La echinácea o equinácea de hoja estrecha, Echinacea angustifolia, es una planta herbácea de la familia Asteraceae nativa de Norteamérica y famosa en todo el mundo por sus propiedades medicinales inmunomoduladoras, antivíricas y antibióticas. De sus 23 especies solo diez son aptas para el consumo humano y es la purpúrea la más conocida y empleada en Europa, considerada un superalimento esencial para prevenir y combatir los catarros y la gripe, aunque veremos más adelante que las evidencias en ese sentido son menos de las que su gran publicidad nos ha hecho creer.
Raíces, hojas, flores y tallos de la echinácea se han empleado desde hace siglos para tratar gran variedad de infecciones tanto en personas como en animales y sus defensores la han rebautizado como "la hierba predilecta del sistema inmunitario". Sus componentes contribuyen a aumentar el número de glóbulos blancos y el ritmo de su actividad. Además, su consumo está especialmente indicado para las mujeres por sus fitoquímicos de alta calidad vitales para el cuidado del organismo femenino como el calcio, el hierro, el magnesio, fósforo, potasio, selenio, zinc, vitaminas del tipo B y vitamina C.
Los antioxidantes de alto valor que posee la echinácea, como el beta caroteno, protegen a las células del daño de los radicales libres y las agresiones víricas evitando, por lo tanto, su envejecimiento prematuro y vulnerabilidad ante diversas patologías. Además, algunos estudios apuntan a que los beneficios de esta planta medicinal podrían ir encaminados también a aliviar distintas dolencias como la estomatitis (infección de boca y labios), herpes bucal, quemaduras, reacciones en la piel como acné o desmatitis, e infecciones urinarias, bronquitis y picaduras de insectos.
La Agencia Europea del Medicamento (EMA) admite el uso tradicional de la echinácea, de forma tópica, para tratar heridas externas o superficiales por sus cualidades cicatrizantes. La planta favorece la formación de tejido de granulación, que es el responsable de la curación de las heridas y que sumado a sus beneficios antivíricos la convierten en un remedio eficaz para quemaduras, eccemas y otros problemas de la piel. La Cooperativa Científica Europea de Fitoterapia (ESCOP) también ha aprobado su uso en infecciones del tracto urogenital como la cistitis o la uretritis.
La echinacia y el catarro
La lista de fármacos y remedios que aseguran aliviar los síntomas del catarro es casi infinita. La humanidad quiere librarse de la congestión, la rinorrea —goteo nasal—, la tos y los estornudos a toda costa, sobre todo en este contexto pandémico; pero no es oro todo lo que reluce. Es por ello que investigadores de las universidades de Ghent (Bélgica) y Queensland (Australia) han publicado un trabajo en el que analizan su evidencia científica para publicar una guía definitiva.
En el caso concreto de la echinácea, que es uno de los productos estrella de herbolarios cuando llega el otoño por su fama para combatir los enfriamientos, no ha demostrado mejorar los síntomas generales. La evidencia científica detrás de su eficacia es limitada y de mala calidad, apuntan. Tampoco se ha establecido una dosificación adecuada y afirman que los ensayos sobre sus propiedades analgésicas y antibacterianas han probado tener fallos posteriormente. De hecho, uno de los estudios que esgrimen sus seguidores se formuló hace más de tres décadas con apenas 227 personas, una muestra escasa.
Cómo tomar echinácea
La echinácea se consume como un complemento en tabletas, cápsulas o en diversas formas líquidas, siempre siguiendo las cantidades indicadas por los distribuidores. Normalmente no causa efectos secundarios, pero se desaconseja su uso en personas con alteraciones del sistema inmunitario, hepatías, embarazadas o lactantes. La Comisión E alemana recomienda no emplearse en personas con tuberculosis, colagenopatías, esclerosos múltiple o síndrome de inmunodeficiencia adquirida. Lo ideal, como ocurre cuando la evidencia no es suficiente, es que antes de introducirla en nuestra dieta consultemos con nuestro especialista.
Entre las formas de introducirla enumeramos las gotas, que pueden tomarse disueltas en agua o zumos; la infusión, que puede hacerse con hojas frescas; la decocción de raíz que puede emplearse para realizar gárgaras; la tintura, el extracto de principios activos tras un proceso de maceración, y también en cremas o ungüentos que se aplican directamente sobre la piel para procurar alivio a las distintas erupciones.
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