La nutrición ha de ser equilibrada y variada para todo el mundo por igual, independientemente del género y de la edad. Es una inversión de futuro y debe proporcionar la energía y todos los nutrientes en cantidad y calidad suficiente para cubrir las necesidades de cada individuo y conseguir un óptimo estado de salud.
El tener una nutrición equilibrada y variada tendría que ser uno de los pilares fundamentales de todo el mundo, independientemente del género y de la edad, "pero sí es cierto que las mujeres, a lo largo de su vida biológica, pasan por diferentes etapas donde tienen que tener especial interés en según qué cosas", defiende en una entrevista con Infosalus Xus Murciano, especialista en nutrición y dietética en la Clínica Dexeus Mujer.
Por ejemplo, dice que una adolescente niña que empieza a tener la menstruación que deberá reforzar el aporte de hierro y maximizar su absorción. Por eso, insiste en que la nutrición saludable "no tiene edad ni tampoco género", pero sí ve cierto que las mujeres tienen momentos puntuales a lo largo del mes y de la vida que sí que requieren de un especial interés según qué nutrientes.
Asimismo, la especialista en nutrición, que acaba de publicar ¿En qué somos diferentes las mujeres? Nutrición saludable específica para mujeres de todas las edades (Amat Editorial), insiste en que hay factores que marcarán las necesidades alimenticias concretas como, por ejemplo, las características propias del individuo como la edad o el sexo, su composición corporal o la talla, aparte de las variaciones genéticas o biológicas que hacen que existan diferentes grados de absorción y aprovechamiento de los nutrientes.
"También se ha de tener en cuenta el estilo de vida como la actividad física o el fumar, los hábitos alimentarios, el modelo dietético, o las costumbres culinarias. Por otra parte se han de considerar las descripciones de las nuevas funciones de los nutrientes, sobre todo las relacionadas con las enfermedades crónicas, al igual que los efectos sinérgicos de algunos nutrientes en el mantenimiento de la salud, como el calcio en relación a la densidad ósea", remarca Murciano.
Diferencias físicas y genéticas
Por otra parte, la experta de Clínica Dexeus Mujer precisa que no podemos olvidar que determinados tratamientos térmicos pueden causar la pérdida de algunas vitaminas, al mismo tiempo que hay alimentos que pierden algunas de sus características cuando los cocinamos o los mantenemos expuestos a la luz.
"Podríamos preguntarnos si las mujeres tenemos necesidades y requerimientos diferentes de los hombres. La respuesta es un rotundo sí. En cuanto al ADN, ambos sexos somos idénticos en un 99%, pero físicamente las mujeres tenemos menor porcentaje de masa muscular, y por tanto, nuestras necesidades calóricas son menores, lo que significa que debemos comer menos, sobre todo en determinadas épocas, como la menopausia", defiende.
Xus Murciano subraya en el libro además que desempeñan un papel fundamental la testosterona y los estrógenos, cuya disminución en el cuerpo femenino será la responsable de la acumulación de materia grasa y por consiguiente la causante de la figura de pera que caracteriza a las mujeres. "Ellos tienen más músculo, con lo cual, sí que es cierto que tenemos que vigilar el consumo de los carbohidratos", añade.
Los hombres, por su parte, deben potenciar esa mayor masa muscular que tienen, prosigue, ya que los músculos se alimentan de proteínas y por eso el requerimiento en los hombres conlleva un incremento de 500 kilocalorías, a diferencia de la mujer.
"Por eso, a la hora de confeccionar un menú no debemos diferenciar géneros, debemos tener claro cuáles son las bases de ese plato saludable, y entonces minimizar o maximizar en función de las necesidades de cada uno y de nuestra etapa vital, tanto en el caso de los hombres como en el de las mujeres", sostiene Murciano.
Recuerda que en el caso de la mujer y el ciclo menstrual, según el momento del mismo varía el requerimiento energético: "Este será mayor coincidiendo con el pico más alto tras la ovulación (entre un 10% y un 14% más). Este requerimiento superior podría ser el causante de nuestra felicidad, pero acaba no siendo así ya que, al mismo tiempo, es el causante del síndrome premenstrual. ¿Por qué? Pues porque durante este período de tiempo acostumbramos a retener líquidos y a sentirnos hinchadas, lo que se traduce en un aumento de peso".