En la mayoría de los hogares de España se pueden encontrar los cinco productos que se han bautizado como los venenos blancos: alimentos con pinta de ser inofensivos, pero que amenazan con destruir nuestra salud. Bueno, tampoco son para tanto; en realidad, se trata de alimentos que resultan peligrosos cuando se abusa de ellos o cuando quienes los toman padecen alguna condición que les hace especialmente susceptibles a ellos. Estos alimentos malditos son el azúcar, la sal, la harina refinada, el arroz y la leche.
Ahora bien, los expertos no están de acuerdo con esta clasificación e, incluso, destacan que a uno de ellos se le ha colgado un sambenito especialmente injusto. En los últimos años muchas personas le han declarado la guerra a la leche sin demasiada evidencia científica. Si no padecemos una intolerancia a la lactosa —en España se calcula que la padece un 30% de la población—, beber leche es una manera de aportar a nuestra dieta proteínas y calcio de una manera fácil. Eso sí, la leche no es imprescindible y tampoco un veneno.
¿Lo son el resto de alimentos? No, pero es cierto que en España se abusa de su consumo y su uso en la alimentación y deberíamos reducir su presencia. El abuso de estos alimentos puede elevar el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares, pero sobre todo cuando se padecen algunos factores de riesgo como hipertensión o diabetes, o cuando quien abusa mantiene hábitos poco saludables de vida, como el sedentarismo. Las enfermedades del corazón siguen siendo las que más matan en España, en 2021 representaron el 26,4% del total de fallecimientos.
A continuación, los cuatro venenos blancos que todos tenemos en la despensa:
El azúcar
Sin duda, esta sustancia se ha convertido en el gran enemigo de la nutrición en los últimos años: el azúcar está por todas partes y hasta hace poco no lo sospechábamos. Aunque la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha pedido que el consumo de azúcar libre no suponga más del 10% de las calorías de la dieta, recomienda que para mejorar nuestra salud sea inferior al 5%. El problema es que a través de muchos alimentos procesados tomamos azúcar sin darnos cuenta.
[El 'veneno blanco' que incluyen el pan y la pasta en España sobre el que alertan los médicos]
Los azúcares son uno de los alimentos más básicos en la alimentación, pero su efecto sobre el cuerpo varía mucho en función de cómo se tomen: los que se toman a partir de refrescos o, incluso, a través de la miel —que parece más sana—, resultan perjudiciales porque aumentan el riesgo de obesidad y de diabetes; los que se toman a través de la fruta u otros vegetales con fibra no perjudican nuestra salud.
La sal
La mayoría de nosotros no somos conscientes de la cantidad de sal que tomamos hasta que nos diagnostican una hipertensión y nos prohíben esta sustancia. De todas formas, también tiene un papel fundamental en nuestra dieta diaria: "La ingesta de sal de mesa aporta el 90% del sodio de nuestra dieta. En personas sanas, la OMS recomienda ingerir menos de 5 gramos de sal al día (lo que equivale aproximadamente a una cucharadita", explica este artículo de EL ESPAÑOL.
Sin embargo, la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (Aesan) calcula que los españoles tomamos hasta 9,8 gramos cada día, es decir, prácticamente el doble de lo recomendado. Consumir demasiada sal aumenta la tensión arterial a cualquier edad y su exceso en la alimentación se ha relacionado con un mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares, cáncer gástrico y accidentes cerebrovasculares como el ictus.
La harina refinada
Este tipo de harina se encuentra presente en un sinfín de alimentos de los que consumimos a diario: en el pan, en la pasta, en las galletas o en la bollería. Para elaborarla, antes de moler los granos de trigo se ha procedido a retirarles la capa de salvado que los envuelve y que los provee de fibra y minerales. Sin esta capa, los almidones del trigo se reducen muy rápidamente en azúcares simples que aumentan nuestro riesgo de diabetes y obesidad.
"Comer pan blanco es como comer azúcar. Te metes un trozo de miga de pan blanco en la boca y enseguida te sabe dulce. De hecho, el pan blanco produce los mismos picos de glucosa en sangre que el azúcar y es tan malo para la salud como este", explica el epidemiólogo Miguel Ángel Martínez-González en su libro ¿Qué comes? Ciencia y conciencia para resistir (Planeta, 2020).
El arroz blanco
Aunque en España estamos acostumbrados a tomarlo blanco, el arroz de manera natural es marrón porque el grano está recubierto de salvado, una cáscara que lo protege. Al igual que pasa con el grano de trigo, el salvado del arroz contiene una gran cantidad de fibra y minerales que es capaz de reducir el índice glucémico tras comerlo. Sin embargo, cuando lo comemos blanco, descascarillado, los carbohidratos que lo componen se descomponen muy rápido y se introducen en nuestro torrente sanguíneo a gran velocidad.
El arroz es, sin duda, una de las guarniciones más recurrentes en la gastronomía de España, pero también es importante en sus platos principales. Por eso, deberíamos dar más protagonismo al arroz integral o reducir la frecuencia con la que lo tomamos: "Científicos de la Universidad de Harvard publicaron una investigación en la que revelan cómo ingerir este alimento a diario podría incrementar el riesgo de padecer diabetes de tipo 2", explica este artículo de EL ESPAÑOL.