Sufrir un cálculo renal o piedra en el riñón es una experiencia significativamente dolorosa y desagradable. La formación de estas piedras puede ser diversa, y no todas se componen de las mismas sustancias. Igualmente, una hidratación adecuada ha demostrado asociarse con un menor riesgo de cálculos renales.
Sin embargo, la evidencia más reciente sugiere que el microbioma general, y sobre todo el intestinal, tendría algún tipo de relación con la formación de piedras en el riñón. Ahora, un nuevo estudio publicado en la revista Microbiome, a cargo del Instituto de Investigacion en Salud Lawson, ha detectado que existen hasta 3 microbiomas diferentes relacionados con las piedras en el riñón.
Como explica Jeremy Burton, del St. Joseph's Health Care London, "la enfermedad de cálculos renales ha aumentado en los últimos años, afectando al 10% de la población general. Si bien investigadores anteriores han demostrado una conexión entre el microbioma intestinal y los cálculos renales en quienes han tomado antibióticos, también queríamos explorar la conexión con otros microbiomas con la esperanza de poder avanzar en la comprensión y los tratamientos potenciales".
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Anteriormente se relacionó la enfermedad de cálculos renales con la obesidad o la edad más avanzada, pero actualmente también se ven diagnósticos en personas jóvenes o con un Índice de Masa Corporal (IMC) adecuado, algo que no cuadra con las hipótesis previas.
Los investigadores del Lawson Health Researchs Institute y científicos de la Western University examinaron la composición microbiana de tres regiones en 83 pacientes que sufrían cálculos renales, y en otras 30 personas sanas. Se examinaron microbiomas salivales, urinarios e intestinales en todos los casos mediante una técnica de análisis genético específico, conocido como secuenciación metagenómica de escopeta.
Según sus hallazgos, aquellas personas que sufrían cálculos renales sufrían alteraciones en los tres tipos de microbiomas, y no solo en el microbioma intestinal como se pensaba anteriormente. Además, los pacientes con cálculos renales ya formados también coincidían en haber tomado antibióticos en los últimos 90 días, algo que anteriormente se había relacionado con la formación de cálculos.
Como explican los investigadores, el uso de este análisis genético específico permitió descubrir qué bacterias estaban presentes en el intestino y las capacidades genéticas de las mismas. Además, también se realizó una secuenciación más sencilla de los microbiomas orales y urinarios.
Recordemos que los cálculos renales suelen ser depósitos cristalinos de oxalato de calcio, y anteriormente se pensaba que había microorganismos específicos, como la bacteria Oxalobacter formigens, que podían descomponer estos depósitos de deshechos tóxicos. Sin embargo, ahora se sabe que existe un grupo mucho más extenso de microorganismos capaces de realizar esta acción, y poder prevenir la acumulación de oxalato de calcio.
Así, lo que realmente sucede es que los microorganismos del organismo humano forman una especie de red estable y beneficiosa en personas sanas. Pero esta red se rompe en aquellas personas con cálculos renales: no se producen las mismas vitaminas y metabolitos útiles, ni en el intestino, ni en la cavidad bucal ni en el tracto urinario.
Por otro lado, el grupo de pacientes con cálculos renales también había estado expuesto en algún momento a antibióticos, antivirales y antifúngicos, dado que poseían genes con más resistencia a los antibióticos. No solo tenían un microbioma no saludable, incluyendo un microbioma intestinal con más probabilidades de excretar toxinas hacia los riñones, sino que también eran más resistentes a los antibióticos.
Qué comer
Según los investigadores, la mejor manera de mantener un microbioma oral, urinario e intestinal saludables sería llevar a cabo una dieta equilibrada. Y, siempre que sea posible, habría que evitar la toma de antibióticos.
Esta debería ser rica en alimentos prebióticos y probióticos que hagan felices a las tres regiones clave relacionadas con los cálculos renales: yogur, alimentos fermentados como los encurtidos, y alimentos ricos en nitrógeno y fibra, como verduras de hoja verde o frutas.
Como siempre, será necesario continuar investigando para esclarecer qué dietas específicas serían mejores para cada microbioma, y también vislumbrar cómo el organismo humano descompone realmente el oxalato de calcio.