Tomar pescado azul es un consumo altamente recomendable, siempre que se tengan en cuenta determinadas precauciones. El salmón, el atún, la caballa, la sardina, el boquerón o anchoa y otros son una excelente fuente de ácidos grasos omega 3, pero por otra parte, son las especies más afectadas por la contaminación por metales pesados. Tres o cuatro raciones semanales, alternando tipos de pez, son la recomendación oficial. De hacerlo así, los beneficios serán más que interesantes: además de proteger la salud cardiovascular, 'blindarán' el cerebro contra el deterioro cognitivo ligado al envejecimiento.
Tener un mínimo de omega-3 en sangre se asocia a una mejor estructura cerebral y a una función cognitiva superior en voluntarios sanos entre los 40 y los 50 años, según una nueva investigación publicada en la revista Neurology, editada por la Academia Americana de Neurología. Así lo han determinado investigadores de la Facultad del Centro de Ciencias de la Salud de la Universidad de Texas en San Antonio (UT Health San Antonio), en colaboración con los investigadores que participan en el Estudio Framingham para el Corazón.
"Los estudios han observado esta clase de asociación en poblaciones de mayor edad. Nuestra nueva contribución destaca que las personas más jóvenes que siguen una dieta que incluye ácidos grasos omega 3 ya están protegiendo su cerebro de la mayoría de los indicadores de envejecimiento neurológico que se empiezan a detectar en la mediana edad", explica la Dra. Claudia Satizabal, responsable del estudio y profesora asistente en el Instituto Glenn Biggs Institute para el Alzhéimer y las Enfermedades Neurodegenerativas en la UT San Antonio.
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La edad media de los 2.183 participantes en este ensayo era de 46 años, sin historial de accidentes cerebrovasculares o demencia. Los investigadores se fijaron en la relación entre las concentraciones de omega 3 en sus glóbulos rojos y los resultados de los escáners cerebrales, así como los marcadores cognitivos de envejecimiento cerebral. También midieron los efectos de los ácidos grasos en sangre en los voluntarios que poseían la variante genética, que se relaciona con un incremento de desarrollar la enfermedad de Alzheimer.
Así, pudieron determinar que un elevado índice de omega 3 en sangre se relacionaba con mayores volúmenes del hipocampo, una estructura fundamental para la función de aprendizaje y de memorización. Consumir más ácidos grasos saludables se relacionaba con una mayor capacidad para el razonamiento abstracto, y para entender conceptos complejos usando el raciocinio. Finalmente, los portadores de la mutación APOE4 que tomaban más omega 3 tenían menos problemas de estrechamiento de los vasos sanguíneos cerebrales, lo que puede conducir a la demencia vascular.
Los investigadores usaron la técnica de cromatografía de gases para medir dos compuestos del omega 3, el ácido docosahexaenoico (DHA) y el ácido eicosapentaenoico (EPA). "Estos ácidos grasos omega 3 son micronutrientes clave para proteger y mejorar la salud del cerebro", explica la Dra. Debora Melo van Lent, coautora del estudio. Además de comprobar las ventajas en la mediana edad, la investigadora destaca la importancia de los hábitos en los portadores de APOE4. "Es algo genético y no podemos cambiarlo", explica, "y si hay un factor modificable que compense la predisposición hereditaria, es un gran beneficio".
Los participantes fueron divididos en dos grupos en función del índice de concentración de omega-3 en sangre, definido como la suma de DHA y EPA. "Los peores resultados se dieron en las personas que consumían la menor cantidad", explica Satizabal. "Es interesante: aunque a mayor consumo, mayores beneficios, basta tomar un poco de omega 3 para que ya se note la mejora". Aunque el mecanismo neuroprotector no se conoce todavía -se especula con el recubrimiento de la membrana de las neuronas, o a un efecto antiinflamatorio-, la doctora anima a incrementar "aunque sea un poco" la ingesta de omega 3 para mejorar la protección y función del cerebro.