Karlos Arguiñano es uno de los cocineros más televisivos de nuestro país, ya que desde hace más de tres décadas hemos podido disfrutar con sus recetas. Su personalidad y humor le ha llevado a ganarse el favor de los espectadores, pero también sus numerosas recetas y trucos de cocina que ayudan tanto a los principiantes como a los más experimentados en la cocina.
Entre truco y truco, el cocinero vasco siempre aprovecha para hablar de otros asuntos, y en ocasiones lo hace para hablar de algunos secretos íntimos. Una de sus últimas revelaciones ha sido que le encanta merendar un bocadillo de sardinas, muy fácil de preparar y que además ayuda a bajar el colesterol.
Un pescado muy beneficioso para la salud
La sardina es un tipo de pescado pequeño, alargado y de color plateado que son muy populares en el terreno gastronómico por su excelente sabor, su textura jugosa y su gran valor nutricional. Entre sus principales propiedades nos encontramos con proteínas de alta calidad, vitaminas y minerales esenciales como el selenio, el fósforo y el calcio. Son, de hecho, un ingrediente utilizado habitualmente en platos como tostas, pastas y ensaladas.
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Al tratarse de un pescado azul, cuenta con un alto contenido en ácidos grasos Omega-3, específicamente ácido docosahexaenoico (DHA) y ácido eicosapentaenoico (EPA). Estos ácidos son altamente beneficiosos para la salud cardiovascular y cerebral, además de ayudar a la reducción de los niveles de colesterol malo (LDL). El consumo regular de estos se encuentra directamente relacionado con diferentes efectos positivos sobre el organismo, por lo que incluir sardinas en la dieta es una magnífica forma de promover la salud general.
Esta joya gastronómica es un alimento perfecto para consumir en invierno, siendo sus principales beneficios en esta época los siguientes:
- Cubre el déficit de vitamina D: comer pescado en general, sobre todo si es azul, permite disfrutar de un gran aporte de vitamina D, la cual acostumbra a ser deficitaria en los meses de invierno en nuestro país por la baja exposición a los rayos solares. La vitamina D es fundamental para distintas funciones de nuestro organismo, entre ellas su capacidad para fortalecer los huesos y evitar problemas de osteoporosis. Esta enfermedad está muy relacionada con la baja exposición solar, así como con el sedentarismo y las alimentaciones pobres en magnesio y calcio, unos factores que se dan en mayor medida en el invierno.
- Compensa el mayor sedentarismo: el sedentarismo es mayor durante los meses de invierno, una falta de ejercicio y movimiento que puede incrementar el colesterol malo (LDL). Al tener una gran riqueza en ácidos grasos Omega-3, las sardinas son un perfecto alimento con efecto protector cardiovascular, además de contribuir a prevenir el envejecimiento celular y las inflamaciones, reduciendo los accidentes cardiovasculares.
- Protege contra la pérdida de la densidad ósea: las sardinas son muy ricas en calcio, yodo, magnesio y potasio, un conjunto de minerales que juegan un papel clave a la hora de fijar el calcio al hueso, además de equilibrar las sales para poder mantener bajo control el sodio.
- Cuida de la salud del pelo y la vista: el aporte en hierro y zinc de la raspa de sardinas son muy beneficiosos para mantener el cabello, mejorando su estructura y haciendo que se vea fortalecido. Por su parte, el retinol que contiene este pescado azul favorece la salud visual, al igual que lo hace el aporte de las sardinas para la formación de la rodopsina, un pigmento que resulta fundamental para la retina, la capa sensible a través de la cual se pueden ver imágenes en el ojo.
Bocadillo de sardinas y tomate, ideal como merienda
El bocadillo de sardinas y tomate es una preparación ideal que sirve para tomar a media mañana o como merienda, tal y como ha recalcado el propio Karlos Arguiñano, que no ha desvelado cómo lo prepara.
En todo caso, si quieres disfrutar de este rico bocadillo, para su elaboración apenas necesitan un buen pan, una lata de sardinas en aceite de oliva, un tomate maduro, aceite de oliva virgen extra, tomillo y una pizca de sal.
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Una vez reunidos todos estos ingredientes, lo primero a hacer será preparar el tomate, para lo cual habrá que lavarlo, secarlo y cortarlo en rodajas finas. Luego les quitas las semillas y corta la pulpa en pequeños daditos, que introducirás en un bol. Échales un poco del aceite de oliva de la lata de las sardinas, una pizca de sal y remueve bien para que se integren todos los sabores. Si consideras que es poco aceite de oliva virgen extra, siempre puedes agregar un poco más para que así se adapte a tus gustos y preferencias.
Con el tomate ya listo, hay que cortar el pan a la mitad y untar los daditos de tomate aliñados en cada una de las mitades, cubriendo bien ambas. En este último paso, tendrás que proceder a colocar las sardinas de lata encima del tomate en una de las mitades, y si quieres darles un extra de sabor, podrás espolvorear un poco de tomillo. Ahora, tan solo tendrás que cerrar el bocadillo y disfrutar de una merienda llena de sabor y nutrientes.
Recuerda que los expertos en nutrición recomiendan la ingesta de tres o cuatro raciones semanales de pescado, de las cuales al menos dos de ellas deben ser de pescado azul.