En los últimos años hemos pasado de escuchar que la leche es imprescindible a que es mejor evitarla. De pequeños, los padres en España nos insistían en que había que beberla para tener los huesos fuertes y, sobre todo, ser más altos de mayores. Sin embargo, con el tiempo empezaron a escucharse mensajes sobre que la leche entera no es saludable, que sienta mal o, incluso, que no tiene sentido que los adultos la consuman.
Una cosa es segura: la leche es una fuente de proteínas y de calcio. Estos nutrientes son muy importantes para la salud y, concretamente, para la de huesos y músculos. Eso sí, estas sustancias no son exclusivas de esta bebida y, por tanto, hay otros muchos alimentos de los que podemos tomar estas sustancias importantes. Las legumbres, por ejemplo, son una gran fuente de proteínas saludables y las almendras, de calcio.
Aunque tomar leche es una manera fácil y rápida de tomar estos nutrientes, las personas a las que les sienta mal o, simplemente, a la que no les guste, no tienen nada que lamentar; su dieta puede ser tan saludable como la de quienes sí toman leche. En este sentido, este artículo de EL ESPAÑOL explica que la extendida recomendación de tomar tres lácteos al día para mantener la buena salud es, en realidad, un mito.
Tolerancia a la lactosa
Las personas a las que la leche les sienta mal suelen ser intolerantes a la lactosa. Esta sustancia de la leche es un tipo de azúcar que se digiere gracias a la acción de una enzima llamada lactasa. Cuando somos pequeños, nuestro cuerpo posee una buena cantidad de lactasa y, gracias a ella, los bebés digieren la leche materna sin problema. Según maduramos, la producción de lactasa baja y, por eso, hay quien dice que no deberíamos tomar leche.
Sin embargo, la mayoría de adultos en España conservan una producción de lactasa suficiente para poder consumir esta bebida. De hecho, la leche que se comercializa como sin lactosa tiene truco: en realidad, sólo le han añadido lactasa para que la lactosa se descomponga en azúcares más simples, tal y como sucede en el organismo de las personas que son tolerantes a este componente.
Quienes son intolerantes a la lactosa padecen hinchazón y gases en el sistema digestivo, además de posibles vómitos y diarreas. Esto se produce porque si la lactosa no se descompone en el intestino delgado con la lactasa, llega hasta el colon y la pared intestinal no la absorbe. En este caso, las bacterias que habitan en este área de nuestro organismo interactúan con este azúcar, provocando los desagradables síntomas.
Entera o desnatada
Sobre la leche también se dice que la que es entera es menos saludable. Esto se debe a que contiene un mayor número de grasas que proceden de la nata y que, además, están formadas por una mayor proporción de ácidos grasos saturados. Sin embargo, los últimos estudios apuntan a que las grasas saturadas que proceden de los lácteos no tienen el mismo efecto negativo para la salud que las que provienen de otras fuentes.
De hecho, la leche entera contiene una mayor cantidad de nutrientes saludables porque en la producción de leches desnatadas o semidesnatadas se pierden algunas vitaminas y minerales. Eso sí, la leche entera es más calórica y, por tanto, para las personas con riesgo cardiovascular pueden ser más interesantes estas versiones con una menor cantidad de grasa en su composición.
Abandonar el consumo de leche durante un mes, por lo tanto, sólo presenta beneficios para las personas que son intolerantes a la lactosa y que lo ignoran. Dejar de tomar leche si nos sienta bien no tendrá grandes efectos en nuestro organismo y, de hecho, es perfectamente posible vivir sin ella si obtenemos el calcio y las proteínas de otros alimentos que contienen estos nutrientes.