La pasta es uno de los platos que más nos gustan en España: son deliciosos y, además, se pueden preparar en muy poco tiempo. Sin embargo, cuando nos disponemos a hacer dieta, este es uno de los primeros alimentos que eliminamos de nuestro menú. La pasta tiene un alto número de kilocalorías que procede en su mayoría de los hidratos de carbono. Aunque este nutriente ha sido demonizado en los últimos años, es fundamental en la alimentación.
Según recoge la Fundación Española de la Nutrición (FEN), la pasta acumula unas 375 kilocalorías por cada 100 gramos de peso. Casi el 76% de su composición está formada por los carbohidratos y, además, aporta proteínas vegetales y algunos minerales. El principal error que cometemos con la pasta es que solemos comprar aquella que está elaborada con harinas refinadas y, además, solemos consumirla en grandes cantidades.
La pasta elaborada con harinas refinadas tiene un alto índice glucémico: es decir, que después de consumirla, los niveles de glucosa en nuestra sangre se disparan y, en consecuencia, el organismo debe liberar de la misma manera insulina. Los alimentos con un alto índice glucémico se relacionan con un mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares y de desarrollar diabetes tipo 2. Además, sacian menos y nos empujan a comer más.
Índice glucémico
Por eso, es mejor que la pasta que tomamos más a menudo sea integral, es decir, que las harinas con las que se elabore sean de grano completo. Cuando las harinas conservan el salvado, la proporción de fibra en ellas es mayor y, de esta manera, su índice glucémico es menor. De esta manera, la pasta aporta más nutrientes y, además, sus azúcares se absorben de una manera más lenta y sostenida en el tiempo, y aportan más saciedad.
De todas formas, el efecto de los azúcares en la salud es muy diferente dependiendo del grado de actividad física que realicemos. Aunque en cualquier circunstancia es mejor optar por cereales integrales, los riesgos del consumo excesivo de azúcar —como la enfermedad de hígado graso— son mucho menos frecuentes en los deportistas porque oxidan una mayor cantidad de azúcares que la población sedentaria.
En este sentido, Mercadona ha puesto a la venta una nueva pasta rellena con un perfil nutricional interesante: se trata de una pasta con espinacas, brócoli y aceitunas. Eso sí, está elaborada con harinas refinadas y, por eso, su consumo debería ser ocasional para la población en general. Ahora bien, puede resultar interesante para deportistas que tienen unos requerimientos de energía mayores a la media de la población.
Valores nutricionales
Aunque se trata de un producto procesado por la industria alimentaria, buena parte de sus ingredientes podrían encontrarse en la cocina de un hogar: sémola de trigo duro, espinacas, agua, preparación de brócoli —casi un 80% de esta verdura, agua y celulosa—, aceitunas, gránulos de patata, aceite de girasol, cebolla, harina de trigo sarraceno, sal, espinacas en polvo, sal, extracto de levadura y espesante.
Según la página Open Food Facts, esta pasta ha recibido un 4 en la clasificación Nova: es decir, se trata de un alimento ultraprocesado —aunque no cuenta con azúcares añadidos ni con grasas de mala calidad—. Ahora bien, en la puntuación Nutriscore ha recibido una clasificación A, lo que significa que tiene unos valores nutricionales muy buenos. Según su etiquetado, 100 gramos de esta pasta —cada envase tiene 250 gramos— aporta 216 kilocalorías.
Este producto aporta, mayoritariamente, hidratos de carbono: suponen un 34% de su composición y proceden tanto de las sémolas y las harinas de cereales como de los vegetales que contiene. Además, suponen más de un 6% de proteínas vegetales, un 5% de grasas —y sólo el 0,7% del total de esta pasta está formada por grasas saturadas— y un 4,8% de fibra, que mejora la salud intestinal.