Algunos alimentos presentes en la dieta diaria tienen poco valor nutricional e incluso pueden suponer un riesgo para la salud si se toman de forma habitual. Pueden ser causantes de distintas dolencias como hipertensión, diabetes e incluso su consumo continuado o en grandes cantidades ha sido vinculado con el cáncer.

Estos elementos son conocidos como venenos blancos, sin embargo, a cada uno de los que engloban aquella lista habría que analizarlos de forma separada, teniendo cada uno sus peculiaridades, como subraya Miguel Ángel Lurueña, doctor en Ciencia y Tecnología de los Alimentos, en su libro Que no te líen con la comida (Destino, 2021).

En primer lugar, el término 'venenosos' no se refiere a que literalmente resulten venenosos para el organismo, no como el cianuro y otros tóxicos. Este término trata de señalar que no son saludables, con evidencias más que demostradas como que el consumo excesivo de azúcar se vincula con un mayor riesgo de padecer hipertensión; mientras que el de azúcar se asocia con la diabetes tipo 2.

Pasta elaborada con harina refinada

En los supermercados, mucha de la pasta que se vende está elaborada a partir de harinas refinadas. Durante el proceso de elaboración de las mismas, a los cereales como el trigo se les quita el salvado y el germen, que son una importante fuente de proteína (además de vitaminas, minerales y ácidos grasos), dejando solo en endospermo, que consiste principalmente de almidón.

El resultado es un alimento menos saciante, que aumenta el índice glucémico durante la digestión y que cuenta con una mayor cantidad de hidratos de carbono digeribles. Entre ellos se encuentra la amilopectina que, durante la digestión, se convierte en azúcar.

En concreto, los carbohidratos de las harinas refinadas se simplifican a gran velocidad en el sistema digestivo. Estos se convierten rápidamente en glucosa, que es absorbida por el torrente sanguíneo en un período muy corto de tiempo, un proceso que podría haber sido ralentizado por la fibra del salvado y el germen, evitando así los picos de azúcar durante la digestión.

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Durante este proceso, para estabilizar el nivel de esta sustancia en sangre, el páncreas comienza a producir insulina. Un esfuerzo para el órgano que puede tener consecuencias a largo plazo, afectando a la capacidad del mismo de producir insulina o apareciendo una resistencia celular a esta hormona.

Otro problema para el organismo proviene del exceso de insulina, que según algunas investigaciones, aunque en pequeña proporción, esta hormona sobrante se convierte en grasa, tanto en personas con normopeso como con sobrepeso. "Por se vincula la ingesta de pasta hecha con harinas refinadas con la diabetes tipo 2", señala José Gallardo, dietista-nutricionista.

Un estudio, realizado por el Hospital La Paz de Madrid, señala que los alimentos elaborados con harinas refinadas o azúcares refinados son uno de los responsables del aumento de peso corporal y las dificultades metabólicas. Por eso, los especialistas en nutrición recomiendan siempre escoger las variedades integrales que también se venden en los supermercados, que vienen indicadas en las etiquetas del envase.

Arroz blanco

En el caso del arroz blanco ocurre igual que con los cereales, este pasa por un proceso de refinados en el que unos rodillos retiran la cáscara para obtener el grano, puliéndose después para eliminar el salvado y el germen, al igual que se hace con los cereales con los que habitualmente se fabrica la harina.

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"Este proceso elimina más de la mitad de su contenido en minerales y hasta un 90% de vitaminas del grupo B, además de la fibra", subraya Gallardo, quedando así un alimento energético sin muchos de los extras con los que sí cuenta su versión integral.

Científicos de la Universidad de Harvard publicaron una investigación en la que revelan cómo ingerir este alimento a diario podría incrementar el riesgo de padecer diabetes de tipo 2, hasta un 27%, una enfermedad caracterizada por producir niveles de glucosa o azúcar en sangre demasiado altos.

Patatas

Precisamente el almidón, componente que conforma la mayor parte del endospermo, se relaciona con el riesgo de sufrir diabetes tipo 2, porque este componente se metaboliza bastante rápido, provocando un aumento rápido de la glucemia en la sangre, haciendo trabajar de más al páncreas. Algunas investigaciones, como la llevada a cabo por científicos de la Universidad de Michigan, destacan que el alto contenido de almidón de este alimento, fácilmente digerible, puede contribuir a picos en los niveles de azúcar en sangre.

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Sin embargo, también contienen una gran cantidad de almidón resistente, un tipo de fibra que resiste los intentos de las enzimas humanas por digerirlo. En su lugar, son las enzimas digestivas de la microbiota intestinal las encargadas de degradar estos almidones resistentes, causando así la producción de sustancias químicas como el butirato, beneficioso por su efecto antibacteriano.

Además, las patatas pueden ocultar otros componentes que pueden resultar tóxicos para el organismo humano. Como por ejemplo el alcaloide solanina, que posee la patata tanto en la planta como en el tubérculo. Esta sustancia funciona como un mecanismo de defensa para evitar que los insectos y otros depredadores y parásitos acaben con ella. Un pesticida natural que aparece en grandes concentraciones en los tallos tiernos de la patata y en sus hojas, aunque en menor medida en el tubérculo, la parte que más se consume.

Esta sustancia se aloja justo debajo de la piel de la patata, por eso tomarla cruda o con la piel puede ser peligroso para la salud, de ahí que los especialistas recomienden retirar la piel y lavar las patatas antes de su consumo.