El deterioro cognitivo puede afectar varias áreas de la cognición humana, incluyendo la memoria, la atención, el razonamiento, el lenguaje, la capacidad de tomar decisiones y hasta la resolución de problemas. Algunos de los síntomas comunes incluyen olvidar información reciente, dificultad para concentrarse, cambios en el lenguaje y la comunicación, desorientación espacial y temporal, y dificultades para realizar tareas cotidianas.
La causa más común de este declive en los adultos mayores es la enfermedad de Alzheimer, una forma de demencia progresiva que afecta la memoria y otras funciones cognitivas. Sin embargo, también existen otras condiciones médicas y hábitos que pueden contribuir al deterioro cognitivo como el deterioro vascular, la enfermedad de Parkinson, el consumo excesivo de alcohol, el uso prolongado de ciertos medicamentos y la depresión.
Es importante destacar que esta merma de capacidades no todas las personas la experimentan al mismo nivel. Algunos pueden mantener un buen funcionamiento mental a lo largo de sus vidas, mientras que otros pueden experimentar un deterioro más significativo. Como hemos explicado, el tipo de vida que se lleve tiene una fuerte relación con este deterioro o viceversa, puede suponer una medida perfecta de prevención del mismo.
"Una mala alimentación no solo va a hacer que aumentes de peso o puedas padecer obesidad, hipertensión o diabetes tipo 2. También se relaciona con un deterioro cognitivo mayor. Por ejemplo, aún en personas jóvenes, se ha demostrado que el azúcar tiene un efecto negativo sobre la memoria", señala Concepción Martínez, dietista-nutricionista.
Aquí es donde la dieta juega un papel fundamental, en un concreto una vitamina que según Uma Naidoo, una investigadora de Harvard, psiquiatra nutricional y autora de This is your brain in food, es clave para proteger uno de los órganos más importantes, el cerebro. "El grupo de vitaminas que más priorizo para mantener mi cerebro joven y saludable son las vitaminas B", destaca Naidoo.
La ciencia ya ha revelado una relación muy fuerte entre la vitamina B y problemas neurológicos como la demencia, la depresión y el deterioro mental. Un estudio de la Facultad de Medicina de la Universidad Estatal de Wayne, EEUU, demuestra que una deficiencia de vitamina B12 influye en la depresión.
En concreto, esta vitamina, al ser esencial para la formación de glóbulos rojos y el mantenimiento de un sistema nervioso saludable, así como para la rápida síntesis de ADN durante la división celular, tener un déficit de la misma produce alteraciones en el estado de ánimo. Sobre todo, en la población más mayor. Sin embargo, dentro del grupo B hay muchos subgrupos de vitaminas, cada una con unas tareas que hacer en el cuerpo.
B1 para obtener energía
La tiamina o vitamina B1, es una vitamina clave en la obtención de energía a través de los distintos nutrientes procedentes de los alimentos y en las funciones básicas de las células. Al estar siempre en funcionamiento el cerebro necesita de vitaminas de forma constante. No contar con suficiente B1 en el cuerpo puede producir problemas neurológicos.
B2 si tomas medicamentos
La riboflavina o B12 se asocia con las enzimas de células implicadas no solo en la obtención de energía, sino también en la descomposición de grasas y medicamentos. Por lo que esta vitamina está muy relacionada con la asimilación y la expulsión de fármacos.
B3 para reducir la inflamación
La niacina o B3, funciona en alianza con 400 enzimas vinculadas a la producción de grasas y colesterol que el cuerpo necesita para funcionar. De hecho, las grasas son el principal combustible del cerebro, por lo que la B3 es una de las mejores vitaminas del grupo B para prevenir el deterioro cognitivo. Además es antioxidante y se ha vinculado con la reducción de la inflamación.
B5 es clave para el cerebro
El ácido pantoténico o B5 es otra de las vitaminas del grupo B que se relaciona directamente con el correcto funcionamiento del cerebro. Es necesaria para la producción de coenzima A, clave en la generación y descomposición de los ácidos grasos con los que se obtiene la energía.
B6 es anticancerígena
La piridoxina o B6 ayuda a prevenir enfermedades como ciertos tipos de cáncer. Además está implicada en las reacciones químicas que se producen durante la función inmunológica y la salud cerebral.
B7 mejora la comunicación celular
La biotina o B7, regula las señales celulares para facilitar las reacciones y la comunicación en el organismo. También está relacionada con la desintoxicación celular y ayuda a convertir los alimentos en glucosa, produciendo ácidos grasos y aminoácidos.
B9 para huesos y dientes
En cuanto al folato o B9, sus funciones están relacionadas directamente con los neurotransmisores y la salud. En concreto, se vincula a la formación de huesos y dientes. También es necesaria para que el cuerpo produzca proteínas para el crecimiento, conservación y reparación de células y tejidos.
B12 para conservar el buen humor
En cuanto a la cobalamina, esencial para la formación de glóbulos rojos, el ADN y el correcto funcionamiento del sistema nervioso, también se la relaciona con la salud cardiovascular y la aparición de la demencia en caso de déficit, además de estar relacionada con las alteraciones de humor, tal y como señalamos en líneas anteriores.