Si no quieres que tu vida corra 'peligro', nunca deberás partir unos espaguetis antes de cocerlos cuando haya un italiano a tu alrededor. Y es que, pese a que existan dudas acerca de su origen transalpino, Italia es el país por excelencia de la pasta. Ese alimento que en alguna ocasión —y por extraño que parezca— ha llegado a provocar la muerte por un simple motivo: "¿Cuánto tiempo se puede mantener la pasta fresca?".
Aunque parece algo evidente, lo primero que debemos hacer en cuanto sepamos que van a sobrarnos algunas raciones de pasta es meterlas inmediatamente en la nevera. Una vez allí, se debe consumir entre tres y cinco días después de haberla introducido en el frigorífico. Eso sí, si estamos hablando de pasta y nada más. Porque si se ha guardado con alguna salsa, la fecha de consumición varía.
Por ejemplo, las caseras se mantienen hasta los cuatro días, al igual que las verdudas y la carne cocinadas. El huevo puede llegar al tercer día, y la carne picada y las salchichas a los dos. Pero si la elaboración contiene pescado, sin duda, deberíamos tomarlo al día siguiente de cocinarlo, como muy tarde, según la revista Consumer Eroski. Pero no entraremos en mencionar más ingredientes que puede llevar una pasta, vaya a ser que terminemos en un eterno debate, al estilo del de la paella o el de la tortilla con o sin cebolla.
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La pasta que se suele comprar en los supermercados tiene una vida útil de entre 30 y 90 días si se almacena en las condiciones adecuadas. Es por este motivo por el que se considera uno de los alimentos menos perecederos, junto con el arroz, aunque este último engorda más. Aunque si no fuera suficiente con tres, investigadores italianos —cómo no— han descubierto una nueva receta para conservar la pasta durante un mes más.
Pasta para cuatro meses
El equipo de científico italianos se puso manos a la obra para encontrar el recipiente idóneo en el que envasar la pasta el mayor tiempo posible. Para ello, tomaron 144 muestras de pasta corta y fina, conocida como trofie, que fueron a parar a tres envases distintos: un film convencional, otro menos permeable al agua y al oxígeno, y un tercero que utilizó estas mismas condiciones pero se le añadió a la masa de la pasta una mezcla de probióticos de múltiples cepas. Todas ellas se mantuvieron a una temperatura media de 4 grados.
Los resultados, que han sido publicados en la revista Frontiers in Microbiology, demostraron que el film limita la vida de este alimento. Así, el plástico convencional servía para mantener la pasta hasta pasados 90 días; a partir de entonces, aparecían mohos visibles a simple vista. Y es que una de las características de esta comida es que suele presentar ciertos síntomas cuando ha comenzado a ponerse mala, por lo que es fácil darse cuenta de que consumirla no será una buena idea.
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Ahora bien, los dos tipos de muestras que estuvieron almacenadas bajo un método experimental tuvieron más 'resistencia'. Así, los hongos no crecieron hasta los 120 días desde que se envasara la pasta. Los científicos apuntan, además, que los niveles de microbios consumidores de oxígeno habían crecido más lento que con el film convencional. Pero aquella a la que añadieron la mezcla de probióticos los niveles eran menores que en cualquiera de las otras dos.
Los investigadores italianos se sienten orgullosos de los resultados, pues no solo han conseguido prolongar la vida útil de la pasta fresca, sino que también han reducido el crecimiento de microbios no deseados. Esto sobre todo ha sido posible al uso de conservantes sintéticos que han hecho saltar la voz de alarma.
"Ahora bien, ¿es legal?"
Los propios autores del trabajo responden con contundencia ante la evidente pregunta de si se podrá comercializar con este producto: "Ya ha sido probado con el fabricante de pastas alimenticias que colaboró en el estudio. De esta manera, el nuevo envasado ha sido diseñado a partir del análisis de las necesidades de la propia empresa". Quien habla es la doctora Francesca De Leo, del Consejo Nacional de Investigación Italiano (CNR) y coautora de la investigación.
Aun así, en este estudio no se han analizado los posibles efectos que tendría en los consumidores este 'nuevo' alimento. Y es que a partir de ahora ya no solo estaría compuesto de sémola, agua, aceite y huevo, sino que también contendría una mezcla de probióticos.
Estos microorganismos son capaces de protegernos frente a enfermedades, pero lo cierto es que ya los podemos encontrar en nuestra alimentación diaria sin que nos hayamos dado cuenta. Por ejemplo, se pueden consumir mediante productos fermentados como el yogur. Sin embargo, no se debe generalizar con los probióticos, puesto que mientras que unos son específicos para problemas digestivos, otros ayudan a los problemas de acidez. Así que habrá que esperar —de nuevo— a que desde el país de la bota sienten cátedra acerca de este nuevo envase de la pasta.