedad como equilibrar los consejos dietéticos de las guías dentro de todo el conjunto de alimentos consumidos, y no solo dentro del mismo plato o comida de forma aislada.
Sin embargo, inciden, sería importante pensar también en la variedad dentro de la misma comida, dado que estudios anteriores sugerirían que las personas comen más cuando las comidas y los alimentos difieren en apariencia, sabor y textura dentro del mismo plato. Cada característica aumenta el interes de una comida, retrasando la sensación de saciedad que nos llevaría a dejar de comer.
En otras palabras, la variedad dentro del mismo plato interrumpiría el proceso de "saciedad sensorial específica", aumentando el riesgo de comer en exceso. Por ello, recuerdan, comer una amplia variedad de grupos alimentarios (exceptuando el caso de frutas y verduras) se habría relacionado con un peso corporal más elevado, lo que a su vez aumentaría el riesgo de enfermedades.
En este caso, si bien es cierto que la variedad entre comidas sería necesaria para alcanzar el nivel de nutrientes necesario, su utilidad sería mayor al comer frutas y verduras, dado que son alimentos con menor densidad calórica y a su vez más densos nutricionalmente en comparación a otros grupos. Sin embargo, si se ingieren otros grupos alimentos ricos en calorías variando entre ellos, la "variedad" sería incluso perjudicial.
Así pues, como conclusión, las investigadoras sugieren que las pautas dietéticas deberían ser más específicas cuando hablan de variedad en los alimentos, haciendo hincapié en potenciar dicha variedad en determinados grupos alimentarios y no tanto en otros: no todos los alimentos son iguales, ni a nivel valórico, ni en densidad nutricional. Si no se entiende bien la variedad y su potencial, puede ser un riesgo más que un beneficio.