Los alimentos ricos en grasa tienen fama de ser malos para nuestra salud, pero esto no es siempre cierto. De hecho, algunos de ellos son imprescindibles en nuestra dieta. Las grasas pueden ser de muchos tipos: algunas favorecen las enfermedades cardiovasculares y otras, en cambio, nos protegen de ellas. Por eso, es importante diferenciarlos y animarnos a introducirlos en nuestra dieta. Aunque tienen fama de ser pesados para la digestión, lo cierto es que no hay mal momento en el día para tomarlos y el desayuno puede ser la ocasión perfecta.
Cuando pensamos en desayunos grasientos, es probable que nos venga a la cabeza una ración de churros o de porras. Sin embargo, estos son precisamente los alimentos ricos en grasa que no nos hacen ningún favor. Las grasas que deberíamos comer más a menudo son las que proceden de los frutos secos, las semillas o, incluso, las frutas: no sólo pueden considerarse saludables las grasas que contienen, sino también el resto de sus nutrientes. Suelen ser ricos en minerales, en vitaminas e, incluso, fibra y proteínas.
En concreto, las grasas saludables son las insaturadas porque han demostrado su poder para reducir el colesterol LDL —que se suele llamar también malo— y, por tanto, reducir la probabilidad de enfermedades cardiovasculares. La hipercolesterolemia, en este sentido, es uno de los factores de riesgo de las patologías del corazón. Por el contrario, las grasas saturadas —aunque en pequeñas cantidades también son necesarias— son responsables del exceso de este tipo de colesterol en la sangre. A continuación, tres desayunos grasientos que te ayudan a adelgazar y cuidan tu salud.
El aguacate
Los aguacates han dejado de ser considerados como una fruta exótica en España y ahora se encuentran en muchas despensas para ser utilizados en el desayuno. Cuando se encuentran en su punto óptimo para consumir, la carne de los aguacates es cremosa y, por lo tanto, fácil de untar sobre una tostada. Este alimento destaca entre el resto de frutas por ser una fuente de grasas y, en consecuencia, por ser una de las más calóricas que existen. También resulta llamativo su contenido de agua, menor que el del resto de frutas.
A pesar de ser un alimento muy calórico, los aguacates se han relacionado con la pérdida de peso: esto se debe a que esta fruta se considera muy saciante y, por lo tanto, evita que hagamos un sobreconsumo de calorías procedente de alimentos insanos. Además, tal y como se explica en este artículo de EL ESPAÑOL, los aguacates tienen poder antioxidante y antiinflamatorio, protegen contra la diabetes y cuidan el intestino. Son ricos en ácidos grasos monoinsaturados, que tienen poder cardiosaludable.
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Las nueces
Los frutos secos son alimentos muy preciados en España y, sin embargo, no les damos el papel que se merecen en la dieta. Los hemos rebajado a un simple picoteo cuando, en realidad, sus características nutricionales lo convierten en un componente muy importante de la dieta. Contienen una gran proporción de proteínas, de fibra y, por supuesto, de grasas. Estas últimas son especialmente relevantes en el caso de las nueces; si este fruto seco tiene fama de ser amigo del corazón es gracias a ellas.
Este efecto beneficioso sobre el sistema circulatorio está respaldado por varios estudios científicos. Por ejemplo, éste de la Universidad Estatal de Pensilvania (Estados Unidos) que fue publicado en Journal of the American Heart Association. Los investigadores observaron que los participantes que comían nueces enteras en vez de otros alimentos ricos en grasas saturadas mejoraron sus niveles de presión arterial. Además, se han asociado con la pérdida de peso y la salud de los huesos y del intestino.
Aceite de oliva virgen extra
Tanto para cocinar como para acompañar una comida, el oro líquido de España sigue siendo una de las grasas más saludables de todo el mundo. Sus características químicas permiten que sea sometido a altas temperaturas sin que su estructura empeore. Por eso, no sólo debemos reservarlo para las ensaladas o los alimentos crudos, sino que usarlo para saltear puede resultar muy beneficioso. La protección que el AOVE —como lo llaman ahora— brinda al corazón ya es legendaria y se puede añadir en el desayuno echando un chorrito sobre la tostada.
Buena parte de esa protección la llevan a cabo sus grasas que son, mayoritariamente, monoinsaturadas. Pero no son las únicas que están involucradas: el aceite de oliva está repleto de componentes antioxidantes que contribuyen a reducir el daño oxidativo que producen los radicales libres. Este daño está relacionado con la aparición de enfermedades cardiovasculares y también de algunos tipos de cáncer. Su poder antiinflamatorio también contribuye a reducir la inflamación de los vasos sanguíneos.