El sudor puede ser un problema no sólo en verano con las altas temperaturas, la propia actividad cotidiana de caminar o moverse, junto al calor propio del cuerpo generado por la consumición de energía, pueden hacer que sudes de más y manches las prendas o que incluso el desodorante te abandone. No culpes al termóstato de la oficina o a la genética, los culpables pueden ser los alimentos que consumes.
"El efecto termogénico de los alimentos implica que al degradarse generen calor, sucede con los hidratos de carbono, las proteínas y las grasas. El organismo siempre tratará de mantener estable la temperatura corporal, por tanto, el sudar es una forma de liberar ese exceso de calor", explica a EL ESPAÑOL María Carmen Japaz, dietista y nutricionista. Esto es normal y fisiológico, pero generalmente, el exceso de algunos componentes de los alimentos está implicado en la sudoración excesiva.
Cuando se habla de sudor, no todo es malo. Aunque esta excreción podría desempeñar un papel perjudicial en diversas enfermedades alérgicas de la piel, también está involucrada en el mantenimiento de la hidratación de la piel y en sus respuestas inmunitarias específicas, según un estudio de la Escuela de Medicina de la Universidad de Kyorin, Japón. Los investigadores nipones revelan que el tratamiento de diversas enfermedades inflamatorias, caracterizadas por piel seca, debe dirigirse principalmente a prevenir la fuga de sudor hacia la dermis y epidermis, asegurando así la hidratación natural de la piel.
La sal
Según explica la nutricionista, el exceso de sal (cloruro sódico), implica un exceso de sodio en el organismo. Siempre se busca la homeostasis (equilibrio del medio interno), por tanto, el cuerpo tratará de normalizar los niveles de sodio a través de la sudoración y de una mayor producción de orina.
Ultraprocesados
Los alimentos grasos y ultraprocesados implican un mayor trabajo por parte del aparato digestivo. Este sobreesfuerzo se presenta en forma de sudor. Además, cuando se ingiere un alimento rico en grasa o hipercalórico, el organismo busca la forma de digerirlo y quemarlo, provocando un aumento de la transpiración a causa de una elevada temperatura corporal.
Lácteos
El queso, como alimento graso, implica un mayor gasto calórico en su digestión y aprovechamiento. Lo recomendable para consumir lácteos mitigando la sudoración excesiva es haciendo las tomas a lo largo del día, recurriendo a comidas ligeras.
La cafeína y teína
La cafeína estimula el sistema nervioso central, lo que implica un incremento de la frecuencia cardíaca y de la tensión arterial, además de una estimulación de las glándulas sudoríparas, que responden produciendo más sudor. Ocurre de la misma forma con la teína, si además, se consumen algunas de estas bebidas calientes, se contribuye al aumento de la temperatura corporal con el consiguiente extra de sudor.
Condimentos picantes
Los alimentos picantes contienen capsaicina, sustancia que crea una sensación de ardor al entrar en contacto con los tejidos; aunque en realidad este es el efecto deseado por los amantes del sabor picante. En una investigación realizada por científicos de la Universidad de Aarhus, Dinamarca, revela que la capsaicina tiene la capacidad de aumentar la tasa metabólica del organismo, influyendo en el proceso por el cual las células convierten la energía en calor, la termogénesis, y la temperatura corporal, durante un corto período de tiempo. Aumentando así la sudoración.
Azúcar
Al comer dulces en exceso, el páncreas produce un pico de insulina con el que poder asimilar la elevada dosis de azúcar, provocando una posterior bajada de azúcar en sangre conocida como hipoglucemia. "Unas circunstancias que vienen acompañadas de sudoración", destaca Japaz. Además, este tipo de alimentos son más difíciles de digerir, como ocurre en el caso de los ultraprocesados e hipercalóricos, ejerciendo este doble efecto sobre la potencia con la que se excreta el sudor.
Alcohol
El alcohol, como vasodilatador, al dilatar los vasos sanguíneos, aumenta la capacidad del cuerpo de absorber el calor exterior, algo que, si se suma al aumento del nivel de azúcar en sangre, se tiene el cóctel perfecto de sudoración excesiva. Además, el cuerpo trata de metabolizar el alcohol a través del hígado, al que hace trabajar de más y, como todo proceso metabólico, contribuye a la temperatura corporal.
Alimentos ricos en proteínas
Las proteínas también tienen efecto termogénico en nuestro organismo. Si el consumo es excesivo, se acumula en sangre una sustancia que proviene de la degradación de las mismas, la urea. "En concentraciones elevadas puede resultar tóxica, por tanto, se activan los mecanismos para ser expulsada a través del sudor y de la orina", sentencia la nutricionista.
Además de evitar algunos de los alimentos citados y vigilar la sal en las comidas, beber agua es clave para mantener el cuerpo hidratado y fresco, sobre todo en verano, cuando la temperatura del exterior es alta. De esta forma, el cuerpo podrá acostumbrarse a sudar lo justo y necesario sin excesos.