Si bien los platos más característicos de cada país se suelen servir a la hora de la comida y de la cena, se puede saber mucho de sus gastronomías también por lo que desayunan. Sin embargo, es posible que pienses que los desayunos son internacionales: una taza de café con algo para mojar, como unas tostadas o unas galletas. Pero, en realidad, cada país cuenta con sus particularidades y España, por supuesto, es uno de ellos: es más, en cada una de nuestras regiones es posible encontrar desayunos propios.
Solemos pensar que la comida tradicional es saludable y en algunos aspectos es cierto: nuestros antepasados estaban más acostumbrados a alimentos más saludables como las legumbres y las verduras. Eso sí, su estilo de vida era, por lo general, más activo que el nuestro y, por tanto, algunos de los desayunos tradicionales pueden resultar demasiado contundentes para la actividad física a la que estamos acostumbrados. Es decir, que pueden tener demasiadas calorías para las demandas de energías reales que tenemos.
Además, por supuesto, muchos de estos desayunos cuentan con un exceso de azúcar de mesa y de carnes procesadas, ingredientes que son deliciosos, pero que hace unas décadas no se conocían sus perjuicios para la salud. Por lo tanto, los desayunos más tradicionales deben quedarse como desayunos para ocasiones especiales y, en su lugar, aprovechar esta primera comida del día para introducir cereales integrales, frutas o frutos secos. O, por qué no, incluso legumbres, como un hummus para untar en una tostada integral.
A continuación, cuatro desayunos tradicionales que acortan tu vida cuando se toman con demasiada frecuencia. Ahora bien, en un día especial pueden suponer toda una delicia:
Los churros
Si eres de los que aman desayunar en el bar, es muy posible que con frecuencia le pongas ojitos a los churros o a las porras y acabes mojando una en tu café. O, incluso, que los fines de semana seas de los que madrugan y vuelven con un periódico bajo el brazo a casa y unos cuantos churros para repartir. Por desgracia, sucumbir al encanto de estos dulces tan crujientes nos predispone a un mayor riesgo de obesidad y sobrepeso y, por supuesto, a sus enfermedades asociadas.
[Los cuatro desayunos con fama de saludables que ningún médico recomienda en España]
Churros y porras están hechos de una masa de harinas refinadas que se sumergen en aceite hirviendo, la única diferencia entre ellos es que las porras contienen bicarbonato de sodio o, en algunos casos, levadura. El caso es que aportan una gran cantidad de grasas que absorben del aceite, tienen harinas de alto índice glucémico y, además, se suelen espolvorear con azúcar. Es decir, fomentan el sobrepeso debido al alto número de calorías y, además, elevan la glucosa en sangre.
Las migas
Es posible que sea el desayuno tradicional más sencillo de elaborar y también uno de los más apreciados en España: tan sólo necesitamos freír en aceite con unos ajos pequeñas migas de pan duro y, a partir de ahí, tenemos varias opciones. Hay a quien le gusta prepararlas con huevos fritos y pimientos, quien les echa pimentón y embutidos o quien las prefiere dulces, elaboradas con chocolate. El caso es que este plato, que suena muy contundente, es el desayuno favorito junto con un café de muchas personas.
Las migas tienen fama de ser el desayuno tradicional de los pastores, es decir, de trabajadores que realmente necesitan una gran cantidad de energía para empezar su jornada de trabajo. Por esta razón, si la jornada laboral es menos activa y, en general, llevamos un estilo de vida más sedentario, las migas tomadas a menudo pueden resultar un riesgo de obesidad. Además, ponerles carnes procesadas puede aumentar el riesgo de padecer cáncer colorrectal y si nos gustan dulces con azúcar, pueden aumentar nuestra glucemia.
La bollería
De norte a sur y de este a oeste, España está recorrida por dulces tradicionales; y muchos de ellos son bollos para mojar en el desayuno. Un buen ejemplo de esto son los sobaos de Cantabria o las ensaimadas de Mallorca. Son, sin duda, opciones muy diferentes, pero toda la bollería tiene ciertos ingredientes que se repiten en las diferentes elaboraciones: harinas refinadas, azúcar, mantequilla o aceite, huevo… Es decir, una masa horneada que contiene un gran número de calorías sin aportar demasiados nutrientes interesantes.
Sin duda, la bollería industrial que podemos comprar en el supermercado es mala para la salud, pero por desgracia también lo es la que podemos preparar en nuestra casa. Las harinas refinadas se relacionan con un alto índice glucémico; es decir, que justo después de tomarlas, el nivel de azúcar en sangre se dispara muy rápidamente y esto eleva el riesgo de obesidad y también de diabetes tipo dos. El exceso de azúcares, en este sentido, elevaría este riesgo también.
El embutido
Por último, no puede faltar uno de los grupos de alimentos más típicos de nuestro país, que son los embutidos. Los españoles somos capaces de introducir una loncha de cualquiera de estas carnes en todas las comidas del día y, por supuesto, también en el desayuno. Sin duda, uno de los desayunos más típicos de nuestro país es el jamón serrano, servido en un bocadillo o sobre una tostada con tomate. Aunque hay quien incluso lo considera un desayuno de dieta, este producto no es aconsejable para el día a día.
¿Por qué? Se debe a una advertencia que hizo la Organización Mundial de la Salud (OMS) en el año 2015 en el que declaró —tras la conclusión de un estudio del Centro de Investigación Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer (IARC) publicado en The Lancet después de revisar más de 800 estudios—, que la carne procesada estaba muy relacionada con la aparición del cáncer colorrectal si se toma en exceso. Por eso, es importante tomarlo de vez en cuando.