Legumbres como la soja son capaces de reducir los niveles de colesterol total y los de colesterol LDL o "colesterol malo" en particular. Esto, a su vez, les otorga un potencial efecto protector frente a enfermedades cardiovasculares y metabólicas como la aterosclerosis o el hígado graso.
Ahora, un grupo de investigadores de la Universidad de Illinois Urban-Champaign, dirigidos por la profesora de ciencias de los alimentos y nutrición humana Elvira González de Mejía, ha descubierto que la soja es especialmente efectiva para reducir este colesterol y los triglicéridos gracias a un bloqueo metabólico. Sus hallazgos se han publicado recientemente en la revista Antioxidants.
Y es que, según explica este nuevo trabajo, la soja posee una proteína capaz de bloquear la producción de una enzima hepática involucrada en el metabolismo de los triglicéridos y las lipoproteínas de baja densidad (LDL). Esta proteína es la B-conglicinina, presente en la harina de soja.
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Tal y cómo explica González de Mejía, "los efectos de la soja sobre el metabolismo del colesterol no solo están asociados con sus concentraciones y composición de proteínas, sino también con los péptidos incrustados en ellos que se liberan durante la digestión gastrointestinal".
Así pues, para este estudio, los investigadores desengrasaron y molieron en harina 19 variedades de soja, cada una de ellas con diferentes proporciones de las dos proteínas. La proporción de glicinina oscilaba entre el 22-60%, y la B-conglicinina entre el 22-52%.
Usando una simulación de la digestión humana validada por otros estudios, el equipo mezcló secuencialmente las harinas de soja desgrasadas con varios fluidos y enzimas. El objetivo era imitar las fases de digestión oral, gástrica, intestinal y colónica. Así se identificaron 13 péptidos bioactivos producidos durante la digestión, que provenían en su mayor parte de la glicinina y la B-conglicinina.
Posteriormente se comprobó la capacidad de los materiales digeridos para inhibir la actividad de HMGCR, una proteína que controla la tasa de síntesis de colesterol. Según sus hallazgos, las propiedades inhibidoras de estos materiales serían de 2 a 7 veces menos potentes que la simvastatina, un popular fármaco para tratar la hipercolesterolemia que se usó como control en el estudio.
Tras clasificar las variedades de soja según su composición de glicinina y B-conglicinina y sus propiedades inhibidoras de HMGCR, se seleccionaron cinco variedades para continuar con el estudio. Empezaron por células que ya estaban expuestas a ácidos grasos para imitar la enfermedad del hígado graso, con el objetivo de comprender el papel de las proteínas de soja digeridas.
Se midieron varios parámetros asociados al colesterol y el metabolismo de los lípidos, además de otros marcadores -HMGCR y ANGTL3- que afectan de forma positiva o negativa al metabolismo lipídico. Esta última es una proteína secretada por el hígado, clave en la modulación del metabolismo de los lípidos, capaz de inhibir las enzimas involucradas en el metabolismo de los triglicéridos, el colesterol LDL y el colesterol HDL. Tanto HMGCR como ANGPTL3 se sobreexpresan en la enfermedad del hígado graso.
Según los datos del estudio, la secreción de ANGPTL3 se triplicó tras la exposición de las células hepáticas a los ácidos grasos. Sin embargo, el equipo encontró que los péptidos de tres de las variedades de soja digeridas redujeron la secreción de ANGPTL3 entre un 41-81% en correlación con sus proporciones de glicinina y B-conglicinina. Así, aumentarían la absorción de colesterol LDL entre un 25-92% según la variedad de soja y sus proporciones de glicinina y B-conglicinina.
Dicho de otra manera, a mayores concentraciones de B-conglicinina, mayores reducciones de los niveles de LDL oxidado, colesterol esterificado, trigliceridos y HMGCR en sangre. Los investigadores estiman que los péptidos de soja diferidos reducirían la acumulación de lípidos entre un 50% y un 70%, comparables a la simvastatina, que reduciría su acumulación un 60%.
De momento se trata de un estudio basado en una simulación, pero los investigadores sugieren que estos compuestos bioactivos de la soja tendrían suficiente potencial para tenerlos en cuenta y recomendar el consumo de esta legumbre como forma de prevenir la hipercolesterolemia, o al menos ayudar a controlarla.