Ya sea acompañando la cerveza con amigos, disfrutando del vermut los fines de semana o viendo un partido de fútbol en casa, los españoles tenemos una inclinación por los aperitivos. Conscientes de que no son la opción más saludable, dedicamos una parte considerable de nuestra cesta de la compra a estos productos. Según el Informe de Consumo, las patatas fritas y otros snacks salados representan el 55,1% de todos los aperitivos que consumimos fuera de casa, promediando alrededor de 0,93 kilos por persona al año.
Incluso en nuestros hogares, no rechazamos estos tentempiés, consumiendo en promedio 1,42 kilos de patatas procesadas al año. La doctora Elizabeth Klodas, cardióloga y fundadora de Step One Foods, con formación en la prestigiosa Clínica Mayo, aborda este hábito desaconsejable en uno de sus recientes artículos. A lo largo de su carrera, Klodas se ha centrado en los efectos del colesterol en el organismo y cómo reducirlo.
En esta ocasión, su atención se centra en las conocidas patatas fritas de bolsa, pero sus observaciones se aplican igualmente a los nachos y a los snacks de maíz procesados, populares también en Estados Unidos. Klodas advierte que estos productos "tienen un alto contenido de aditivos y un bajo contenido en fibra y otros nutrientes esenciales", señalando que "a lo largo de un año, consumir diariamente solo un paquete de patatas fritas de menos de 30 gramos podría sumar hasta 6,8 kilos de sal a nuestro organismo".
Empeora la circulación
Sostiene la doctora que "demasiado sodio puede elevar la presión arterial y aumentar significativamente de peso, afectando negativamente al colesterol y al azúcar en sangre". No hace falta estar un año tomando estos aperitivos para comprobarlo porque, incide, "los estudios demuestras que comer alimentos de mala calidad empeora la función de los vasos sanguíneos a las pocas horas de su consumo". En este punto, Klodas recomienda buscar alternativas para llenar esos huecos.
En primer lugar, anima a que se sustituyan por hummus con verduras, apuntando que media taza equivale a las mismas calorías que una bolsa pequeña de aperitivos. Si añadimos verdura para mojar, "tendremos un refrigerio sustancioso, rico en fibras, grasas saludables y proteínas". El segundo picoteo saludable que recomienda la doctora son las nueces crudas en particular y frutos secos sin sal añadida y al natural en general: "Se obtienen todos los beneficios nutricionales sin la carga de sodio".
Hummus, frutos secos y fruta
Por último, destaca la fruta, explicando que "dos plátanos pequeños o tres naranjas son el equivalente calórico a una bolsita de patatas fritas, pero obteniendo vitaminas, antioxidantes y fibra". Defiende Klodas que "a menudo buscamos estos snacks no porque tengamos hambre, sino porque estamos aburridos y buscamos un estímulo; pero no son buenas razones para consumir algo que sabotea activamente los esfuerzos de una persona por mejorar la saluda del corazón".
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Recuerda una frase del autor gastronómico Michael Pollan, citando que "si tienes hambre, come una manzana; si no quieres la manzana, no tienes hambre". De ahí que insista en que sustituyamos todos los aperitivos no saludables por "opciones que contengan fibra integral, ácidos grasos omega-3, antioxidantes y esteroles vegetales que ayuden a reducir el colesterol". No obstante, si la tarea que nos ha puesto la experta se nos hace cuesta arriba y no queremos renunciar a la totalidad de los snacks, quizás podamos fijarnos en el listado de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) para elegir los menos malos.
Los 'snacks' menos malos
La OCU hizo un análisis del etiquetado nutricional y los ingredientes de más de 200 snacks salados que están a la venta en los supermercados de toda España y constató que 178 de ellos son poco o nada saludables. Es decir, el 78% de ellos no deberían consumirse, especialmente los que son fritos. Las peores calificaciones se han registrado por su exceso de sal, teniendo una media de un 3,8%, pero también se han fijado en su alto contenido en grasas, que se eleva hasta el 24%, y en el añadido de colorantes, saborizantes y aditivos.
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Algunos de los aditivos, por cierto, desaconsejados por provocar intolerancias, como es el caso del E-621. Tampoco entraban dentro de los parámetros calóricos, puesto que tienen una media de 467 calorías por cada 100 gramos e incluso han analizado productos con más de 600 calorías, que supone el 30% de la ingesta diaria de un adulto.
Su componente principal son los carbohidratos, pero "están tan procesados que han perdido gran parte de sus nutrientes". ¿Cuáles son entonces los menos malos según el análisis de la OCU? El grupo de los nachos de maíz sin añadidos ni sabores, y algunos elaborados con legumbres o semillas, puesto que están horneados en vez de fritos y tienen menos sal.
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