En un famoso artículo de The Conversation, Bob T. Roser, investigador de genómica y salud en FISABIO, hablaba de la paradoja del nitrato. "Las sales de nitrato añadidas a carnes como conservante están asociadas al cáncer y otras enfermedades. Sin embargo, más del 80% del nitrato que ingerimos viene de verduras y frutas, consideradas anticancerígenas y promotoras de una mejor salud y longevidad".
El nitrato que contienen naturalmente las verduras y frutas se convierte en óxido nítrico en el cuerpo con la ayuda de la microbiota oral, explicaba, el especialista. Esto "disminuye la tensión sanguínea, aumenta el rendimiento deportivo, mejora la función endotelial, y podría revertir el síndrome metabólico y tener efectos antidiabéticos".
Sin embargo, cuando se aplican nitratos a la carne procesada para mejorar su vida útil o darle un color apetecible, como ocurre con el jamón de York, se convierte en nitritos, que matan a las bacterias e impiden que se deteriore, pero también perjudican a los microorganismos beneficiosos de nuestra microbiota.
Los nitritos también aparecen cuando los vegetales ricos en nitratos se modifican para elaborara cremas o purés. El pasado octubre, la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (Aesan) recomendó limitar la ingesta de purés de vegetales de hoja verde a niños menores de tres años, ya que "compiten con el oxígeno para unirse a la hemoglobina, pudiendo dar lugar a metahemoglobinemia" o "síndrome del bebé azul".