“Se fríen una o dos cebollas en manteca de coco y se agregan 250 mililitros de agua. A continuación, se añade canela, pimienta y piñones, y se somete a ebullición, añadiendo posteriormente 100 gramos de arroz y 40 mm de sangre humana. El preparado se embute en piel artificial, llevándolo a cocinar durante 20 minutos”.
Esta receta de Raúl Escuín, procedente de una familia de carniceros y afincado en Alloza (Teruel), dio lugar hace cinco años a un proyecto titulado Tú y tu morcilla. Al interesado se le extraía su propia sangre para utilizarla como ingrediente principal de una morcilla que se dio en llamar “vegana”. Su idea fue recogida en medios nacionales e internacionales.
¿Puede llamarse “vegana”?
“El ser humano es un animal, pero al haber consentimiento, no hay abuso animal ni maltrato, por lo que el producto sí que sería vegano”, argumentaba el autor de esta extravagante propuesta.
¿Es correcta su afirmación? El veganismo, de acuerdo con la definición de la Sociedad Vegana de Reino Unido, es una forma de vida que busca excluir, en la medida de lo posible y practicable, toda forma de explotación y crueldad hacia los animales para alimentación, vestimenta o cualquier otro propósito. Por lo tanto, desde ese punto de vista, sí: sería correcto considerarla como un alimento vegano.
Bajo esta premisa sería posible entonces preparar morcillas con sangre de un cerdo vivo que no sufriera. Así procedió el artista John O’Shea dentro de un proyecto titulado Black Market Pudding, evitando el acto del sacrificio. Aunque, según el autor, su planteamiento “coloca en la posición de que el consumidor actúe más como un parásito que como un carnívoro tradicional. Esto abre la necesidad de debates sobre los derechos de los animales y la ética de la industria cárnica”.
Otros intentos
La morcilla vegana de Alloza tenía precedentes. En 2003, un grupo artístico llamado ENEMA preparó salchichas a la manera tradicional cubana, pero con sangre donada por varios miembros del colectivo. Lo presentaron en la VIII Bienal de La Habana, dentro de la exposición Arte y Vida.
Y hay documentado otro caso, que ocurrió en 2007 en la base aérea de Fürstenfeldbruck, cerca de Múnich. Dos soldados elaboraron con su sangre salchichas Bratwurst añadiendo cebolla, tocino, especias y pan rallado. Cuando otro de los soldados informó al oficial superior de que estaban solicitando sangre de sus compañeros y sus familiares para seguir elaborando esta especialidad, fueron suspendidos de sus puestos.
Sin embargo, el precursor de esta “corriente” gastronómica fue Michel Journiac. En 1969, durante su actuación Messe pour un corps (Misa para un cuerpo) en la Galería Templon de París, este artista francés presentó al público una salchicha cocinada con su propia sangre.
Una de las imágenes más destacadas de esta performance fue publicada en la revista arTitudes en 1974. En la fotografía se puede ver al artista recostado con un torniquete en su antebrazo, mientras una persona anónima le extrae el ingrediente básico de la salchicha con una jeringa.
Dudas legales en Países Bajos
Más recientemente, en 2018, la periodista holandesa Gwen van der Zwan también usó su propia sangre como ingrediente culinario, pero le asaltaron dudas legales. Consultó al abogado penalista Tom Gijsberts y éste indicó que nunca se había producido un caso comparable en los Países Bajos. “Aunque no encuentro ninguna disposición legal que prohíba utilizar su propia sangre en una salchicha, lo desaconsejo expresamente debido a la falta de claridad en la normativa sobre este punto y las posibles consecuencias, penales o no”, aclaró el experto.
La periodista, sin embargo, siguió adelante con su propósito y se topó con un problema adicional: encontrar a alguien que le extrajera la sangre. Para ello recurrió a la aplicación de citas Inner Circle, buscando algún médico dispuesto a sacarle un poco de sangre en su primer encuentro. Ante la insistencia de su abogado, quien le advertía de que podía estar incurriendo en un delito, visualizó varios vídeos para aprender a hacerlo por su cuenta.
Tras la extracción, una amiga surinamesa le ayudó a preparar una morcilla de Surinam con masa de lentejas, puré de tomate, salsa de soja y especias. Como sobraba bastante, ambas tuvieron la idea de dar los restos a los pájaros del Westerpark, en Ámsterdad. De nuevo, el abogado les avisó de que su conducta podría ser constitutiva de maltratato animal, de acuerdo con el artículo 2.1 de la Ley sobre Animales de su país.
¿Es peligrosa?
El abogado consultado por Gwen van der Zwan también se aventuró a opinar que el consumo de morcilla humana probablemente no fuera perjudicial para la salud, siempre y cuando no contuviera virus. Sin embargo, esto es muy cuestionable, porque pueden albergar priones (agentes de la enfermedad de Creutzfeldt-Jakob), micotoxinas o microplásticos, entre otras sustancias nocivas.
Si a esto sumamos que estamos ante un caso en el límite de la legalidad alimentaria, posiblemente no sea buena idea preparar ni degustar una de esas “morcillas veganas”. Yo, desde luego, no tengo interés en probarlas.
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** Este artículo se publicó originalmente en The Conversation.