Si alguna vez te han aconsejado comer alimentos con fósforo para preparar tus exámenes, eres otra víctima más de un extendido mito de la nutrición. No, este mineral en concreto no te ayudará a memorizar mejor a la hora de estudiar, pero llevar una alimentación saludable sí que es bueno para tu cerebro y sus funciones cognitivas. En cualquier caso, tomar alimentos con fósforo sigue siendo importante, aunque, sin duda, por otras razones. El fósforo es un mineral que se encuentra en todas y cada una de las células del organismo.

De hecho, el fósforo es el segundo mineral más presente en el cuerpo humano, por detrás del calcio. "La mayor parte del fósforo está en los huesos y en los dientes, y otra parte en los genes. El organismo necesita fósforo para producir energía y llevar a cabo muchos procesos químicos importantes", explican en su página web los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos (NIH, por sus siglas en inglés). El fósforo se usa para formar huesos, dientes, ADN, grasas, proteínas o azúcares; vale para todo.

Además, el portal de salud Healthline también añade entre sus funciones la de filtrar el material de desecho en los riñones, hacer crecer, mantener y reparar los tejidos del cuerpo e, incluso, mantener un ritmo cardíaco regular. Por suerte, el fósforo está presente en un montón de alimentos, como la carne, el pescado, la leche, los huevos, las legumbres o los frutos secos. También destaca por su contenido en fósforo el chocolate, uno de nuestros alimentos preferidos, pero no siempre es saludable.

La reina del fósforo

De toda esa larga lista de alimentos, los pescados son, sin duda, el grupo de alimentos que más se ha relacionado con el fósforo. Y no es para menos. El Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA) calcula que al día cada persona debería consumir hasta 700 miligramos de fósforo y algunos pescados permiten alcanzar esta cantidad sin problema. Esto es lo que sucede con las sardinas, el pescado más rico en fósforo: "La porción comestible de una ración de sardinas cubre el 100% de las ingestas diarias recomendadas para hombres y mujeres". 

Esto es lo que dice el MAPA en uno de sus informes, donde además explica que cada 100 gramos de sardinas contienen hasta 475 miligramos de este valioso mineral. Estas sardinas son, probablemente, uno de los pescados más saludables de todo el supermercado: se trata de un pescado azul con un alto porcentaje de grasas saludables entre las que destacan los famosos ácidos grasos omega-3, que sirven para controlar el colesterol. De hecho, una ración de sardinas también cubre las recomendaciones diarias de esta grasa saludable.

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Además del fósforo, las sardinas también son un bocado muy rico en otros minerales como el selenio, el yodo, el hierro y el magnesio. Las sardinas aportan unas 140 kilocalorías por cada 100 gramos que consumimos y, además de minerales y grasas, también son una excelente fuente de proteínas saludables que se absorben con facilidad. Es decir, que son una opción perfecta en nuestra alimentación semanal. Sin embargo, existen otros alimentos que tienen una cantidad mayor de fósforo en su composición.

Una fuente patria

El que más cantidad contiene es, precisamente, un alimento típico de España, que contiene pocas calorías y es perfecto para una dieta saludable. Se trata del queso de Burgos que, según el MAPA, tiene hasta 600 miligramos de fósforo por cada 100 gramos de su composición. Es decir, que incluirlo en la dieta contribuye a alcanzar rápidamente los niveles diarios recomendados de este mineral. El queso de Burgos es uno de los quesos más saludables, debido a su baja proporción de grasas.

Tal y como se explica en Healthline, la mayoría de alimentos que son ricos en calcio y en proteínas suelen ser también ricos en fósforo. Aunque es raro tener un exceso de fósforo en sangre, cuando se produce suele delatar la presencia de alguna enfermedad de los riñones. También se puede llegar a tener el fósforo alto por un sobreconsumo de alimentos ricos en este mineral o, incluso, de laxantes que son ricos en esta sustancia. Estos altos niveles pueden producir diarreas e, incluso, la mala absorción de otros minerales.