Antaño llamada el 'oro indio', porque podía venderse en Europa como una alternativa más barata al demandado azafrán, la cúrcuma (Curcuma longa) ha adquirido en las últimas décadas un estátus casi místico como 'superalimento', al que se le atribuyen propiedades antiinflamatorias y potenciadoras del sistema inmunológico. La realidad es que el extracto de cúrcuma todavía no ha demostrado tener aplicaciones sanitarias consistentes, pero cocinar con esta especia, por otra parte, parece estar vinculado con algunos beneficios para la salud.
¿Qué hay de cierto y qué hay de mítico en todo ello? La Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) plantea una revisión del producto en un reciente artículo. Empecemos por conocerla: la cúrcuma es "una planta perenne herbácea que tradicionalmente se ha empleado, además de como especia, como planta medicinal", explican. Lo que consumimos es una ralladura de su rizoma o raíz, y su cualidad más notoria es la de servir de colorante en recetas tradicionales de la gastronomía asiática, como los currys.
"Aconsejamos emplearla solo como condimento, dentro de una dieta variada, a no ser que un médico prescriba algún medicamento que contenga extracto de cúrcuma entre sus ingredientes", explican desde la OCU. "La cúrcuma se ha utilizado contra la dispepsia y para tratar problemas de piel y de hígado. De hecho, en atención a su uso tradicional, en España se comercializan medicamentos que en su composición incluyen extracto de cúrcuma".
El componente de la especia que concentraría sus propiedades terapéuticas, la curcumina, un polifenol cuyo extracto se ha ensayado como antiinflamatorio para ayudar a combatir patologías biliares o la artritis. "Lamentablemente, a día de hoy, y a pesar de lo que pretenden sus partidarios, los estudios sobre esos beneficios de la curcumina no son concluyentes. Además, la curcumina apenas supone un 5% de la raíz de la cúrcuma", precisan desde la organización.
De hecho, existen sospechas de que la curcumina como aditivo por separado puede suponer un riesgo hepático. "En 2019 en Italia se paralizó la venta de varios lotes de una marca de suplemento de cúrcuma porque consideraron que podía ser el posible causante de varios casos de hepatitis. Esa alarma también se extendió a Bélgica. Lo cierto es que los casos de hepatitis por consumo de suplementos de cúrcuma no son algo nuevo y están en estudio".
En ése sentido, la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) no ha reconocido por ahora ninguna de las propiedades que se atribuyen a la cúrcuma, y aboga por una limitación del uso de la curcumina como aditivo, que aparece bajo el código E-100. "Propone un tope para no correr riesgos: una ingesta diaria admisible (IDA) de 210 mg/día para un adulto con un peso corporal de 70 kg", explica la OCU.
La autoridad española, representada por el Comité Científico de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN), también ha evaluado el riesgo del consumo de complementos alimenticios que contienen curcumina como ingrediente, recuerdan. Estas son algunas de sus conclusiones:
La ingesta diaria admisible (IDA) establecida para la curcumina cuando se usa como aditivo también es aplicable a cuando se usa como ingrediente en complementos alimenticios.
Sin embargo, en los complementos puede haber, aparte de la curcumina, otros curcuminoides. Por tanto, no sirve esa IDA para la suma de todos ellos.
La curcumina impide la correcta absorción del hierro. No hay evidencia de que su consumo esté libre de efectos adversos en menores de 18 años.
Esta sustancia y y sus metabolitos se transfieren a los bebés a través de la leche materna. No se ha podido identificar cómo afectarían los complementos que contienen curcumina durante el embarazo y la lactancia.
Por precaución, la AESAN recomienda:
A los menores de 18 años, mujeres embarazadas y lactantes: evitar el consumo de complementos que contengan curcumina.
A los fabricantes de complementos alimenticios: que indiquen en la cantidad de curcumina en la etiqueta del producto.