Aunque poco a poco estamos consumiendo menos azúcar que hace unas décadas, la realidad es que deberíamos seguir reduciendo y restringiendo su consumo, sobre todo en cuanto a azúcares añadidos o "azúcares libres" se refiere.
Así lo sugeriría una nueva y exhaustiva revisión publicada en The BMJ tras analizar más de 70 estudios: no deberíamos consumir más de seis cucharaditas diarias de azúcar, ni más de una bebida azucarada semanal.
Se sabe que el consumo excesivo de azúcar tiene efectos negativos para la salud. De hecho, la Organización Mundial de la Salud sugiere reducir el consumo de azúcares libres o añadidos a menos del 10% de la ingesta total de energía diaria. Pero las nuevas evidencias abogarían por reducir más si cabe dicho consumo.
Pero antes de dar ningún consejo, o de modificar las políticas nutricionales existentes, hay que evaluar concienzudamente la calidad de la evidencia existente. Por ello, un grupo de investigadores con sede en China y Estados Unidos han llevado a cabo una revisión general para evaluar la calidad de la evidencia actual, los posibles sesgos de la misma, y la validez de todos los estudios disponibles sobre el consumo de azúcar en la dieta y sus potenciales efectos sobre la salud.
En este caso se llevó a cabo una revisión donde se incluyeron 73 metanálisis (67 de estudios observacionales y 6 de ensayos clínicos controlados y aleatorizados) de 8601 artículos en total, que cubrían 83 resultados de salud tanto en adultos como en niños. Es lo que se conoce como "una revisión de revisiones".
Se evaluó la calidad metodológica de los artículos incluidos y se calificó la evidencia de cada resultado con calidad alta, moderada, baja o muy baja para obtener conclusiones.
El perjuicio
Como resultado, se encontraron asociaciones perjudiciales significativas entre el consumo de azúcar dietético y 18 resultados de salud endocrinos o metabólicos, incluyendo la diabetes, la gota y la obesidad; 10 resultados cardiovasculares, incluyendo hipertensión, infarto cardíaco y accidente cerebrovascular; 7 resultados de cáncer, incluyendo cáncer de mama, próstata y páncreas; y otros 10 resultados que incluyen patologías como el asma, caries dental, depresión y muerte.
Por otro lado, se detectó evidencia de calidad moderada que indicaba una relación significativa entre el consumo de bebidas azucaradas y el aumento del peso corporal al comparar elevados consumos de azúcar con bajos consumos del mismo. Así mismo, cualquier consumo de azúcar añadido se asoció con una mayor acumulación de grasa hepática y muscular en comparación a no consumirlo.
Por su parte, se detectó evidencia de baja calidad que indicaba que por cada bebida azucarada semanal aumentaba el riesgo de gota en un 4%, y por cada 250 ml/día de bebidas azucaradas, aumentaba el riesgo de enfermedad coronaria en un 17%, y de mortalidad en un 4%. Así mismo, también se detectó que por cada incremento de 25 g/día de ingesta de fructosa, el riesgo de cáncer de páncreas aumentaba un 22%.
En general, ninguna evidencia confiable encontró asociaciones beneficiosas entre el consumo de azúcares añadidos y cualquier resultado de salud. Sin embargo, sí hubo excepciones, como los tumores cerebrales tipo glioma, colesterol total, diabetes tipo 2 y mortalidad por enfermedad cardiovascular. En este caso, según los investigadores, dichas supuestas asociaciones favorables no estaban respaldadas por pruebas solidas, por lo que los resultados deberían interpretarse con cautela.
Como limitaciones de esta revisión de revisiones, los investigadores reconocen que la mayoría de la evidencia disponible es principalmente observacional y de baja calidad, y puntualizan que la evidencia que relaciona el consumo de azúcar añadido con el cáncer sigue siendo limitada, pero esto a su vez justifica la necesidad de continuar investigando al respecto.
Aún así, como conclusión, y teniendo en cuenta la actual guía de la OMS, el Fondo Mundial para la Investigación del Cáncer y el Instituto Estadounidense para la Investigación del Cáncer, los autores sugerirían reducir el consumo de azúcares añadidos a menos de 25 gramos diarios (seis cucharaditas diarias), y limitar el consumo de bebidas azucaradas a menos de una porción semanal (200-355 ml semanales como máximo).