El yogur es uno de los artículos que más se repite en nuestras listas de la compra porque son muy útiles en el día a día: apetecen en el momento del postre, de la merienda o también en el desayuno. Ahora bien, cuando vamos a comprarlos debemos andarnos con ojo porque la sección del supermercado en la que se encuentran está llena de opciones insanas, aunque en un primer momento puedan parecernos todo lo contrario. De hecho, podemos decir que la inmensa mayoría de los yogures no son saludables.
Probablemente te estés preguntando en qué equipo se encuentra tu yogur favorito: si su sabor es dulce, —lo siento— pertenece al grupo malo. Los yogures del supermercado que sí son saludables tienen un sabor ligeramente ácido; es decir, el sabor que tienen los yogures naturales, ya sean de los normales, de los griegos o, incluso, con un plus de proteínas. ¿No te gustan los que tienen este sabor? Bueno, los puedes endulzar con fruta o frutos secos mientras añadas estos ingredientes tú mismo.
Esto se debe a que los yogures que llevan trozos también contienen azúcares añadidos y son, en general, ultraprocesados. Por esta razón, la gran mayoría de los yogures se han colocado en el punto de mira de los nutricionistas y médicos: contienen demasiados ingredientes que anulan los beneficios del yogur clásico. De hecho, estos productos pueden perjudicar la salud de sus pacientes, especialmente si tienen la costumbre de consumirlos a diario o padecen algunos tipos de enfermedades.
A continuación, cuatro razones por las que los médicos piden que elimines casi todos los yogures de tu dieta.
Nos engañan
Muchos de nosotros pensamos cuando tomamos un yogur de cualquier tipo que estamos comiendo saludable. ¡No es culpa nuestra! Desde pequeños hemos escuchado que los yogures de sabores son fuente de calcio o, incluso, nos lo daban con la dieta blanda para el dolor de tripa. Estos reclamos nos han hecho pensar que todos los yogures son buenos, pero no nos contaban nada de que la mayoría son ultraprocesados.
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Con el tiempo aparecieron los yogures con trozos de fruta, de cereales, de frutos secos o, también, con un chorrito de miel. Todos estos ingredientes tienen fama de ser muy buenos para nuestra salud, pero estos yogures tienen gato encerrado. Como se explica más arriba, los yogures con trozos están tan procesados como cualquier yogur de sabores y los que contienen miel no son muy distintos a los azucarados.
Contienen azúcar
El principal problema con el que cuentan los ultraprocesados es que la industria les añade ingredientes para mejorar su textura y su sabor, pero a la vez empeoran sus cualidades nutricionales. En el caso de los yogures, el ingrediente que más los pervierte es el azúcar: se utiliza para restarle acidez, pero acaban pareciéndose más a cualquier postre dulce e insano que al producto de origen, que sí era saludable.
En este sentido, el azúcar se encuentra presente en la inmensa mayoría de los yogures que se comercializan: desde los yogures con trozos, que pueden parecer saludables, hasta los que son más evidentemente insanos, como los yogures con pedazos de chocolates. Sólo los yogures naturales suelen estar libres de esta sustancia que se ha relacionado con el aumento de peso corporal y enfermedades como las cardiovasculares y la diabetes.
Son prescindibles
Circula la leyenda sobre que los lácteos son imprescindibles para tener una salud de hierro, pero esto no es cierto. El calcio es un mineral muy importante para la densidad de los huesos y también para la salud de los músculos y del corazón, aunque no sólo se encuentra en estos alimentos. La leche y el yogur son métodos fáciles de obtener este micronutriente, pero también lo podemos incorporar con sardinas, brócoli o almendras.
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Es decir, se puede vivir perfectamente sin tomar leche, queso o yogures, y si no, que se lo pregunten a los intolerantes a la lactosa y a quienes tienen alergia a la leche. En cualquier caso, tomar alimentos a base de leche es saludable —siempre y cuando nos sienten bien y elijamos los menos procesados— y es una forma sencilla de tomar minerales, proteínas y también grasas saludables.
¿Para la microbiota?
Las bacterias beneficiosas que viven en nuestro intestino han adquirido un gran interés en los últimos años y, con ellas, el yogur. Se dice a menudo que el yogur está cargado de estas bacterias y que tienen la capacidad de instalarse en esta parte del aparato digestivo. Sin embargo, algunos nutricionistas sostienen que no es tan importante como nos quieren hacer creer. Julio Basulto explica en esta entrevista para EL ESPAÑOL que, en realidad, nos está distrayendo.
El experto explica que nuestro intestino es capaz por sí mismo de generar sus propias bacterias saludables y que el problema se encuentra más en lo que comemos que en lo que no comemos. Es decir, que la solución no es comer más yogur o alimentos fermentados, sino más fibra y alimentos vegetales que contribuyan a su buen estado. Es decir, que antes de consumir más yogur —que no está mal— debemos tomar más vegetales si lo que queremos es cuidar la microbiota.