Japón se destaca por tener una de las mayores esperanzas de vida en el mundo, un fenómeno ampliamente atribuido a su dieta y estilo de vida. La sopa miso, un elemento fundamental de esta dieta, emerge como un símbolo de nutrición y salud. Aunque para muchos en occidente desayunar sopa miso en lugar de un café o tostadas puede parecer extraño, esta práctica es parte de una tradición que ha nutrido la salud y la longevidad de los japoneses durante siglos.
En Japón, el miso se ha valorado desde hace milenios, no solo por su sabor, sino también por sus cualidades saludables. Este preparado ofrece beneficios como la detoxificación natural del organismo, el control del colesterol, la prevención de enfermedades cardiovasculares y ciertos tipos de cáncer, la reducción de alergias y síntomas de la menopausia, la prevención de hipertensión, la protección contra infecciones, y siendo una extraordinaria fuente de fibra y proteínas. Además, contiene ocho de los aminoácidos esenciales gracias a su ingrediente principal, la soja. También la buena noticia es que, teniendo en cuenta que requiere un tiempo de elaboración, para los que tienen más prisa en el Mercadona la venden a menos de tres euros la bolsa de tres raciones.
El miso, al ser un derivado de la soja, es también una fuente rica en proteínas de alta calidad. Las proteínas son esenciales para el mantenimiento y reparación de tejidos en el cuerpo humano, así como para la producción de enzimas y hormonas. Es por eso que una ingesta habitual de esta sopa en la dieta puede ser un factor contribuyente en la longevidad de los japoneses, especialmente considerando que también proporciona una alternativa a las proteínas de origen animal.
Un estudio de investigación realizado por del Departamento de Epidemiología de la ‘Radiation Effects Research Foundation’, sugiere que el consumo de sopa miso puede reducir el riesgo de varios tipos de cáncer, incluyendo el de mama, hígado y colorrectal, particularmente en mujeres menopáusicas. Este efecto se atribuye en gran parte al contenido de soja en la sopa miso. Además, este alimento fortalece el sistema inmunológico, una función esencial para proteger el cuerpo contra infecciones. Esta propiedad se debe a su efecto alcalinizante, que fortalece el cuerpo y lo hace más resistente a enfermedades e infecciones.
En términos de antienvejecimiento, el equilibrio nutricional es un aspecto clave de la sopa miso. Al consumirla, se obtienen minerales y nutrientes esenciales en una sola porción, junto con bacterias y enzimas útiles que facilitan la digestión y absorción de alimentos, resultado de su proceso de fermentación. Bacterias Lácticas como Lactobacillus y Bifidobacterium, probióticos, conocidos por sus beneficios para la salud intestinal y el sistema inmunológico; levaduras como las bacterias lácticas y enzimas como la amilasa, proteasa y lipasa. Estas enzimas ayudan a descomponer los carbohidratos, proteínas y grasas, respectivamente, facilitando la digestión y la absorción de nutrientes.
Además, es beneficiosa para personas con hipertensión, ofreciendo una alternativa baja en sodio en comparación con la sal de mesa habitual. La inclusión de sopa miso en la dieta puede ayudar a reducir el colesterol LDL y reducir el riesgo de dolencias relacionadas con el corazón. Por otro lado, este preparado contribuye a la salud digestiva gracias a su contenido de fibra dietética. La presencia de hongos Koji, bacterias del ácido láctico y otras enzimas son fundamentales para la absorción de nutrientes y la digestión adecuada, como hemos mencionado anteriormente.
Entre sus propiedades también se incluyen las radioprotectoras, con estudios que sugieren que el miso fermentado a largo plazo es más efectivo en la protección contra la irradiación, tal y como sugiere este análisis realizado en la Universidad de Hiroshima. Además, es una buena fuente de calcio, isoflavonas y vitamina K, que ayudan a promover y mantener una buena salud ósea, reduciendo el riesgo de osteoporosis.
Además, diversos estudios en Japón han mostrado una asociación entre el consumo de sopa de miso y una reducción en el riesgo de accidente cerebrovascular. Esto puede deberse en parte a su impacto positivo en la presión arterial y la salud cardiovascular. En concreto, los investigadores del estudio referido, que midieron el consumo de derivados de soja durante 15 años, descubrieron que las personas que estaban en la quinta parte superior de la ingesta de productos elaborados con soja fermentada a lo largo de su vida tenían un riesgo de sufrir muerte prematura un 10 por ciento menor que el resto. Los accidentes cerebrovasculares son una causa importante de mortalidad y morbilidad en todo el mundo, y su prevención es un componente clave en la promoción de la longevidad.