Las migas, un plato que nació entre pastores trashumantes, actualmente es una receta más dentro de los menús tanto de restaurantes como propios de la casa. La base de esta receta son las migas de pan tostado, sin embargo, los añadidos pueden aumentar los riesgos para nuestra salud.
Entre los ingredientes de este grupo que se añaden habitualmente a las migas están los chorizos, longanizas, morcillas, tocino e, incluso, asaduras fritas. Estos elementos hacen más sabroso al plato, pero infinitamente menos saludable.
Según organismos como la OMS, a través de su Agencia Internacional de Investigación sobre el Cáncer (IARC), puso estos embutidos en la lista negra. Esta decisión está apoyada en diversos estudios epidemiológicos, recogidos por la entidad, que sugieren que los aumentos en el riesgo de padecer varios tipos de cáncer pueden estar asociados a un alto consumo de carne roja y/o procesada.
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La evidencia científica es clara. "Es bastante razonable señalar que el consumo regular de carnes procesadas es perjudicial para la salud, incluyendo el riesgo de cáncer colorrectal, diabetes tipo 2 y enfermedades cardiovasculares", señaló Frank Hu, profesor de Nutrición y Epidemiología y presidente del departamento de Nutrición de la escuela T. H. Chan de Salud Pública de Harvard, a The New York Times.
La carne procesada es aquella que se ha sometido a procesos de salazón, ahumado o maduración. Sin embargo, algunos expertos han indultado a algunas, como el jamón ibérico. Es por esto que, según el epidemiólogo Miguel Ángel Martínez-González, consumir 50 gramos de jamón ibérico, hasta cinco veces a la semana, no conlleva problemas.
Una investigación liderada por la Universidad de Oxford y respaldada por la organización Cancer Research UK (CRUK), señala que la carne procesada se relaciona con un mayor riesgo de sufrir cáncer si se compara con la carne roja. En concreto, aumenta el riesgo del colorrectal hasta un 20%, por cada 25 gramos de carne procesada consumidos al día.
Colesterol y demencia
La autora del artículo, directora científica principal de Investigación Epidemiológica de la Sociedad Estadounidense del Cáncer, explica que el principal problema de estos alimentos parece estar en el procesado, más que en la carne en sí.
El proceso de curar o conservar con nitratos y nitritos puede crear sustancias químicas cancerígenas en los alimentos. Estas aumentan el riesgo de padecer cáncer, además de fomentar el sobrepeso. También son ricas en ácidos grasos saturados, que provocan un aumento de los niveles de colesterol malo (LDL) en sangre.
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A esto hay que añadirle que la cocción de la carne a altas temperaturas puede formar carcinógenos adicionales, sobre todo en métodos como la parrilla o una sartén. Además, estas carnes tienden a tener un alto contenido de sodio. Un elemento que, en exceso, puede aumentar el riesgo de padecer hipertensión arterial y enfermedades cardiovasculares.
De igual modo, la carne procesada se relaciona con la demencia y la diabetes tipo 2, como señala un estudio que especifica que, Cada ingesta adicional de 25 g/día de carne procesada se asoció con un mayor riesgo de demencia por todas las causas.
Pero, ojo, que no vale con apartar estos ingredientes una vez cocinados. Como indica José Gallardo, dietista-nutricionista, "las migas suelen estar empapadas con la grasa de la panceta y el chorizo que componen el plato".
Como solución, se propone sustituir la panceta y el chorizo por el citado jamón serrano. El resto de los ingredientes que contienen las migas, como el pimiento choricero, no tienen inconvenientes y, de hecho, este último aporta fibra, vitaminas, antioxidantes y minerales, además de sabor. Por último, las migas suelen aliñarse con aceite de oliva, que mejora la salud cardiovascular, además de aportar vitamina E y antioxidantes.