Domingo por la mañana. Un español cualquiera abre los ojos con mucho esfuerzo en la cama y pocos segundos después siente un agudo dolor que le atraviesa la cabeza como un rayo. Mareado y con el estómago revuelto trata de recomponer los pasos de la noche anterior que le llevaron hasta donde está. Nada. Por lo menos a partir de que uno de sus amigos gritase: "¡Una ronda de chupitos! Yo invito".
Las lagunas de memoria son fenómenos inquietantes con los que quienes beben alcohol se han enfrentado alguna que otra vez. Es frecuente pensar que estas pérdidas de memoria se deben a haber bebido una gran cantidad de alcohol. Sin embargo, lo cierto es que estos apagones tienen más que ver con la velocidad a la que bebemos. Por eso, los chupitos resultan especialmente letales para la memoria: se toman de un solo trago, son fuertes y, muchas veces, repetimos.
Sin duda, el chupito más popular sigue siendo el de Jäggermeister. Este licor que se elabora con hasta 56 ingredientes —entre los que se encuentran hierbas, frutas y flores de todo el mundo maceradas— ha cogido fama de ser una suerte de poción para el olvido. Eso sí, parece que estas propiedades se pueden deber en mayor medida al uso que hacemos de él que a su receta. Vamos, que otros chupitos como el Thunder Bitch o los más tradicionales tienen el mismo efecto.
Velocidad, no cantidad
"Las lagunas comienzan a ocurrir cuando los niveles de alcohol en sangre son de aproximadamente 0,16% y más. Con estos niveles, la mayoría de las capacidades cognitivas se deterioran significativamente", explican en su página web los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos (NIH, por sus siglas en inglés). "Las investigaciones indican que las lagunas ocurren con más frecuencia cuando el alcohol ingresa en la sangre con rapidez".
Esto sucede fácilmente con los chupitos, pero también cuando se consume alcohol teniendo el estómago vacío. De todas formas, también es posible tener lagunas de memoria con otro tipo de bebidas alcohólicas si se producen picos agudos de alcoholemia. En este sentido, los NIH explican que se han observado dos tipos de lagunas: a la primera la llaman "fragmentaria" porque provocan recuerdos interrumpidos; y a la segunda, "en bloque" porque genera una amnesia total que dura horas.
Pero, ¿por qué se produce esta pérdida de memoria? Los NIH explican que las altas tasas de alcoholemia bloquean el paso de recuerdos de memoria a corto plazo a la memoria a largo plazo. Este fenómeno se llama consolidación de la memoria y sucede en el hipocampo, una región del cerebro que se encuentra bajo la corteza que, entre otras funciones, está relacionada con la memoria. El alcohol, por lo tanto, arruina estos procesos cuando químicos que forman los recuerdos y deja esos huecos.
Alcohol y jóvenes
Las cantidades altas de alcohol en sangre producen un deterioro del cerebro y de sus funciones. Por eso, tener lagunas es un signo de que hemos hecho un consumo abusivo de alcohol. Ahora bien, esto no significa que haya un nivel de consumo seguro de esta sustancia: los expertos insisten en que el alcohol —en cualquiera de sus variantes— se debe evitar por completo. El alcohol es una sustancia adictiva y se ha relacionado con numerosas enfermedades como el cáncer, las cardiovasculares y algunas psiquiátricas.
Por desgracia, la fecha de inicio de consumo de alcohol en España se encuentra en los 16,7 años, según la Monografía Alcohol 2021 Consumo y Consecuencias que elabora el Observatorio de las drogas y las adicciones del Ministerio de Sanidad. Por lo general, son los hombres quienes se inician antes en el consumo de esta sustancia que las mujeres. Además, el 14,2% de los hombres declaró haber consumido alcohol a diario, siendo esta proporción 4 veces superior a la que se da entre las mujeres, un 3,4%.
Este estudio también tiene en cuenta los episodios de intoxicaciones etílicas agudas o, como las conocemos de manera coloquial, borracheras. Buena parte de ellas se producen en el ambiente de fiesta, donde también se produce el consumo de chupitos y las posteriores lagunas de memoria. En este sentido, en el estudio se observa que cuanto más joven es la población más propensión existe a tener uno de estos episodios: el 41,6% de los varones y el 26,6% de las mujeres menores de 35 años reconocen haberse emborrachado en el último año. Entre los 35 y los 64 años, sólo el 18% de los hombres y el 6,7% de las mujeres aseguraron haberse emborrachado en el último año.