Uno de los olores más característicos del otoño es el de las castañas asadas. A medida que los días se van volviendo más fríos empiezan a proliferar los puestos de los que sale esta esencia y que cuando nos alcanza nos hace sentir más calentitos. Lo mejor de todo es que estas castañas son un alimento saludable, por lo que si de repente una tarde fría te apetece un cucurucho de estas, deberías probarlas. Aportan un gran número de beneficios para la salud y se guardan algún que otro secreto.
El primero de ellos es que las consideramos un fruto seco, pero su perfil nutricional tiene mucho más en común con los cereales. Esto se debe a que las castañas son una fuente de fibra y de hidratos de carbono, pero tienen un contenido en grasa muy bajo. En el caso de los frutos secos, su proporción de grasa supera con frecuencia el 50% y tienen un contenido muy bajo de carbohidratos. Como resultado, la castaña tiene en torno a un tercio de las calorías que contienen otros frutos secos, como las nueces y las almendras.
Tal y como recoge la Fundación Española de la Nutrición (FEN), las castañas aportan 209 kilocalorías por cada 100 gramos. Casi el 50% de su composición está formado por agua y tienen un contenido muy bajo de proteínas, dos aspectos que también convierten a las castañas en un fruto seco muy extraño. Otro 40% de este alimento son puros hidratos de carbono, aunque su alto contenido en fibra —casi un 7%— hace que tengan un índice glucémico bajo. La FEN destaca también su aporte de potasio, fósforo y vitaminas del grupo B.
Por qué saben amargas
Si vas a tomar castañas, debes saber que son un alimento que te pueden sentar mal en algunas circunstancias. Si vas a recoger en la naturaleza estas castañas hay que tener en cuenta que debemos tratarlas antes de consumirlas: almacenarlas durante unos días después de obtenerlas y asarlas o cocerlas. Si las comemos crudas y nada más obtenerlas pueden tener un sabor muy desagradable y, además, hacernos daño en su trayecto por nuestro intestino. Pero, ¿a qué se debe esto?
A que las castañas son también ricas en taninos, que son compuestos fenólicos que se encuentran en la parte comestible, pero también en la cáscara y en los tejidos que rodean a esta capa. Los taninos se pueden percibir en la boca porque dejan una sensación de astringencia, una sensación entre la sequedad y el amargor. De todas formas, no todos sus efectos son tan inofensivos como esta sensación. Algunas castañas pueden llegar a provocar irritaciones de estómago y provocar náuseas, además de ser perjudiciales para personas con problemas de riñón o hígado.
[Lo que dice la ciencia sobre tomar un puñado de castañas en otoño: el fruto seco sin calorías]
La solución, de todas formas, es muy sencilla. Con el cocinado, que puede ser asar, tostar o cocer las castañas, los taninos son destruídos y se procesan los almidones que contienen estos frutos secos. De esta manera, digerir las castañas se vuelve más sencillo y el sabor amargo se reduce. Además, dejar curar un tiempo las castañas antes de cocinarlas también permite que estos almidones se vayan transformando en glucosa y sean más fáciles de digerir.
Por tanto, las castañas que podemos encontrar en los puestos de la calle en las que están expuestas al fuego están libres de estos taninos con un efecto tan desagradable. Si, por el contrario, las quieres hacer en casa, puedes utilizar una sartén e, incluso, existen sartenes diseñadas a propósito para cocinar castañas. Antes de ponerlas al fuego debes lavarlas, secarlas y hacerles un corte en la cáscara para que no estallen. Después de 25 minutos, en los que debes ir dándoles vueltas, las castañas estarán listas para comer.
Además, también existe un método japonés para hacer castañas asadas, o yaki-guri como dicen ellos. "En su caso, además de limpiarlas, les hacen un único corte en la cicatriz de inserción, la parte de la base de la castaña en la que la piel es más gruesa y áspera. Mientras, en el recipiente que van a poner al fuego, calientan un buen puñado de guijarros, piedras pequeñas que recogen, por ejemplo, de los ríos y desinfectan previamente", explica este artículo de EL ESPAÑOL. Las castañas se añaden cuando las piedras están muy calientes y sirve para que el calor se distribuya mejor en la castaña y se pelen con más facilidad.