Los cazadores de novedades están de enhorabuena tras haber avistado en Guadalajara un nuevo producto de la marca Hacendado en los estantes de congelados, la piña natural en trozos. En puridad, no se trata de un lanzamiento, ya que este formato ya estaba disponible con anterioridad en otras localidades. Sin embargo, su extensión al resto del territorio es una buena ocasión para reivindicar una alternativa saludable a la fruta fresca que a menudo sufre de una mala fama inmerecida.
Efectivamente, siempre es preferible adquirir fruta de temporada y de proximidad. Es una garantía del mantenimiento de sus propiedades tanto organolépticas como saludables, con beneficios para el medio ambiente y los pequeños productores. Con cultivos exóticos importados, sin embargo, esto no es siempre fácil. En España, la piña se cultiva principalmente en Canarias y partes de Andalucía, pero la mayoría de la que consumimos es importada: unas 170.000 toneladas llegan anualmente a nuestro país, la principal importación de fruta, solo superada por el plátano y la manzana.
Efectivamente, la producción de piña en Europa es ínfima en comparación con la del Sudeste asiático, África y América Central y del Sur. Aunque exista una variedad 'Española roja', esta se cultiva en el Caribe. Por tanto, la gran mayoría de las piñas frescas que podemos adquirir de frutería ya han recorrido un largo camino. Aunque su precio se ha abaratado mucho, las dificultades para su importación la relegaron durante siglos a 'manjar para ricos', y todavía puede sufrir radicales vaivenes de precio como ocurrió en 2015, cuando se encareció hasta un 80% por las inundaciones que anegaron los cultivos en Costa Rica.
Por otra parte, las alternativas para 'popularizar' la piña y hacerla más asequible han pasado históricamente por las conservas, como el almíbar, "una mezcla de azúcar y agua que se cuece hasta que esta coja consistencia". Esta clase de productos deben considerarse dulces, más sanos que otros, sí, pero en ningún caso sustitutivos de la fruta fresca y entera. Además, las vitaminas, en especial la B y la C, el potasio y otros minerales se pierden al convertirse en fruta en almíbar, sacrificando una parte importante de su densidad nutritiva.
Esta clase de procesados tradicionales ha podido inducir en el consumidor la idea de que la fruta congelada también estropea las vitaminas y antioxidantes originales, pero se trata de un mito. La fruta se congela a muy bajas temperaturas imediatamente después de cosecharse, por lo que se mantiene esencialmente intacta, según comprobó un trabajo de junio de 2017, publicado en el Journal of Food Composition and Analysis. De hecho, llega en ocasiones en mejores condiciones de conservación que una pieza fresca que ha hecho un largo viaje transatlántico en una bodega de carga.
El producto de Hacendado es '100% fruta', lo que le hace merecedor de una 'A' en el semáforo nutricional Nutriscore y de la primera categoría en la clasificación NOVA, lo que indica que es un producto no procesado, más allá del corte y la congelación y por tanto sin aditivos. El portal de análisis nutricional independiente Openfoodfacts nos informa de que es un producto bajo en calorías y carente de grasas, aunque con 12 gramos de azúcar. Al tratarse de fruta natural cortada y no batida, sin embargo, no deben inquietarnos: son azúcares intrínsecos, que al contrario que los libres y los añadidos, ni son perjudiciales ni nos hacen engordar.
Si sumamos que la piña en fruto resulta engorrosa de pelar y preparar para muchos, y que comprarla fresca y cortada conlleva problemas de conservación y medioambientales, la piña congelada en trozos es una buena opción para tener a mano y añadir a tentempiés y desayunos, y para emplear en toda una gama de recetas saludables a las que podemos recurrir, como las ensaladas o carnes magras. La piña desecada que también vende Mercadona es otra posibilidad, pero hay que tener en cuenta que, al eliminar el agua, cada trozo de piña resulta mucho menos saciante y puede llevarnos, esta vez sí, a comer más de la cuenta.
Y es que más del 85% de la piña es agua, el verdadero motivo por el que se la asocia a dietas: ayuda a reducir el apetito y a saciar a los golosos de forma saludable, además de tener propiedades diuréticas. Esta fruta es, efectivamente, hipocalórica, pero no cabe atribuirle propiedades milagrosas como la de las 'calorías negativas': la posibilidad de 'adelgazar comiendo' es un mito.