La nutrición es una ciencia que va evolucionando. A través de distintos estudios científicos, se van revelando nuevos apuntes sobre los alimentos, aunque parece que no terminan de calar del todo en la sociedad, ya que aún persisten mitos sobre muchos de ellos.
Llevar una dieta variada y saludable es fundamental para tener buena salud. La ciencia respalda que las personas que tienen una vida activa y siguen una dieta saludable y equilibrada tienen menos probabilidad de sufrir ciertas patologías, como diabetes tipo 2, obesidad y/o accidentes cardiovasculares, como señala la Organización Mundial de la Salud.
En ocasiones, se señalan ciertos nutrientes o moléculas, como las grasas, como las culpables de no llevar esa buena dieta de la que habla la OMS, cuando la realidad dista de ser así. De hecho, la grasa es un componente fundamental para la estructura cerebral.
La razón por la que los alimentos ricos en grasa suelen tener fama de insanos es la tendencia a pensar que todas las grasas son iguales, cuando no es así. Existen las grasas buenas, como las monoinsaturadas y las poliinsaturadas.
Esta grasa propicia la reducción de colesterol LDL (el malo) en el organismo y favorece el aumento del colesterol HDL (bueno). "Es importante conocer los distintos tipos de grasa que hay y qué labor desempeñan en el organismo para no caer en el error de evitar compulsivamente todo tipo de grasa", señalaba a EL ESPAÑOL Concepción Martínez, dietista y nutricionista. Así como las grasas, pasa también con estos otros alimentos.
El cacao
Una taza de cacao puro aporta más antioxidantes que el té, las bayas de goji e, incluso, los arándanos. Los flavonoides de este alimento elevan el colesterol bueno, un beneficio que, junto a sus efectos vasodilatadores, capaces de reducir la presión arterial y mejorar la circulación, lo convierten en un comestible merecedor del calificativo de saludable.
Además, la epicatequina, un componente importante del flavanol del cacao, puede aumentar la actividad mitocondrial y la salud muscular en las pantorrillas de pacientes con enfermedad arterial periférica en las extremidades inferiores, lo que podría mejorar la capacidad de caminar del paciente, tal y como se ha constatado en investigaciones.
Otro estudio, realizado por la Universidad de Surrey (Reino Unido) y publicado en la revista científica Frontiers in Nutrition, sostiene que el cacao baja la presión arterial, pero sólo cuando está alta, contribuyendo además a reducir la rigidez de las arterias.
Crema de cacahuete
El que un alimento sea sano o no también puede depender de su elaboración. Un ejemplo es la crema de cacahuete, un comestible que, a pesar de su mala fama, aporta multitud de beneficios.
"La crema de cacahuete es densamente calórica, pero tiene grasas de calidad. Para los deportistas es una forma fácil de producir calorías", explica a EL ESPAÑOL Marta Mármol, nutricionista y farmacéutica.
El cacahuete es un alimento saludable, desde el punto de vista nutricional. Según la Base de Datos Española de Composición de alimentos, cada 100 gramos de cacahuetes hay 544 kilocalorías, 25'23 gramos de proteínas y 7'91 gramos de carbohidratos, además de un aporte de fibra fundamentalmente de tipo insoluble que favorece la movilidad intestinal y combate el estreñimiento.
También es un alimento rico en grasa de la buena, siendo considerado cardiosaludable según el perfil lipídico, por contener mayoritariamente ácidos grasos insaturados (casi el 50% es monoinsaturada y el 29% poliinsaturada, en concreto omega 6). "Hay grasas saludables como las del cacahuete, aguacate o nueces, y grasas saturadas o malas como las del beicon, el foie o el tocino", especifica la nutricionista. De hecho, un estudio publicado en Journal of Nutrition relaciona su ingesta con menor Índice de Masa Corporal en adultos.
Es una excelente fuente de magnesio, que disminuye el cansancio; fósforo, que incide en el metabolismo; potasio, que regula la tensión arterial; zinc, que refuerza el sistema inmune; niacina, un tipo de vitamina B relacionada con el sistema nervioso y la piel; y vitamina E, un poderoso antioxidante.
Por su alto contenido en ácido fólico (vitamina B9), la crema de cacahuete es un alimento perfecto para las mujeres embarazadas, ya que esta vitamina es responsable del correcto desarrollo del feto. Además, debido a su bajo índice glucémico, puede formar parte de la alimentación de un diabético.
Cabe destacar que puede haber mucha diferencia entre las cremas del súper, y, más aún, si entra en comparación la de elaboración propia. De forma industrial, se le puede añadir mucho azúcar, por lo que no podría recibir el calificativo de saludable.
La leche
Es cierto que hay personas intolerantes a la lactosa y/o a la galactosa. Sin embargo, el sistema digestivo humano ha tenido miles de años para evolucionar y aprender a asimilar los nutrientes de este alimento, más allá de la época de lactancia. Como dejan claro las investigadoras en Ciencias de la Alimentación Isidra Recio Sánchez y Rosina López-Alonso Fandiño, en un artículo de investigación, la leche también proporciona una gran variedad de nutrientes, ofrece un buen balance entre proteínas, lípidos, minerales y carbohidratos; una combinación difícil de encontrar en otros alimentos.
Las proteínas de la leche son fácilmente digeribles y aportan todos los aminoácidos esenciales. Por eso se consideran proteínas de alta calidad nutricional. De hecho, una de las principales diferencias entre la leche y las de origen vegetal, es que, a excepción de la bebida de soja, su contenido proteico es inferior y pueden ser deficitarias en algunos aminoácidos esenciales.
La leche y los productos lácteos también pueden ser una de las fuentes principales de calcio. En concreto, el consumo de tres raciones de lácteos al día proporciona del 65 al 75% de la cantidad calcio recomendada.
Los huevos
Durante años, el consumo de huevos ha estado relacionado con un alto nivel de colesterol. Sin embargo, un metaanálisis de 2019 confirmó una vez más que se trata de una creencia errónea y destaca que podrían tomarse más de siete huevos a la semana sin que exista un mayor riesgo de mortalidad o enfermedad cardiovascular.
Los resultados, publicados en la revista European Journal of Nutrition, confirman la revisión publicada en 2016 por un equipo del Instituto EpidStat de Estados Unidos. En 2013, ya otro trabajo publicado en BMJ también desmontaba el mito.