El pescado en la dieta siempre ha sido visto como beneficioso para la salud, más si cabe en países como España, donde la variedad de peces para el consumo es conocida en todo el mundo. Este alimento es rico en diversos nutrientes, destacando sobre todo su contenido proteico y su densidad en ácidos grasos poliinsaturados tipo omega-3, los cuales se han relacionado con una mejor salud cardiovascular.
Por su parte, también se sabía que el consumo de pescado podría mejorar la salud cerebral, e incluso reducir el riesgo de demencia, aunque aún faltaba completar la evidencia al respecto.
Ahora, un nuevo estudio publicado en la revista Neurology habría detectado un vínculo en este aspecto: el consumo de pescado ofrecería protección contra la enfermedad vascular cerebral, reduciendo a su vez el riesgo de demencia vascular y accidente cerebrovascular.
La relación entre pescado y cerebro
El estudio, llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Burdeos, analizó datos del Estudio de las Tres Ciudades, un gran trabajo de investigación sobre enfermedades vasculares y demencia. En total se analizaron resonancias magnéticas de 1.623 personas mayores de 65 años sin antecedentes previos de enfermedad cardiovascular, accidente cerebrovascular o demencia. Todos los participantes completaron una encuesta sobre hábitos alimenticios.
Se dividió a los participantes en cuatro grupos, dependiendo de la frecuencia con la que consumían pescado: menos de una vez por semana, al menos una vez por semana de media, dos o tres veces por semana, y hasta cuatro veces o más por semana. Estos datos, a su vez, se compararon con los signos de enfermedad a nivel de los vasos sanguíneos de las personas de cada grupo.
Como bien recuerda la Dra. Rosa Sancho, jefa de investigación en el Alzheimer's Research UK, el riesgo de demencia para cualquier persona suele depender de una compleja maraña de factores genéticos y ambientales. Comprender al menos alguno de estos factores que puedan estar influenciados por nuestro estilo de vida sería crucial para mantener una adecuada salud cerebral, y a la vez reducir el riesgo de enfermedad vascular y demencia.
En este caso, según los datos del estudio, los participantes que consumían más pescado tenían una menor cantidad de signos de daño vascular cerebral en las pruebas de resonancia magnética en comparación al grupo que consumía este alimento de forma menos frecuente.
Además, esta asociación entre consumo de pescado y menor enfermedad cerebrovascular era más potente entre las personas de 65 a 69 años en comparación a los individuos más mayores. Sin embargo, no hubo relación entre consumo de pescado y daños vasculares cerebrales entre los mayores de 75 años, lo que podría indicar que a partir de cierta edad algunos parámetros dietéticos ya no serían capaces de ejercer su potencial protector.
Sancho también hace hincapié en que los estudios observacionales, como es el caso del trabajo actual, no pueden identificar una clara causa y efecto, a pesar de intentar controlar los posibles factores de confusión que puedan provocar diferencias en el riesgo de sufrir enfermedad vascular cerebral entre individuos. Aún así, es difícil poder atribuir un mayor o menor riesgo a la cantidad de pescado consumido.
Por otra parte, en este trabajo en particular los participantes se sometieron a una única resonancia magnética cerebral e informaron sobre sus hábitos alimenticios en un momento determinado. No hubo un seguimiento como tal, por lo que no es posible saber si su salud cerebral se mantendría o variaría con el paso del tiempo a pesar de consumir más o menos pescado.
Como conclusión final, los investigadores recuerdan que las guías alimentarias aconsejan consumir al menos dos porciones de pescado a la semana, destacando el pescado azul por ser una fuente de ácidos grasos poliinsaturados, siendo esta opción muchísimo mejor que cualquier suplemento.
Aún así, inciden, es poco probable que un solo alimento sea capaz de mantener el cerebro sano por sí mismo: controlar la tensión arterial, el colesterol, el azúcar sanguíneo y evitar el consumo de sustancias tóxicas como alcohol y tabaco serían otros factores a tener en cuenta con el objetivo de mantener una buena salud tanto cardíaca como cerebral.