Aunque algunos puedan llegar a pensar que son lo mismo, lo cierto es que el plátano y la banana entrañan algunas diferencias. Eso sí, tienen perfiles nutricionales muy semejantes, al pertenecer las dos a la familia de las musáceas, y también ofrecen unos beneficios muy parecidos.

Aunque se ha citado el origen de la banana en América Central, lo cierto es que los expertos lo han localizado en India, siendo conocida en el Mediterráneo tras la conquista de los árabes en el año 650 después de Cristo.

Mientras, en España el plátano es una de las frutas más consumidas y cultivadas, sobre todo en las islas Canarias y, según el informe de Consumo del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, tomamos una media de 13,89 kilos por español al año.

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De color, forma y tamaño similar, la banana se cultiva más que el plátano al otro lado del Atlántico. Es más recta y alargada, mientras que el plátano es más curvo y con más grosor, además de poseer esas características motitas negras.

Ambas frutas pasan del verde al amarillo y llegan al negro cuando se ponen malas, pero en su momento óptimo de maduración en plátano tira al ocre y su prima al amarillo brillante. Además, las dos suponen un alimento con un alto valor nutricional, destacando su aporte en pectina y minerales que fortalecen la salud del sistema nervioso, de los huesos y los músculos.

Propiedades

Entre sus propiedades destaca el aporte de fibra, esencial para velar por el buen funcionamiento del tránsito intestinal y, lejos de ser descartadas de las dietas por un aporte calórico alto (en comparación con otras frutas) conviene incluirlas al generar sensación de saciedad y ayudarnos a controlar el apetito.

También contienen triptófano, un aminoácido que actúa como precursor de la serotonina al procesarse, con lo que mejoraría nuestros niveles de estrés, nuestro ánimo y nos facilitaría la conciliación del sueño.

No es ningún secreto que el contenido de potasio de estas frutas las convierte en grandes aliadas del sistema cardiovascular, puesto que "contribuye a la contractibilidad muscular y la transmisión de impulsos nerviosos y es esencial para la actividad eléctrica del corazón", como valoran desde la Fundación Española del Corazón (FEN).

Respecto a la banana en particular sí que hay que matizar que contiene más almidón que el plátano, pero también más calcio. Según algunos estudios, su proporción de compuestos fenólicos antioxidantes ayuda a prevenir en envejecimiento celular, con todo lo que ello implica, como ayudar con algunos tipos de cáncer.

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Además, cuando están especialmente maduras, ayudan a fortalecer el sistema inmune y, según un estudio, es mejor que una bebida isotónica para que los deportistas repongan fuerzas. De ahí que los veamos habitualmente tomándola.

Desgranado, el valor nutricional de la banana por 100 gramos es el siguiente: calorías, 110 kcal; proteínas, 1,2 gramos; hidratos de carbono, 26,2 gramos; fibra, 2,1 gramos; potasio, 387,8 miligramos; y calcio, 18,2 miligramos.

Las calorías

Ya sea del plátano o de la banana, es común escuchar que son las dos frutas que más engordan y que deben evitarse si la pretensión de uno es perder peso. Sin embargo, aunque el aporte de calorías es mayor que en otras, éstas se traducen en un chute de energía y nutrientes muy beneficiosos para el organismo, perfectos para recuperar fuerzas después de practicar ejercicio físico.

Asimismo, ambas son bajas en grasas, con fibra destacable y alto porcentaje de agua en su composición, por lo que sí son aptas para dietas de adelgazamiento.

La diferencia de calorías entre plátano y banana es mínima, pero tiene más la segunda. Si al plátano le otorga FEN un total de 94 por 100 gramos de porción comestible, la banana llega a las 110 de media.

En todo caso, entre las bananas también hay un abanico de distintas consideraciones calóricas, desde la extra pequeña, con 72 calorías; la pequeña, con 90 calorías; la mediana, con 105 calorías; la grande, con 121 calorías; y la extra grande, que llega a las 135 calorías.