Las altas temperaturas del verano hacen que para el desayuno descartemos en ocasiones una bebida caliente como el café y nos decantemos por otra más refrescante como el zumo de naranja natural. No sólo nos resulta más apetecible, sino que además nos convencemos erróneamente de que estamos ingiriendo un producto beneficioso para nuestra salud. Así es, el zumo de naranja es un buen ejemplo de los mitos de la alimentación.
Aunque en España es un producto muy consumido, lo cierto es que el azúcar de los zumos naturales, incluido el de naranja se ha relacionado con el aumento de peso y el riesgo de cáncer, entre otros prejuicios, como ya han indicado varios estudios. Ahora bien, que en vez de comprarlos en el 'súper' lo preparemos en casa, buscando reducir al máximo su contenido azucarado, no lo convierte en un producto más saludable.
Tampoco podemos creer que por tomar un zumo de frutas ya estamos consumiendo una de las cinco porciones de fruta y verdura al día que recomiendan los nutricionistas. Y es que un zumo de frutas y una pieza entera de fruta no son lo mismo. Los zumos carecen de fibra, y a su vez concentran todo el azúcar libre de la fruta. La mayor parte de dicho azúcar es fructosa, que se absorbe en mayor cantidad en forma de zumo que en forma de pieza entera.
Por lo tanto, se recomienda limitar el consumo de zumo de fruta y elegir frutas enteras en su lugar, especialmente como parte de una dieta saludable y equilibrada. "Conviene tomar la fruta entera. Convertir una pieza de fruta en zumo es una mala idea", explica Miguel Ángel Martínez-González, catedrático de Medicina Preventiva de la Universidad de Navarra, en su libro Salud a ciencia cierta (Planeta, 2018).
Bajo contenido de fibra
El zumo de naranja tiene un bajo contenido de fibra porque la mayoría de esta está se encuentra en la piel y en la pulpa de la fruta entera y se eliminan durante el proceso de elaboración del zumo. La fibra es un componente importante de una dieta saludable, ya que ayuda a promover una digestión sana, a controlar los niveles de azúcar en sangre y a prevenir enfermedades crónicas.
El consumo de fructosa libre en forma líquida podría llegar a entorpecer el trabajo del hígado, según algunos expertos. Esto aumentaría, a su vez, el riesgo de diversos problemas de salud, como la obesidad, el hígado graso o la diabetes tipo 2. Con respecto a este último, un estudio publicado en The BMJ sugirió que el consumo de frutas enteras reduciría el riesgo de diabetes tipo 2; por el contrario, tomar un zumo de frutas aumentaría dicho riesgo.
En comparación, el zumo de fruta no proporciona la misma sensación de saciedad y puede aumentar el riesgo de consumir grandes cantidades de azúcares y calorías en exceso. Es por este motivo por el que los nutricionistas inciden en limitar su consumo.
Otra de las razones de por qué el zumo de fruta no es la mejor opción para tomar por las mañanas es que puede suponer una alta ingesta calórica, debido a la concentración de azúcares naturales que quedan concentrados después de extraer y separar la pulpa y la piel.
Según un estudio publicado en la revista Journal of Hepatology, el zumo de naranja también se vincula con el hígado graso, al ser un líquido concentrado. Por su parte, los azúcares libres de este producto pueden provocar caries. Además, la insulina que generan de más hace que se acumule más grasa, propiciando un aumento de peso. Un vaso diario de zumo exprimido en casa puede hacer que cojamos hasta siete kilos más al año, según la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos.