La panga, también conocida como Pterogymnus laniarius, es un tipo de pez de agua dulce originario del río Mekong en Vietnam. En los últimos años, ha ganado popularidad debido a su precio accesible y su disponibilidad en muchos mercados. Sin embargo, hay varias razones por las cuales la panga no es considerada el pescado más saludable para comer, y también se ha cuestionado su impacto medioambiental.
Desde el punto de vista nutricional, la panga tiene algunos inconvenientes. Aunque es una fuente de proteínas magras, contiene menos omega-3 en comparación con otros peces, como el salmón, la caballa o las sardinas. Los ácidos grasos omega-3 son esenciales para el funcionamiento adecuado del cerebro y el sistema cardiovascular, y se ha demostrado que tienen efectos beneficiosos para la salud en general.
"La falta de omega-3 en la panga puede ser una desventaja para las personas que buscan obtener estos nutrientes esenciales de su alimentación. Por lo que no sale a cuenta lo que te ahorras en comprarla respecto a los nutrientes que tiene y que no obtienes de otros pescados", destaca Mariela Márquez, nutricionista-dietista.
De hecho, Carrefour, la cadena francesa de supermercados, decidió dejar de venderlo en España en 2017 por la gran contaminación existente en el río Mekong, lugar del que procede el 90% del panga que se vende en Europa. A esta circunstancia hay que añadir el hecho de que es una variedad pobre nutricionalmente hablando y además se ha relacionado con la presencia de altos niveles de mercurio.
Seguridad alimentaria
Sin embargo, aún sigue siendo común encontrar panga en hospitales y comedores escolares. Un hecho que no solo se viene dando por su precio más económico. También porque este pescado no tiene espinas, por lo que es más fácil no atragantarse con él y además causa menos rechazo entre los niños.
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En cuanto a su concentración de mercurio. Un trabajo científico en el que se analizaron 80 muestras de panga vendido en tres grandes superficies de nuestro país, daba la voz de alarma. Algunos ejemplares que adquieren los consumidores en el supermercado tenían unas concentraciones de mercurio por encima de las admitidas por la legislación europea (esto es, 0,5 miligramos/kilogramo). Un año antes, en 2017, la OCU también denunció la presencia de pesticidas y mercurio en este pescado a través de uno de sus informes.
"En cuatro muestras de panga de las 23 analizadas encontramos un herbicida, la trifluralina, que ha sido prohibida en Europa", decía el organismo. "También detectamos mercurio, un metal pesado, en 9 de las 29 muestras de panga y perca analizadas. Las cantidades de mercurio no superan el límite legal de 0,5 mg/kg, pero en algunos casos sí alcanzan la mitad de esa cifra", aseguraba el organismo. "Teniendo en cuenta que estos pescados se sirven en comedores escolares y los niños pueden llegar a comerlos varias veces por semana, al final la ingesta de mercurio puede llegar a ser significativa".
Lo cierto es que tanto la panga como cualquier otro pescado que venden en los supermercados, es seguro. De hecho, la Agencia Española de Consumo y Seguridad Alimentaria (Aesan) se pronunció específicamente sobre esta variedad hace algún tiempo. "Los pescados importados que se comercializan en España son controlados convenientemente por las autoridades sanitarias [...] Estos controles incluyen controles físicos, realizando análisis de laboratorio [...] La calidad sanitaria de dichos pescados no solamente está asegurada por el control oficial en frontera, sino también por el de las Comunidades Autónomas".
Pesca responsable
Sin embargo, este alimento tiene otro problema añadido. Los criaderos de panga en algunas regiones tienen prácticas cuestionables en cuanto a la alimentación y el tratamiento de los peces. A menudo se utilizan alimentos de baja calidad, como harina de pescado de origen desconocido. Adicionalmente, también existe una preocupación creciente sobre los impactos medioambientales asociados con las piscifactorías de panga.
Estas operaciones intensivas a menudo se llevan a cabo en zonas cercanas a los ríos y zonas de aguas cercanas, lo que puede tener consecuencias negativas para los ecosistemas locales. Los desechos y los nutrientes liberados por los criaderos pueden causar la eutrofización del agua, lo que reduce la calidad del agua y puede tener efectos perjudiciales para las especies nativas. Además, la deforestación y la degradación del hábitat también son problemas asociados con la expansión de las piscifactorías de panga.
Otro aspecto a considerar es la trazabilidad y la etiquetación precisa de la panga. Dado que gran parte de la producción de panga proviene de Vietnam y otros países asiáticos, donde la regulación y la supervisión pueden ser menos estrictas, existe la posibilidad de que se produzcan prácticas de pesca ilegal, no sostenible o poco ética.
Esto plantea un desafío para los consumidores que desean tomar decisiones informadas y éticas sobre los productos que compran. "Si buscas opciones más saludables y sostenibles, es recomendable considerar alternativas como el salmón, la caballa, la trucha, las sardinas o las anchoas, que son fuentes de omega-3 más ricas y tienen una menor huella medioambiental", añade Márquez.