Aunque el consumidor se ha acostumbrado a asociar los alimentos procesados con un patrón dietético insano, es importante subrayar que algunos tratamientos que recibe la comida no solo no son nocivos, sino que son indispensables. Es lo que ocurre con la pasteurización, una técnica que permite eliminar los microorganismos potencialmente patogénicos, y que a día de hoy ni siquiera necesita recurrir a las altas temperaturas si eso afecta a la calidad gastronómica del producto.
Los alimentos que han recibido este mínimo nivel de procesamiento pueden comercializarse envasados pero conservando unas propiedades organolépticas a la altura del producto fresco. Como contrapartida, hay que consumirlos en un plazo de 24 horas una vez abiertos, ya que se deterioran rápidamente en contacto con el aire incluso si los guardamos en la nevera.
Gazpachos y salmorejos embotellados se han convertido en algunos de los productos en este formato más populares para los supermercados, pero como nos recuerda el médico y divulgador Carlos Casabona, también hay alternativas del lado de la proteína. Comentando con ironía que "alguna vez toca hablar bien de la Industria Alimentaria", nos presenta una vinagreta realizada rápidamente con un nuevo producto de ALDI, el mejillón pasteurizado. "Una comida segura, sabrosa, asequible y nutritiva", destaca.
Efectivamente, estos moluscos ya vienen precocidos, y se pueden consumir directamente "en su jugo", tal y cómo salen de la bolsa; en una vinagreta, según la opción de Casabona; o "con una pincelada de mayonesa" como sugiere la etiqueta. Por 2,79€, encontramos 30-40 piezas por cada bolsa de 1kg. El marisco ha sido criado en Galicia, y envasado y preparado por Freskibo, empresa con sede en Girona.
La etiqueta nutricional también nos muestra por qué los mejillones son una excelente opción: por 100 gramos de producto obtendremos más de 18 g. de proteína, cuando un adulto de unos 68 kilos de peso necesitaría 54 gramos diarios. Es una forma poco calórica de conseguir ese objetivo, ya que esa misma cantidad apenas aportaría 112 kcal y apenas 2,7 gramos de grasa. El contenido de hidratos es también muy escaso, y solo habría que computar casi un gramo de sal para no exceder los cinco diarios que recomienda como máximo la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Según el Informe del Consumo Alimentario en España, elaborado por el Ministerio de Agricultura, en 2018 cada ciudadano tomó 1,13 kilos de mejillones, lo que los iguala en popularidad a las almejas o los berberechos. Y el cultivo en bateas en las Rías Gallegas representa el 40% de la producción europea y hasta el 15% de la mundial, unas circunstancias favorecidas por "la combinación de aguas de cálidas temperaturas y una elevada producción primaria", según la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU).
Además, según la Federación Española de la Nutrición (FEN), el mejillón también destaca por tener un interesante aporte de fósforo, yodo y hierro. En el caso de este último mineral, "contiene 4,5 gramos por cada 100 gramos de mejllón y es superior incluso al de muchas carnes como la de cerdo o tener, si bien hay que tener en cuenta que los mejillones se consumen en cantidades inferiores a las carnes, y con menos frecuencia".
Los mejillones pasteurizados y envasados se pueden añadir como fuente de proteínas a platos de legumbres y arroces, como recomendaba el Dietista-Nutricionista Aitor Sánchez, y son una alternativa mejor, auque más perecedera, que las latas de mejillones en escabeche. Esto se debe, también según la FEN, al "incremento del contenido en grasa de dicha preparación (12 gramos de lípidos en 100 gramos de porción comestible)", aunque son grasas cardiosaludables ya que se debe en gran parte a los "ácidos grasos poliinstaurados".
"Respecto al contenido en minerales, en los mejillones en escabeche se ve ligeramente disminuido el aporte de hierro y calcio, y aumentado el de sodio y potasio, quedando prácticamente igual el del resto de los oligoelementos analizados", concluía su análisis comparativo la Fundación. Por último, el cultivo en bateas reduce otro problema indisociable al consumo de pescado y marisco: el problema de los microplásticos, que es más prevalente en las especies recogidas mar adentro, cerca del fondo marino donde es más prevalente esta contaminación.