Encontrar a una persona a la que no le gusten los tomates en alguna de sus elaboraciones es prácticamente imposible. No en vano, según el Informe Anual de Consumo que publicó el Ministerio de Agricultura en 2020, cada español consume una media anual de 14,61 kilogramos. El fruto de la Solanum lycopersicum es uno de los superalimentos que está más introducido en nuestra dieta y supone un auténtico compendio de virtudes por sus propiedades, destacando su poder antioxidante. Originario de la zona de Perú, fueron los conquistadores españoles quienes lo introdujeron en Europa, donde hasta el siglo XVIII su cultivo se hacía solo con fines ornamentales.
Aunque los tenemos desterrados normalmente del frutero, el tomate es una fruta y se caracteriza por tener muy pocas calorías, así que es perfecto también para acompañar a diario en las dietas de adelgazamiento. Compuesto en un 95% por agua, sus azúcares simples y algunos ácidos, como el cítrico y el málico, hacen que resulte apetitoso y digestivo. Su cualidad más valorada, no obstante, se la brinda el trío de vitaminas antioxidantes: C, E y A, esta última a través del betacaroteno. Tomar 200 gramos cubre el 80% de la cantidad diaria de vitamina C recomendada.
El tomate es la hortaliza que tiene más vitaminas del grupo B, sobre todo de ácido fólico, siendo muy recomendable su consumo en el embarazo, y aporta también una buena variedad de minerales, destacando el potasio, que ayuda a la función nerviosa, a la contracción de los músculos y a mantener un correcto ritmo cardíaco. Junto a su contenido en vitamina K, que ayuda a controlar la coagulación, se trata de uno de los alimentos que más cuidan el sistema cardiovascular e incluso, como destacan desde la Fundación Española del Corazón, este alimento puede prevenir el ictus en un 59%.
Además de cuidar la piel, los huesos y el tránsito intestinal, es diurético por sus bajos niveles de sodio y favorece la eliminación de líquidos. Otra de sus grandes virtudes reside en su contenido en licopeno, el pigmento carotenoide que presume de grandes efectos antioxidantes y es el culpable de su color rojo. Entre sus propiedades está la protección celular del estrés oxidativo producido por los radicales libres. Por último, que el tomate sea un interesante reservorio de genes ofrece la posibilidad de su modificación genética para cooperar en tratamiento de enfermedades como la del Parkinson.
Valor nutricional del tomate
El valor nutricional por 100 gramos de tomate, según la Fundación Española de Nutrición (FEN) es el siguiente:
Calorías: 22 kcal
Grasas totales: 0,11 g
Colesterol: 0 g
Hidratos de carbono: 3,5 g
Fibra: 1,4 g
Calcio: 11 mg
Magnesio: 10 mg
Potasio: 290 mg
Fósforo: 27 mg
Variedades de tomates
Existen más de 20.000 variedades de tomate en todo el mundo, con distintas formas, colores y características aunque en España los más vendidos son los siguientes:
-Cherry o cereza. Tomates en miniatura que pueden ser rojos o amarillos, principalmente, con forma redonda o de pera. Se usar sobre todo en ensaladas, pero también en recetas de pasta.
-Corazón de buey. Tomates de gran tamaño y forma de corazón. Con poca semilla y carne pulposa, tienen poca acidez y se emplean para rellenar, en ensalada o en platos elaborados.
-Kumato. Es un híbrido que no lleva muchos años en el mercado. Su carne es dura y crujiente, con un color más oscuro que el rojo habitual. Muy rico en licopenos e ideal para ensaladas y gazpachos.
-Marglobe. De tamaño mediano, intenso color rojo y muy carnoso, no tiene muchas semillas y su cultivo es uno de los más extendidos. Se encuentra habitualmente en todas las tiendas.
-Muchamiel. Procede de la población valenciana que le ha dado nombre, es de tamaño medio, de piel fina y de color verde con partes rojas. Su sabor es suave y se consume en crudo.
-Pera. Se llama así por su forma alargada. Es más dulce, mucho menos ácido, y de piel dura. Es por eso que suele emplearse para hacer sofritos o salsa de tomate, así como para conservas industriales y para deshidratar.
-Rosa de Barbastro. Procede del Alto Aragón, donde se encuentra el pueblo que le ha prestado el nombre. Es de los más apreciados por su dulzor, la pulpa consistente y la piel fina. Se emplea para ensaladas y para tomar directamente solo y en crudo con un chorro de aceite.
Cómo tomar el tomate
Aunque es difícil poder comprar ahora mismo unos tomates en el súper y que nos sepan como los del pueblo, debido sobre todo a las modificaciones que han sufrido a lo largo de los años para mejorar su producción y comercialización, tal y como explicó el investigador Antonio Granell a EL ESPAÑOL en este otro artículo, lo cierto es que es un alimento imprescindible en la cesta de la compra porque se puede emplear el múltiples recetas.
De tomarlo en crudo y prácticamente solo, sin más aliño en un poco de AOVE y sal, a triturarlo para hacer sopar frías como el salmorejo o el gazpacho, sofreírlo para hacer salsa o mezclarlo con verduras para servir de comienzo de cualquier guiso. Si queremos quitarles la piel lo más cómodo es hacer un corte superficial en forma de cruz y escaldarlos en agua hirviendo unos 10 o 15 segundos para, a continuación, sumergirlos en agua fría. Por último, hay que tener en cuenta que los tomates pierden su aroma muy rápido cuando se refrigeran, así que es mejor almacenarlos a temperatura ambiente y protegidos de la luz.
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