La importancia de los ritmos circadianos -la exposición a la luz o la oscuridad- es un aspecto fundamental para la salud, confirma la evidencia científica. Alterar los ciclos de sueño y vigilia, así como las alteraciones como la omnipresencia de luz eléctrica tan frecuente en España tanto por nuestros hábitos tardíos como por el abuso de dispositivos con pantalla, acarrea consecuencias para el organismo.
Ahora, un nuevo estudio publicado en Diabetologia, la revista de la Asociación Europea para el Estudio de la Diabetes, sugiere que esta alteración de los ritmos circadianos también tendría efectos sobre el riesgo de diabetes: la exposición a la luz artificial exterior por las noches (LAN por sus siglas en inglés) se asociaría con un peor control de la glucosa en sangre, y por tanto en un mayor riesgo de sufrir diabetes.
El estudio, llevado a cabo por el Dr. Yu Xu y sus colegas del Instituto de Enfermedades Endocrinas y Metabólicas de Shanghái, el Hospital Ruijin y la Facultad de Medicina de la Universidad Jiaotong, plantea que la exposición a la LAN sería un factor de riesgo metabólico más a tener en cuenta. Más aún cuando se trata de un factor ambiental omnipresente en las sociedades modernas.
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De hecho, la intensidad de la contaminación lumínica urbana ha aumentado progresivamente durante los últimos años. Ya no afecta solo a los residentes de las grandes urbes, sino también a sus áreas periféricas, como las zonas residenciales a kilómetros de distancia.
Recordemos que el ciclo día-noche de la Tierra es el motivo por el que la mayoría de los organismos, incluidos los humanos, tienen un sistema de ritmo circadiano adaptado a las secuencias naturales de luz y oscuridad. Sin embargo, la contaminación lumínica altera este ritmo, y ya se ha constatado que da lugar a muertes prematuras en otras especies como insectos, pájaros y otros animales.
Se ha realizado diversos estudios sobre los efectos potenciales de la LAN en animales y seres humanos, pero el primero que reveló el peligro se efectuó en sl sur de la India. Se trazó un mapa con imágenes de satélite de la contaminación lumínica y se compararon con datos de marcadores generales de salud entre adultos de toda la región. La conclusión fue que, a mayor intensidad de LAN, mayor índice de masa corporal, tensión arterial sistólica y niveles de colesterol LDL o "malo" en la población expuesta.
En este nuevo estudio. se usó el Estudio de Vigilancia de Enfermedades no Transmisibles de China, una muestra representativa de la población general tomada en el año 2010 en 162 localizaciones de todo el país, con la participación de 98.658 adultos. Todos ellos se sometieron a entrevistas para recopilar información demográfica, médica, nivel socioeconómico, estilo de vida, educación e historial familiar. La edad media fue de 42,7 años.
Además, se tuvo en cuenta su peso corporal, altura, IMC y muestras de sangre para obtener sus niveles de glucosa en ayunas y tras las comidas. También se midió la hemoglobina glicosilada o HbA1c, un parámetro para calcular los niveles medios de glucosa sanguínea de los últimos 3 meses.
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A partir de datos de imágenes nocturnas de la superficie de la Tierra a cargo del Programa de Satélites Meteorológicos de Defensa de EEUU (DMSP), los investigadores asignaron a los participantes un nivel promedio de exposición a LAN según su ubicación. Dichos niveles se ordenaron de menor a mayor y se agruparon en cinco quintiles (grupos de 20%, de mayor a menor), siendo la mediana de la intensidad de la luz en el quintil más alto 69 veces mayor que en el más bajo.
La exposición a LAN varió sustancialmente en China, con la mayoría de las áreas expuestas a luz de baja intensidad, mientras que las intensidades más elevadas se situaban en las ciudades costeras del este. Los participantes que vivían en las áreas con mayor exposición a LAN tenían más probabilidades de ser mayores, tener un IMC más elevado y mayor nivel de ingresos, además de ser más proclives a vivir en áreas urbanas. En contraste, los menos expuestos a LAN reportaban mayores niveles de actividad física, pero un menor nivel educativo.
Por otro lado, los participantes del quintil más alto de exposición a LAN tenían un aumento del riesgo de hasta un 28% de sufrir diabetes respecto a los participantes del quintil más bajo. La exposición crónica a LAN se asoció con mayores niveles de glucosa sanguínea, intolerancia a la insulina y prevalencia de diabetes, además de una menor función de las células beta pancreáticas. Por cada 42 personas que viven en regiones más expuestas a LAN, había un caso más de diabetes que no habría ocurrido si esas personas viviesen en zonas de menor exposición.
Según los datos del estudio, se estima que más de 9 millones de casos de diabetes en adultos chinos podrían atribuirse a la exposición a la luz artificial, una cifra que podría aumentar con la urbanización acelerada y el aumento de migración del campo a la ciudad. Cabe recordar que el 83% de la población mundial y el 99% de los Estados Unidos y Europa viven bajo cielos con contaminación lumínica.