El estragón es una hierba aromática que se utiliza comúnmente en la cocina mediterránea para condimentar gran variedad de platos. Su nombre científico es Artemisia dracunculus y se caracteriza por su aroma distintivo y su sabor anisado. Si alguien decidiera indagar algo más sobre esta interesante especie, rápidamente se daría cuenta de que existen dos tipos principales de estragón.

Por un lado, tenemos el estragón francés (Artemisia dracunculus var. sativa), que es la variedad más comúnmente utilizada en la cocina. Con hojas largas y delgadas de color verde brillante y un sabor suave y dulce, es un ingrediente esencial en la famosa 'salsa bearnesa'. Se utiliza para dar sabor a platos de pollo, pescado, huevos y ensaladas. Por otro lado, el estragón ruso (Artemisia dracunculus var. dracunculoides), con un sabor más fuerte y con unas hojas más ásperas que tienen un sabor más amargo y picante.

El estragón es versátil y puede utilizarse fresco o seco, sobre todo el francés. Se agrega a guisos, salsas, aderezos para ensaladas y marinadas para darles un toque de sabor distintivo. Y, de hecho, ha sido muy utilizado en la cocina y la medicina durante mucho tiempo. Aunque se cree que se originó en Asia central y Siberia, se propagó de forma progresiva a través de rutas comerciales a Europa y otras partes del mundo.

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Además de su uso culinario, el estragón se ha utilizado en la medicina tradicional para una variedad de propósitos, como estimular el apetito y tratar trastornos digestivos, aunque su uso con fines medicinales es menos común en la actualidad.

Rica en proteínas y carbohidratos

Entre sus valores nutricionales, encontramos que 100 g de producto contiene 295 calorías, 50,2 g de carbohidratos, 22,7 g de proteína, 7,4 g de fibra -el kiwi, por ejemplo, contiene 3g-, 62 mg de sodio y 7,74 g de agua. Por supuesto, nada de azúcar ni de grasas.

Sus propiedades van más allá de potenciar el sabor de nuestros platos, ya que también aporta una serie de beneficios para nuestro bienestar, como su capacidad para mejorar la digestión, especialmente después de comidas pesadas. Su contenido en fibra contribuye a regular el tránsito intestinal, lo que puede ser un alivio en casos de estreñimiento. Además, su uso se recomienda para reducir la formación de gases en el sistema digestivo.

Otro de sus beneficios es que ofrece protección gástrica, ya que esta hierba contiene una sustancia llamada nerol y que desempeña un papel importante en la prevención de úlceras estomacales. Así, introducir el estragón en nuestros platos puede ayudar a mantener el estómago en óptimas condiciones.

Otra de sus propiedades tiene su origen en que se trata de una fuente natural de vitamina C, con 50 miligramos por cada 100 g, tanto como la naranja. Esto lo convierte en un poderoso antioxidante. La vitamina C combate los radicales libres, retrasando los signos del envejecimiento y fortaleciendo el sistema inmunológico.

Por último, gracias a su contenido de ácido salicílico, el estragón ha sido empleado en la limpieza del tracto intestinal de parásitos. Además, se ha observado que este compuesto actúa como un sedante, lo que lo hace útil en la reducción de dolores de cabeza.