La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha decidido declarar el aspartamo, un edulcorante ampliamente utilizado en la industria alimentaria, como "posible carcinógeno" para los humanos. Lo ha hecho después de una detalladísima evaluación realizada en colaboración con la Agencia Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer (IARC, según sus siglas en inglés) y el Comité Mixto de Expertos en Aditivos alimentarios (JECFA) de la FAO.
La decisión, que fue adelantada por la agencia Reuters el pasado 29 de junio, supone un golpe para buena parte de la industria alimentaria (sobre todo, la industria de los refrescos), pero además servirá de incentivo para financiar una investigación más rigurosa sobre la cuestionada seguridad del ingrediente.
El aspartamo es uno de los edulcorantes más utilizados en el mundo. Lo podemos encontrar en el listado de ingredientes de multitud de refrescos light, en chicles sin azúcar, cereales, helados, caramelos, mermeladas, zumos, siropes, barritas nutritivas, galletas sin azúcar, algunos yogures líquidos, yogures sin azúcar y 0% grasa, y dulces bajos en calorías. Por supuesto, también se utiliza para fabricar edulcorantes de mesa.
Los dictámenes del IARC y el JEFCA se producen después de trabajar de forma "coordinada" y "complementaria" para emitir un mensaje claro al consumidor. Así, el nuevo dictamen, citando "pruebas limitadas", clasifica el aspartamo como "posiblemente cancerígeno para los humanos" y lo encuadra en el grupo 2B. Esta calificación implica que la evidencia científica todavía es limitada, de la misma manera que ocurre con el extracto de hojas de aloe vera y con algunas verduras en escabeche.
Por su parte, el JEFCA establece que la ingesta diaria admisible de este edulcorante sigue siendo la misma: 40 mg / kg de peso corporal. "Según estos organismos, con una lata de refresco dietético que contenga 200 o 300 mg de aspartamo, un adulto de 70 kg necesitaría consumir más de 9-14 latas diarias para superar la ingesta diaria admisible -suponiendo que no se produzca otra ingesta de otras fuentes alimentarias-", apuntan desde el SMC España.
"Hay dos términos que debemos entender. El primero es 'peligro', que solo significa un posible daño (aunque sea muy improbable que se produzca), y [el segundo] el 'riesgo', que es la probabilidad de que se produzca el daño", explica Oliver Jones, catedrático de Química de la Universidad de RMIT (Australia), en declaraciones a SMC. "Es como conducir un coche. Los coches chocan, la gente se lesiona e incluso muere, pero el riesgo de que eso ocurra cuando se va de compras o se lleva a los niños al colegio es bastante bajo; la mayoría de nosotros no pensamos en ello, aunque el riesgo no sea cero", añade.
Nuevas evidencias
El nuevo dictamen no ha sentado nada bien en la industria. La Asociación Internacional de Edulcorantes (ISA) ha denunciado que "el IARC no es un organismo de Seguridad Alimentaria y su revisión del aspartamo no es lo bastante exhaustiva desde el punto de vista científico". Según Frances Hunt-Wood, secretaria general del lobby, el dictamen "se basa fuertemente en investigaciones ampliamente refutadas".
Sin embargo, lo cierto es que el aspartamo lleva mucho tiempo siendo cuestionado. El IARC afirma haber revisado 1.300 investigaciones publicadas hasta el pasado mes de junio. Sin irnos mucho más lejos, el año pasado, un estudio observacional llevado a cabo en Francia con 10.000 adultos comprobó que aquellos que consumían más aspartamo mostraban un riesgo de cáncer ligeramente mayor. Además, el Instituto Ramazzini demostró con ratones hace 20 años que el consumo de este edulcorante en grandes cantidades se relacionaba con el cáncer.
Sin embargo, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) cuestionó la metodología del segundo estudio, mientras que el primero, al ser observacional, no ha podido establecer una relación de causa y efecto. Las ambigüedades sobre la validez de los resultados han sido fuente de debate también por la pasada recomendación de limitar el consumo de edulcorantes 'cero' en general. La industria alimentaria y del refresco insiste en que se debe tener en cuenta el efecto saludable de la eliminación del azúcar añadido, un riesgo objetivamente mayor.