En una época de elevada longevidad, ralentizar el reloj epigenético para gozar de un organismo más joven de lo que dicta nuestra edad cronológica es imprescindible. No se trata de vanidad, sino de evitar en lo posible las enfermedades crónicas que deterioran la calidad de vida en la tercera edad. Y la dieta es uno de los principales factores para conseguirlo. 

Múltiples estudios han confirmado que la alimentación puede detener el declive cognitivo asociado a la edad. Existe un patrón alimentario, la dieta MIND, concebido especialmente para la protección neurológica. Y ahora, un nuevo ensayo clínico internacional ha demostrado fehacientemente, mediante escáner cerebral, que los cambios alimentarios pueden literalmente rejuvenecer el cerebro. Sus hallazgos se han publicado en la revista eLife.

En este caso, según el equipo internacional de investigadores que forma el artículo, consumir una dieta estilo Mediterráneo rica en vegetales, mariscos y granos integrales podría disminuir los signos de envejecimiento cerebral acelerado. Estos se suelen relacionar con la obesidad, y la mejora se comprobó incluso cuando el participante solo había perdido un 1% de su peso corporal total.

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Cabe recordar que la edad biológica y la edad cronológica son conceptos diferentes: el envejecimiento no solo se podría ralentizar, sino que incluso se podría "rebobinar" según las últimas evidencias. Los signos de envejecimiento biológico existen, y es posible detectarlos a lo largo del ADN, grabados en los extremos de los cromosomas o, como sugeriría el nuevo estudio, en las conexiones cerebrales.

Como ya comentamos, el envejecimiento prematuro secundario a eventos estresantes es reversible. Pero el envejecimiento asociado a la edad es diferente, y este nuevo estudio sugeriría que mejorar la dieta sería una de las opciones más simples para mejorar la condición corporal independientemente de los años cumplidos.

Para llegar a esta conclusión, los investigadores realizaron escáneres cerebrales a 102 participantes de un ensayo clínico realizado en Israel. Se tomó un escáner cerebral antes de iniciar el estudio y otro a los 18 meses, además de realizar pruebas de función hepática, niveles de colesterol y peso corporal.

Se dividió a los participantes en tres grupos: un grupo consumió una dieta Mediterránea basada en frutos secos, pescado y pollo en lugar de carne roja, otro grupo consumió una dieta Mediterránea con té verde añadido, y finalmente el tercer grupo consumió una dieta basada en pautas saludables estándar.

Las estimaciones de la edad cerebral se basaron en un algoritmo entrenado con escáneres cerebrales de 300 personas, y el modelo predijo con precisión la edad de los participantes basándose en su conectividad cerebral. Al término del ensayo, los participantes habían perdido 2,3 kg de peso de media en 18 meses.

Por cada 1% de peso corporal perdido, los cerebros de los participantes parecían casi 9 meses más jóvenes respecto a su edad biológica, según los investigadores. Se sabe que los cambios en la conectividad cerebral se traducen en mejoras funcionales, pero no se sabe muy bien por qué, y es algo que hoy en día se está investigando.

Los signos de envejecimiento cerebral lento también se asociaron con niveles más bajos de grasa hepática y un mejor perfil lipídico, pero los investigadores creen que estos cambios podrían ser superficiales o de corta duración.

Como limitaciones del estudio, cabe destacar que se trata de un ensayo clínico donde la mayoría de los participantes eran hombres y los datos sobre su dieta y estilo de vida eran autoinformados, por lo que podrían estar sesgados. Estudios previos apuntan a que poseer un mayor nivel socioeconómico y educativo también cuenta: las personas con mejores sueldos y educación tienen un mejor acceso a productos como pescado fresco y granos integrales.