Que el exceso de sal es un problema a nivel cardiovascular no es ninguna novedad. A más sal, mayor riesgo de sufrir hipertensión, entre otras consecuencias. Tanto en España como a nivel mundial los casos de hipertensión se han duplicado en los últimos 30 años, y por tanto el riesgo cardiovascular ha aumentado en todo el mundo.
Reducir el consumo de sal, o concretamente de sodio dietético, es una prioridad en salud pública desde hace años. Pero ahora se ha descubierto algo más: incrementar el potasio, a la par que se reduce el sodio dietético, sería igual de importante, según explica una nueva investigación a cargo de la Escuela de Salud Pública TH Chan de Harvard.
Aunque el concepto no es nuevo -otro estudio desde este mismo año relacionó el consumo de más potasio con menor riesgo de sufrir hipertensión, como explicamos en EL ESPAÑOL-, en este nuevo trabajo publicado en la revista New England Journal of Medicine se ha ido más allá: menos sodio y más potasio no solo mejoraría la tensión arterial, sino la salud cardiovascular en general.
El sodio es uno de los componentes de la sal de mesa, naturalmente presente en algunos alimentos, aunque su consumo excesivo actual se debe principalmente a los procesados y ultraprocesados cuyos fabricantes añaden sodio en exceso. Se sabe que aumenta la tensión arterial, y también se ha relacionado con un aumento de riesgo cardiovascular en general.
El potasio, por su lado, tiene un efecto opuesto al sodio: puede ayudar a relajar los vasos sanguíneos y aumentar la excreción de sodio, a la vez que reduce la tensión arterial. El potasio se encuentra en frutas, verduras de hoja verde, legumbres, frutos secos y lácteos.
Como bien recuerda Yuan Ma, investigadora del Departamento de Epidemiología de la Escuela de Salúd Pública TH Chan de Harvard y autora principal del nuevo estudio, en anteriores investigaciones existían limitaciones y sesgos, que habrían dado lugar a confusión sobre si el hecho de reducir el sodio dietético podría incluso aumentar el riesgo cardiovascular.
En su nueva revisión se habrían combinado datos de seis estudios diferentes, midiendo el sodio con muestras de orina de 24 horas, el método más fiable actualmente. Hasta el momento los datos de los estudios, incluyendo ensayos clínicos aleatorizados, sugerirían de forma consistente que a medida que aumenta la ingesta diaria de sodio también aumenta la tensión arterial. Y a medida que aumenta la tensión arterial, aumenta el riesgo cardiovascular.
Sin embargo, otros trabajos habrían llegado a sugerir que reducir la ingesta de sodio también aumentaría el riesgo cardiovascular. Pero, como destacan los autores, estos últimos estudios habrían usado métodos de evaluación de ingesta de sodio inexactos y propensos a los errores, como muestras de orina puntuales o muestras de 24 horas únicas y no durante un tiempo de seguimiento.
Para el nuevo estudio, los autores realizaron un análisis conjunto de seis estudios de cohorte prospectivos: el Estudio de Seguimiento de Profesionales de la Salud, el Estudio de Salud de Enfermeras, el Estudio de Salud de Enfermeras II, el Estudio de Prevención de Enfermedad Renal y Vascular Avanzada, y los Estudios de Seguimiento de Prevención de la Hipertensión. Se analizaron los datos individuales de excreción de sodio y potasio y la incidencia de enfermedad cardiovascular de los participantes, incluyendo enfermedad coronaria y accidente cerebrovascular.
En este caso los datos de excreción de sodio y potasio provenían de muestras múltiples de orina de 24 horas, un método más fiable que muestras únicas diarias o muestras de 24 horas sin seguimiento en el tiempo. En total se pudieron obtener muestras de más de 10.000 participantes y un seguimiento promedio de nueve años; se documentaron 571 eventos cardiovasculares durante los estudios.
Tras tener en cuenta diversos factores de riesgo cardiovascular que podrían llevar a confusión, los investigadores determinaron que, a mayor ingesta de sodio, mayor riesgo cardiovascular, objetivando una clara dosis-respuesta en la ingesta de entre 2.000 mg hasta 6.000 mg de sodio diario.
Por cada aumento de 1.000 mg de sodio diario, medido por la excreción urinaria, el riesgo cardiovascular aumentaba un 18%; pero por cada aumento de 1.000 mg diarios de potasio, el riesgo cardiovascular era un 18% menor.
Además, una mayor proporción de sodio-potasio se asociaba también con un mayor riesgo cardiovascular, independientemente de la edad, sexo, hipertensión inicial, peso y años de seguimiento.
Como conclusión final, los autores del nuevo estudio hacen hincapié en la importancia de usar biomarcadores confiables para medir la ingesta de sodio, como la mencionada orina de 24 horas en múltiples ocasiones.
Así mismo, sugieren que los hallazgos del estudio servirían para mejorar las regulaciones y el etiquetado de los alimentos, en busca de una correcta promoción de patrones dietéticos saludables.