Los polifenoles son unas de las sustancias que confieren a varios alimentos de origen vegetal su poder antiinflamatorio y antioxidante. Y entre ellos, destacan las procianidinas de tipo B, moléculas por oligómeros de catequina que podemos encontrar en el chocolate con al menos un 85% de cacao, la manzana o la uva, especialmente en sus semillas. Los beneficios de estos micronutrientes abarcan la protección contra enfermedades cardiovasculares e infartos, pero también el control de la hipertensión, la dislipidemia -niveles perjudiciales de colesterol- y la intolerancia a la glucosa.
Las procianidinas de tipo B también mejoran la capacidad cognitiva del consumidor, ejerciendo su efecto sobre el sistema nervioso central mediante hormesis. Se trata de un fenómeno de respuesta cuya máxima eficacia se obtiene con dosis medias de la sustancia, para ir decayendo en concentraciones mayores. Esto dibuja una curva en forma de 'U', en el sentido de que una pequeña dosis de un compuesto potencialmente dañino puede inducir la activación de mecanismos de resistencia al estrés, lo que aumenta las capacidades de reparación y regeneración.
Los estudios in vitro habían identificado los potenciales efectos horméticos de las procianidinas de tipo B, pero no habían podido observarse en un organismo vivo hasta ahora. En un estudio publicado en la revista científica Frontiers of Nutrition, investigadores del Instituto de Tecnología Shibaura de Japón (SIT) revisaron los resultados de intervenciones sobre la respuesta hormética a la ingesta de estas moléculas. A continuación, realizaron experimentos in vivo para entender las posibles conexiones entre la hórmesis de las procianidinas de tipo B y la activación de receptores de neurotransmisores del sistema nervioso central.
Así, pudieron observar que una administración oral individual de una dosis óptima de flavanoles de cacao provocaba un aumento temporal de la presión arterial y del ritmo cardíaco en ratones. Pero la hemodinámica no sufrió cambios con el aumento o descenso de la dosis. El uso de bloqueadores de la adrenalina evitaba la aceleración del ritmo, lo que apuntaba a la relación con el sistema nervioso simpático (SNS), que controla la interrupción de estos betabloqueantes, con los cambios hemodinámicos y metabólicos inducidos por el consumo de la dosis óptima de procianidinas de tipo B.
Según la profesora Naomi Osakabe, líder del estudio, "estos resultados coinciden con los de los estudios de intervención tras una única ingesta de alimentos ricos en procianidina de tipo B, y apoyan la teoría de la respuesta a la dosis en forma de U, u hormesis, de los polifenoles". Los siguientes ensayos incluyeron una dosis elevada de flavanol de cacao y yohimbina (un bloqueador a2), así como oligómero de procianidina de tipo B y yohimbina. Todos ellos provocaron un aumento temporal pero notable de la presión arterial. "La desactivación del SNS puede ser inducida por una dosis elevada de procianidinas de tipo B", concluye Osakabe.
Los autores recuerdan que estudios anteriores han demostrado la actividad del eje cerebro-intestino en el control de las reacciones de tipo hormético frente a los estresores. En concreto, la activación del eje hipotalamo-hipofisario-adrenal (HPA) por un estímulo óptimo de estrés tiene un fuerte efecto sobre la capacidad para la memoria, la cognición y la resiliencia. Este despertar del HPA se produce con una única dosis de procianidina de tipo B, lo que sugiere que esta sustancia es un estresor natural para los mamíferos que estimula el sistema nervioso simpático.
"La hormesis y su capacidad para desencadenar reacciones bioquímicas ofrecen protección contra diversos procesos patológicos y relacionados con el envejecimiento, mejorando nuestra salud general y preparándonos para futuras situaciones de estrés", concluyen los autores. "Aunque la relación exacta entre las procianidinas de tipo B y el sistema nervioso central todavía debe dilucidarse, los beneficios para la salud de los alimentos ricos en procianidina de tipo B están fuera de toda duda".