España es reconocida en el mundo entero como un país que destaca por su alta esperanza de vida y su dieta saludable. No es casualidad, por tanto, que muchos expertos sugieren que ambos aspectos van de la mano: es decir, que la dieta mediterránea que practicamos aquí nos protege de algunas enfermedades y nos ayuda a vivir más años. Y, si bien es cierto que esta dieta tiene ese potencial, los españoles nos la llevamos saltando algunas décadas. Nuestra dieta cada vez se parece más a la malsana dieta occidental.
Los científicos nos recuerdan que la dieta mediterránea se basa en los vegetales, y no sólo las frutas y las verduras, sino que debemos acordarnos más a menudo de las legumbres y de los frutos secos. No sólo aportan fibra y vitaminas, sino que estos dos últimos grupos de alimentos también contienen proteínas vegetales. Al contrario de lo que se suele pensar, la carne de mamíferos no es tan importante en esta dieta como sí lo son los pescados o también las pequeñas porciones de queso.
Sin embargo, tendemos a pensar que la dieta mediterránea y la gastronomía tradicional española son lo mismo y, por eso, confundimos algunos alimentos típicos que se deberían tomar muy de vez en cuando con alimentos saludables. Mientras que las legumbres, las hortalizas o los frutos secos han demostrado su capacidad de prevenir las enfermedades, algunos alimentos que hemos tomado en España durante toda la vida han demostrado todo lo contrario. A continuación, tres alimentos que han sido relacionados con más riesgo a ciertas enfermedades.
El chorizo
Es posible que, por detrás de la paella, el chorizo sea uno de los alimentos por los que más conocen a los españoles en el extranjero. Que se lo pregunten al bueno de Jamie Oliver, el chef británico al que se le ocurrió echar este embutido en una paella en 2016 y recibió una oleada de mensajes de odio de nuestros paisanos. El caso es que, aunque es icónico y por supuesto delicioso, el chorizo es uno de los tipos más evidentes de carne procesada.
¿Y qué pasa? Pues que en el año 2015 la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró que el consumo habitual de carnes procesadas se relaciona con un mayor riesgo de cáncer y, concretamente, en colon y recto. La Agencia Internacional de Investigación sobre el Cáncer (IARC, por sus siglas en inglés) fue la encargada de revisar hasta 800 estudios y concluyó que cada porción de 50 gramos de carne procesada consumida diariamente aumenta un 18% el riesgo de cáncer colorrectal, como quedó plasmado en su estudio para The Lancet.
El vino
Si los españoles tenemos fama de ser muy longevos, es el vino tinto el que tiene fama de ser nuestro Santo Grial. Y, más concretamente, es el resveratrol el que ha acaparado la fama de ser una sustancia anticáncer y antiinflamatoria. Se ha enquistado en nuestra sociedad el mito de que beber una copa al día tiene el poder de alargar nuestra vida, pero existen varios estudios científicos que afirman justamente lo contrario.
De hecho, consumir alcohol a largo plazo e, incluso, en cantidades limitadas se ha asociado a la aparición de enfermedades como la hipertensión, las enfermedades cardíacas y cerebrovasculares, enfermedades del hígado y del aparato digestivo, algunos tipos de cáncer, demencias, depresiones, adicción y ansiedad, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés). En este artículo, la Universidad de Pensilvania afirmó que "cuanto más alcohol se consumía, más se reducía el tamaño cerebral".
El pan blanco
Existen pocos alimentos en nuestra dieta que comamos con tanta frecuencia como el pan: lo utilizamos para hacernos tostadas en el desayuno, para empujar la comida o, incluso, para hacernos un bocadillo rápido de cena. Por desgracia, el pan que más nos gusta en España es el pan blanco y para elaborarlo se separa la capa de salvado del resto del grano de trigo para molerlo. Con este proceso, se pierde fibra y también minerales y vitaminas.
El epidemiólogo Miguel Ángel Martínez-González, experto en la dieta mediterránea y autor del libro ¿Qué comes? Ciencia y conciencia para resistir (Planeta, 2020) califica al pan blanco como un combustible de rápida absorción. "Si ya tenemos exceso de peso o resistencia a la insulina, el pan blanco es una auténtica bomba", sentencia el médico. "Comer pan blanco es como comer azúcar. Te metes un trozo de miga de pan blanco en la boca y enseguida te sabe dulce. De hecho, el pan blanco produce los mismos picos de glucosa en sangre que el azúcar y es tan malo para la salud como este".