Si hace algunas semanas hablamos de uno de los ingredientes más típicos de la Región de Murcia, la ñora, hoy toca volver al sureste mediterráneo. Así conoceremos uno de sus platos más populares: el zarangollo. Se trata de un plato a base de huevo, cuyas versiones tradicionales están fuertemente influenciadas por los ingredientes locales que se encuentran en esta zona.
Para prepara el zarangollo, se cubre una sartén con aceite de oliva y luego se agregan varias verduras. La versión tradicional de este plato tiene como ingredientes básicos, cebolla, calabacín y huevo. Una alternativa es añadirle también patata, así como algunas especias como el orégano. Para su elaboración, se fríen juntas la cebolla con la hortaliza, y poco a poco se van haciendo en su propio jugo. Después, se echan los huevos para que se vayan cuajando poco a poco. Puede presentarse sobre rebanadas de pan tostado para comer como tostas o en un plato adornado con perejil picado. En Cocinillas encontramos una de las posibles recetas para hacerlo en casa.
El zarangollo comparte muchas características con otro plato típico de la gastronomía española: el pisto. Ambos contienen huevos mezclados con verduras, aunque este incluye una mayor cantidad de tomate y se cubre con un solo huevo frito. Por lo general, el zarangollo se sirve como aperitivo o guarnición, pero también puede servir como plato principal, y se encuentra con frecuencia en los restaurantes y bares de tapas en cada vez más lugares, incluso fuera de España.
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Calabacín: saludable ingrediente estrella
Los valores nutricionales dependen de los ingredientes que finalmente se incluyan, aunque el resultado siempre será saludable. El principal responsable es el calabacín, un vegetal con una composición muy rica en agua, llegando a alcanzar un 90% de su peso en líquido. Por esta razón, son bajos en calorías, proporcionando solo unas 15 kcal por cada 100 gramos. Pero a pesar de su escaso aporte energético, son una excelente fuente de minerales, sin grasas ni colesterol.
Entre los minerales que aportan los calabacines destacan el potasio, el fósforo, el magnesio y el calcio, todos ellos importantes para el correcto funcionamiento del organismo humano. Además, son una buena fuente de vitaminas, incluyendo la vitamina C, la B3 y la provitamina A. Otro de los beneficios nutricionales del calabacín es su alto contenido en fibra alimentaria gracias a la presencia de celulosa. Es esencial para mantener una buena salud digestiva, prevenir el estreñimiento y reducir el riesgo de enfermedades crónicas como la diabetes, la obesidad y el cáncer de colon.
Cebolla: fibra y vitamina C
La principal característica de la cebolla, junto con su fuerte sabor, es también su alto contenido de agua (89%). Por eso, se trata de un alimento muy bajo en calorías y cuyo nutriente principal son los hidratos de carbono, seguidos de la fibra. Además, una porción de 150 gramos proporciona el 48% de la ingesta diaria recomendada de vitamina C, que protege las células de la oxidación.
Pero no solo eso, también es una buena fuente de potasio y oligoelementos, así como de fitoquímicos como el flavonoide quercitina, que tiene propiedades antiinflamatorias y puede mejorar la salud cardiovascular y digestiva.
La cebolla es prebiótica, lo que significa que estimula el crecimiento de bifidobacterias en el intestino, ayudando a mantener el equilibrio de la flora intestinal y reducir el riesgo de cáncer de colon. Además, su bajo contenido de sodio y alto en potasio le otorgan propiedades diuréticas que pueden ser beneficiosas para edemas, hipertensión e hinchazón de piernas.
Las proteínas del huevo
El contenido proteico del huevo es de alta calidad, fundamental para mantener y reparar los tejidos, especialmente los musculares y óseos. Es una excelente opción para los deportistas y personas mayores que buscan aumentar la densidad de los huesos. Además, el huevo contiene una alta proporción de aminoácidos esenciales, los cuales nuestro cuerpo no puede producir y debemos obtener de los alimentos.
También es rico en ácido oleico monoinsaturado, presente en el aceite de oliva, que es beneficioso para la salud cardiovascular y hepática. La colina es otro nutriente fundamental para el desarrollo de nuestro organismo, ya que su deficiencia puede provocar problemas de crecimiento, infertilidad, hipertensión y pérdida de memoria. Los huevos también son una gran fuente de vitaminas y minerales como el fósforo y el potasio. Finalmente, la luteína y zeaxantina son otros de sus nutrientes que actúan como antioxidantes y protegen nuestros ojos.