Numerosos estudios han analizado durante los últimos años los efectos pre y probióticos de diversas sustancias y alimentos, al mismo tiempo que se ha desarrollado un gran comercio alrededor de este tipo de suplementación. Sin embargo, nunca es tarde para volver a los orígenes, y percatarse de que muchos alimentos frescos poseen este mismo potencial sin precisar procesado alguno.
Ese es el caso de las ciruelas, una fruta de temporada en verano que habría demostrado un claro potencial prebiótico capaz de revertir la pérdida ósea, según un nuevo trabajo publicado en la revista Nutrients.
Según explica la Dra. Brenda Smith, profesora de la Facultad de Medicina de la Universidad de Indiana y autora principal del actual estudio, los carbohidratos y polifenoles naturalmente presentes en las ciruelas serían capaces de alterar la microbiota intestinal de forma beneficiosa, dando lugar a efectos positivos y una restauración ósea.
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Como bien recuerda Smith, los prebióticos, por definición, son sustratos que alteran la composición o actividad de la microbiota, promoviendo efectos beneficiosos para la salud del individuo que los consume.
Ya en estudios previos se habría sugerido que las ciruelas estimulan cambios favorables en la microbiota intestinal y protegen la salud ósea. Dichos beneficios se habrían atribuido en gran medida a sus polifenoles, pero se desconocían los mecanismos exactos mediante los cuales se producían y la contribución de otros nutrientes, como los carbohidratos de esta fruta.
Para el actual trabajo, los investigadores aislaron los compuestos polifenólicos (PP) y los carbohidratos (CHO) de las ciruelas pasas, y alimentaron a dos grupos de ratones hembra con déficit de estrógeno y pérdida ósea sustancial durante 5 y 10 semanas con estos componentes por separado.
A modo comparativo, se asignaron otros tres grupos más de ratones con dietas que contenían ciruelas pasas enteras, un extracto crudo de ciruelas pasas con componentes polifenólicos y carbohidratos aislados, y un grupo control que no tomó ni ciruelas enteras ni los componentes aislados (grupo control).
Según los resultados del estudio, en comparación a los ratones que no consumieron ningún componente de ciruelas pasas, los que tomaron CHO aislados, PP aislado, extracto crudo de ciruela pasa o bien ciruelas pasas enteras sí experimentaron restauración del hueso perdido previamente.
Además, estos ratones también mostraron un aumento significativo en la producción de ácidos grasos de cadena corta (AGCC) a nivel intestinal y cambios favorables en la microbiota intestinal. De forma particular, se observaron aumentos en los AGCC n-butirato y propionato, los cuales se cree que son más efectivos para prevenir la pérdida ósea al suprimir los biomarcadores asociados con la degradación ósea.
Los investigadores sugieren, según estos resultados, que las ciruelas y sus componentes sí tienen efectos a nivel intestinal y pueden contribuir a la absorción de minerales, a la mejora del funcionamiento del sistema inmune y a la integridad de la barreta intestinal. Todo ello puede afectar positivamente a los procesos hormonales, metabolitos e inmunitarios relacionados con la salud ósea.
Así mismo, los carbohidratos de las ciruelas también tendrían, de forma independiente, una clara capacidad para restaurar el hueso de forma inicial, mientras que los polifenoles producirían un efecto más evidente e intenso más adelante. Ambos tendrían actividad prebiótica, según valora Smith, pero actuarían mediante mecanismos diferentes.
Aún así, estos hallazgos justificarían el consejo de consumir ciruelas con el objetivo de obtener beneficios tanto a corto como a largo plazo. Se cree que el resto de nutrientes presentes, como vitaminas y minerales y otros compuestos vegetales, también contribuirían a los beneficios a nivel intestinal y óseo. Sin embargo, el estudio se fijó específicamente en los polifenoles y carbohidratos de esta fruta, recortando la importancia de consumir la fruta entera en su totalidad.