Popeye no estaba equivocado, las espinacas son unas de las verduras más nutritivas que hay. Su cóctel de nutrientes contribuye a la salud intestinal y cardiovascular y según la Fundación Española de Nutrición (FEN), contienen un 90% de agua y un 6,3% de fibra, por eso cuando se fríen se quedan en menos de un cuarto de lo que eran.
Estas verduras están ricas con casi todo, son muchas las personas que deciden combinarlas con queso, dando lugar a un sabroso mejunje que, por muy saludable que parezca, oculta contraindicaciones para la salud del organismo. El problema es la unión de oxalato, muy presente en las espinacas, y el calcio del queso.
En nutrición, no sólo son importantes los nutrientes, también su combinación. Por ejemplo, el hierro necesita de la vitamina C para su correcta absorción y en casos como el de las espinacas y el queso, la combinación de los nutrientes de ambos productos puede resultar en que el organismo no asimile uno de ellos y encima termine en una reacción adversa.
Hay que empezar primero por hablar del oxalato, una sustancia que si se une al calcio en los riñones, puede inducir una reacción en el cuerpo tan nefasta que el dolor que provoca es de los más intensos que puede soportar el ser humano.
En el umbral del dolor, los cálculos renales se acercan a los dolores del parto. Esto se debe a que los riñones son un filtro muy delicado capaz de depurar la sangre y eliminar las moléculas tóxicas. La formación de compuestos cálcicos dentro de estos órganos puede ser muy dolorosa y requiere de atención médica inmediata.
Uno de los motivos más comunes por lo que se forman estos cálculos es por ingerir oxalato o ácido oxálico. Esta sustancia denominada antinutriente o antimineral, que también se produce de forma natural en el organismo, se encuentra en cereales o verduras como las espinacas.
El ácido oxálico es soluble en el contenido del intestino, por lo que se absorbe fácilmente y pasa al torrente sanguíneo. Si la cantidad de ácido oxálico es alta, puede filtrarse al riñón, donde puede combinarse con el calcio presente en él y formar cristales de oxalato de calcio, que pueden bloquear el flujo de orina.
Impide absorber el calcio
Que no cunda el pánico, el cuerpo por sí solo, es capaz de hacer frente a los niveles habituales de esta sustancia, pero como hemos indicado, si estos aumentan y se unen al calcio, como el que contiene el queso, se forman cristales de oxalato de calcio. Además, durante este proceso, el organismo no es capaz de absorber el calcio, por lo que uno de los nutrientes más importantes de la combinación de alimentos no tiene ningún impacto beneficioso tras consumirlo.
Asimismo, según un estudio llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Alabama en Birmingham (EEUU) por sí sola, una dieta rica en oxalato puede tener una influencia importante sobre el riesgo de formación de cálculos renales. Una buena forma de reducir la cantidad de esta sustancia que tienen alimentos como las espinacas es remojándolas antes de cocinarlas, aunque este método no produce una eliminación completa.
Este detalle es de vital importancia sobre todo para las personas que tienen deficiencia de calcio, ya que, aunque aumenten la ingesta de alimentos con este nutriente, si los combinan con otros que contengan oxalato, no valdrá para nada.
Dieta baja en oxalato
"Las espinacas se pueden mezclar con otro tipo de alimentos para poder aprovechar todos los beneficios que nos brindan. Por ejemplo, combinan bien con alimentos grasos o con hidratos de carbono, para ralentizar así la absorción de azúcar y su posterior conversión en grasa", explica a EL ESPAÑOL, Meryem El Hail, dietista y nutricionista especializada en intolerancias alimenticias.
Las autoridades sanitarias recomiendan un consumo máximo de 50 mg de oxalato al día. Para no superarlo, se pueden ingerir otros alimentos que sean ricos en proteínas como los huevos, frutas como plátanos, moras, cerezas, frambuesas o fresas. Verduras que no contengan oxalato como brócoli, lechuga, setas, cebollas, guisantes o calabacín. También cereales como el arroz blanco.
Los nutricionistas recomiendan reducir el consumo de frutas como el kiwi o las naranjas, verduras como las patatas, los nabos y la remolacha, legumbres como judías, además de frutos secos como los pistachos, las nueces de macadamia o las pipas.
En centros como la Clínica cardiovascular Maine Medical Partners, en EEUU, han corroborado que consumir lácteos es uno de los mejores remedios para reducir el riesgo de padecer piedras en el riñón. Siempre y cuando se tomen por separado de alimentos como las espinacas, claro. Al final, la nutrición es una ciencia de equilibrios y como es el caso, dos alimentos saludables juntos pueden dejar de serlo.