El calabacín, o Cucurbita pepo, es parte de la familia de las cucurbitáceas y tiene sus raíces en América Central y México. Se ha cultivado desde hace más de 7.000 años, junto con otros cultivos fundamentales como el maíz y los frijoles, desempeñando un papel crucial en las dietas de las civilizaciones precolombinas. Tras el descubrimiento de América, el calabacín fue introducido en Europa, donde rápidamente se adaptó a diferentes climas y culturas culinarias. Este legado histórico destaca la importancia del calabacín en diversas tradiciones alimentarias y su adaptabilidad como cultivo, lo cual se refleja en su presencia global en la actualidad.
En cuanto a su valor nutricional, es una fuente excepcional de nutrientes vitales, ofreciendo una significativa cantidad de vitaminas como la vitamina C, vitaminas del complejo B y vitamina K, así como minerales como potasio, magnesio y manganeso. Según un estudio publicado en el Journal of Food Science and Technology, estas propiedades nutricionales hacen del calabacín un alimento importante para fortalecer el sistema inmunológico, mejorar la salud ósea y cardiovascular y contribuir a un metabolismo saludable.
"Su bajo contenido calórico y alto contenido en agua lo convierten en una opción excelente para dietas de control de peso y para mantener una hidratación adecuada", destaca Concepción Martínez, dietista-nutricionista.
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Los antioxidantes son fundamentales en la lucha contra los radicales libres y el estrés oxidativo, ambos asociados con el envejecimiento y diversas enfermedades crónicas. Unos nutrientes en los que también sobresale el calabacín, que es rico en antioxidantes, incluyendo carotenoides como la luteína, la zeaxantina y el beta-caroteno. Un estudio en la revista Nutrients resalta que estos antioxidantes son especialmente beneficiosos para la salud ocular, protegiendo contra la degeneración macular y las cataratas. Además, su acción antioxidante puede tener un papel preventivo en la reducción del riesgo de ciertos tipos de cáncer y enfermedades cardíacas.
Control glucémico
También puede ser un aliado importante para personas con diabetes tipo 2 o aquellos que buscan mantener niveles saludables de azúcar en la sangre. De acuerdo con investigaciones publicadas en Diabetes Care, los alimentos con bajo índice glucémico, como el calabacín, ayudan a estabilizar los niveles de glucosa en la sangre y a mejorar la sensibilidad a la insulina. Esto se debe a su contenido de fibra y su bajo aporte de carbohidratos, lo que lo hace ideal para dietas de control glucémico.
De igual modo, este alimento también posee propiedades que son beneficiosas para la salud cardiovascular. Un estudio en el Journal of the American Heart Association sugiere que los alimentos ricos en potasio, como el calabacín, pueden ayudar a reducir la presión arterial y, por lo tanto, disminuir el riesgo de enfermedades como el infarto de miocardio y el accidente cerebrovascular. Además, su contenido en fibra y compuestos antiinflamatorios contribuye a la salud de los vasos sanguíneos y a la reducción de los niveles de colesterol malo (LDL).
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El alto contenido de agua y fibra presente en el calabacín lo convierte en un excelente alimento para la salud digestiva. La fibra es esencial para promover la regularidad intestinal, prevenir el estreñimiento y mantener un microbioma intestinal saludable. Un estudio publicado en Gastroenterology enfatiza que una dieta rica en fibra, como la que incluye calabacín, puede reducir el riesgo de trastornos gastrointestinales.
Antiinflamatorios naturales
Este alimento también contiene compuestos antiinflamatorios naturales, como los flavonoides y carotenoides, que pueden reducir la inflamación en el cuerpo. Un estudio en The Journal of Nutrition sugiere que estos compuestos pueden ser útiles en la reducción de la inflamación crónica, que está asociada con enfermedades como la artritis, enfermedades del corazón y ciertos tipos de cáncer. La ingesta regular de calabacín puede, por lo tanto, ofrecer un efecto protector contra estas condiciones.
El calabacín incluso se vincula con la protección de la piel contra los daños del sol, gracias a las vitaminas C y A, y contra el cáncer. Estudios preliminares, como los publicados en Cancer Prevention Research, sugieren que los fitoquímicos en el calabacín podrían tener propiedades anticancerígenas. Estos compuestos pueden ser especialmente efectivos en la prevención de cánceres como el de próstata, mama y pulmón.