El agua es la forma de hidratación más saludable, y por tanto más recomendada en todo el mundo. Tanto con la comida como a parte de ella. Sin embargo, sigue existiendo un mito bastante extendido sobre los supuestos perjuicios del agua con las comidas.
No son pocos los medios que recientemente han vuelvo a comentar el famoso mito de que en Japón se suele evitar beber agua con las comidas por los supuestos beneficios para la salud que ofrecería. Pero no hay evidencia científica al respecto.
Sea por la razón que sea, en Japón parece ser que no se bebe agua con las comidas, algo poco común en los países occidentales, donde el vaso de agua suele ser un acompañamiento muy típico en casi cualquier comida.
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Algunos medios de comunicación esgrimen supuestos perjuicios a raíz de evitar el agua con las comidas: reducir sequedad bucal, peores digestiones, peor absorción de nutrientes, acidez estomacal e incluso aumento de peso corporal.
Pero esta falsa creencia no es nueva, y de hecho lleva años circulando por diversos artículos a través de medios que se van haciendo eco unos de otros, sin evidencia científica aparente. La teoría detrás de estas afirmaciones es que beber agua poco antes o durante las comidas "diluye los jugos gástricos", algo que a su vez interferiría con la descomposición adecuada de los alimentos y perjudicaría la absorción de nutrientes. Además, se ralentizaría el vaciado gástrico, provocando hinchazón.
Muchas de estas afirmaciones caen por su propio peso y falta de lógica, pero la dietista Tamara Duker Freuman lo investigó a fondo y explicó sus hallazgos ya hace unos años en el medio The Washington Post: beber agua con las comidas no es perjudicial, pero la cantidad y velocidad a la que se bebe sí puede ser importante.
De forma resumida, Duker explica cómo funciona el proceso digestivo: los alimentos se trituran y suavizan en la boca mediante la masticación y las enzimas de la saliva; posteriormente, la comida pasa por el esófago hasta el estómago, donde los jugos gástricos descomponen los alimentos, y dicha mezcla pasa hacia el intestino delgado junto a los ácidos biliares y las enzimas.
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En esta última etapa ocurre el 75% de la absorción de nutrientes, mientras que la materia que no ha sido absorbida se procesa en el intestino grueso y se excreta. Todo el proceso puede durar entre 24 y 72 horas.
El agua no puede diluir los jugos gástricos, dado que se absorbe en el estómago con bastante rapidez (apenas 20 minutos), por lo que cualquier posible dilución sería temporal. Además, el agua no interfiere en el trabajo de las enzimas, dado que estas se adhieren a los alimentos independientemente de la presencia del agua.
Por otro lado, el agua tampoco modifica la acidez estomacal: cualquier alimento o bebida reduce un poco el ambiente ácido estomacal, pero este órgano responde produciendo tanto ácido como sea necesario para acabar realizando correctamente la digestión.
Así mismo, los estudios han demostrado que el agua no ralentiza el vaciado gástrico. Beber agua no afecta a esta velocidad de vaciado, y el estómago no diferenciaría entre una comida bebible como un batido o los mismos ingredientes enteros que se comen con el líquido por otro lado; en ambos casos el vaciado gástrico tardaría el mismo tiempo.
De hecho, beber agua con las comidas puede facilitar la digestión en las primeras etapas de masticación y deglución, ablandando los alimentos y facilitando su paso por el esófago. Además, una buena hidratación favorece la excreción de los alimentos no absorbidos, evitando el estreñimiento al mantener las heces más blandas y en movimiento a través del intestino.
Por su parte, el hecho de beber agua antes de las comidas puede provocar un efecto saciante temporal (recordemos que se absorbería en unos 20 minutos). Esto podría ser positivo si se busca la pérdida de peso, pues temporalmente dicha agua ocuparía espacio en el estómago y evitaría comer alimentos en exceso, algo que los estudios han corroborado: beber agua previamente a las comidas reduce los alimentos consumidos. Pero, por otro lado, también se sabe que algunas personas pueden sentirse hinchadas durante este proceso.
Como conclusión, el hecho de beber agua antes o durante la comida no solo no es perjudicial, sino que puede ser beneficioso. Pero, con calma, y sin caer en los excesos, dado que algunas personas sí podrían sentirse demasiado hinchadas y el hecho de beber con demasiada velocidad puede provocar molestias estomacales (como con cualquier otro líquido).