No creo que exista en España la persona que no recuerde a 'Los pistoleros del Eclipse' de Callejeros ni el resto de fauna nocturna que el programa se encargó de proporcionar sus cinco minutos de fama. La escena de una persona, claramente bajo los efectos del alcohol, que se pone hacer flexiones o incluso capoeira delante de la Guardia Civil que le observa, impasible, con el alcoholímetro en la mano, es algo que como conductor has observado por lo menos una vez en la vida.
Te habrás preguntado, seguro, si tal cosa funciona, igual que los otros tantos falsos mitos que circulan para poder esquivar la cifra delatora del test de alcoholemia, a pesar de los copazos que con nocturnidad y alevosía se han consumido. No te dejes engañar, beber alcohol no es compatible con conducir, por muchas flexiones que hagas o por mucho que intentes vomitar lo ingerido.
Masticar granos de café, beber aceite, chupar caramelos, hacer ejercicio, beber mucha agua, ingerir clara de huevo e incluso tomar cocaína justo antes de realizar el test de alcoholemia, son algunas de las locuras y mitos que todos los fines de semana repiten los conductores negligentes cuando son sorprendidos por la benemérita o la policía. Para entender por qué nada de esto funciona, veamos primero cómo funcionan tanto los alcoholímetros como los etilómetros.
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La mejor forma de conocer la cantidad de alcohol en sangre que tiene una persona sería a través de un análisis de sangre, sin embargo, existen aparatos igualmente fiables, cuyos resultados son más rápidos y además su realización es menos invasiva. Los niveles de alcohol en el aire exhalado son un dato que permite extrapolar el alcohol en sangre con una grandísima fiabilidad, según la administración de tráfico.
La gran mayoría del alcohol que proviene del aire exhalado viene de los bronquios, no del estómago. Esto tiene sentido ya que en los alveolos es donde se realiza el intercambio de moléculas entre el aire y la sangre, por ende, el alcohol en sangre pasa al aliento que se espira.
Los primeros alcoholímetros detectaban el etanol vaporizado en el aliento a través de un sistema de infrarrojos, una medición que se conseguía gracias a que esta sustancia absorbe una longitud de onda muy concreta. Sin embargo, este método no era del todo fiable, por eso, los siguientes modelos de medición funcionan en base a la oxidación natural de esta misma sustancia. A través de una célula electroquímica que consta de dos electrodos, ánodo y cátodo.
Hacer ejercicio o esperar un rato
El etanol se oxida en el ánodo, transformándose así en ácido acético, entonces los electrones liberados por esta reacción pasan al oxígeno atmosférico ubicado en el cátodo, generando como respuesta una corriente eléctrica que será proporcional a la concentración de alcohol.
De igual modo, la DGT realiza dos pruebas. El primero, llamado de aproximación o indiciario, que detecta positivos y negativos, es decir, la presencia de alcohol; y un segundo test evidencial, que confirma el primer resultado y precisa la cantidad exacta de alcohol en aire espirado. Por lo que utilizan dos dispositivos con sensibilidades diferentes. Ambas máquinas están certificadas por el Instituto Nacional de Metrología.
Al depender del aire exhalado, quedan ya descartadas todas las soluciones que involucren boca y estómago como comer chicles, sprays bucales o beber aceite. "Ingerir aceite o mucha agua después de haber bebido, para evitar un positivo en el test de alcoholemia, lo más que puede provocar es que vomites. Algo que tampoco te va a salvar, ya que lo que se va a medir es el alcohol que ya ha sido absorbido, que ya circula por el torrente sanguíneo. Da igual que lo tengas o no en el estómago", señala José Gallardo, dietista-nutricionista.
Existen tres formas por las que el cuerpo humano se libra o excreta el alcohol, evaporación, excreción y metabolización. Es cierto que hacer ejercicio y beber mucha agua puede acelerar el proceso de excreción a través de la evaporación con el sudor y de la micción. Sin embargo, alrededor del 90% del alcohol ingerido se excreta a través de la metabolización, un proceso del que se encarga el hígado y que es muy lento, pudiendo llegar a tardar hasta 19 horas. Te aseguramos que ningún agente va a esperar tanto.
Además, el sudor y la micción también llevan algo de tiempo, lo que incluso librarse de ese 10% sería complicado. Por esto y teniendo en cuenta que incluso con menos de 0,5 g/l de alcohol en sangre, el límite establecido por la DGT, ya se observan alteraciones en la capacidad para conducir, lo mejor es no beber nada de alcohol antes de coger el coche.