Las conocidas como "zonas azules" son los cinco enclaves del planeta cuya esperanza de vida supera todas las expectativas en comparación con sus vecinos más próximos. Son los focos de la longevidad del planeta y destacan por ser zonas rurales, de cultura tradicional y relativamente aislada: Okinawa, Ikaria, Costa Rica, California y Cerdeña son las cinco zonas conocidas por su alta densidad en centenarios. Hoy nos centraremos en la más próxima a España.
La isla de Cerdeña se encuentra a apenas 600 km en línea recta desde Barcelona, y también es accesible mediante los ferrys mediterráneos. Sus habitantes comparten muchas características de estilo de vida con las otras zonas azules estudiadas, pero algunos componentes de su dieta son dignos de estudio.
Qué alimentos consumen en Cerdeña
Como sucede en otros enclaves de centenarios, en Cerdeña consumen carne con moderación, y gran parte de su comida procede de cultivos locales, libre de pesticidas y otros posibles contaminantes. Además, su alimentación se caracteriza por su riqueza en verduras, ensaladas, legumbres, hinojo y tomates. Por otro lado, los lácteos de cabra y oveja también son muy característicos de la isla italiana, junto al conocido vino tinto sardo, cuyos niveles de polifenoles destacan sobre el resto de vinos.
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Recordemos que los polifenoles son moléculas con poder antioxidante, aunque el vino también contiene alcohol, y su consumo debe ser moderado. Paradójicamente, en todas las zonas azules parecen consumir cierto nivel de alcohol en forma de vino, aunque la OMS ha sugerido recientemente que ninguna cantidad de bebidas alcohólicas serían recomendable.
Finalmente, como consumo diario, los sardos suelen beber el té de cardo mariano y acompañan sus comidas con un característico pan plano conocido como "carta di musica", elaborado con triticum integral rico en proteínas y bajo en gluten, el ingrediente principal de la pasta italiana.
Cultivos de proximidad
Otra de las características de la dieta sarda también se repite en enclaves isleños como Okinawa o Icaria: consumir alimentos de proximidad, a poder ser cultivados por ellos mismos. En este caso, su alimentación es rica en espárragos trigueros, verduras silvestres, bayas y setas.
Muchos de ellos poseen jardines, donde cultivan lechuga, tomates, albahaca, perejil y calabaza, entre otros muchos ejemplos. Este modelo sería extrapolable a otras poblaciones, incluso en macetas si no poseemos una pequeña parcela de jardín. Idealmente, en zonas rurales, dado que los conocidos como huertos urbanos no suelen ser una opción tan idónea.
Comidas caseras y movimiento continuo
La población sarda es amante de la cocina, como ocurre con las poblaciones de las zonas azules en general. Y no es casualidad, dado que no son pocos los estudios que sugieren que consumir comida casera, y saber cocinar, mejora tanto la calidad como la cantidad de vida. Incluso preparar comidas para toda la semana durante el fin de semana previo es mejor opción que comer fuera continuamente. Si bien es cierto que cocinar puede considerarse una tarea ardua, es mejor adaptarse y aceptar el proceso, e ir mejorándolo con el tiempo. A largo plazo, valdrá la pena.
Así mismo, los sardos son una población significativamente activa: cuidan a sus ovejas, ordeñan a sus cabras, buscan verduras silvestres, cocinan, limpian y cultivan su jardín. Es obvio que no todo el mundo puede disponer de un rebaño al que cuidar, ni zonas silvestres en las que aventurarse, pero cualquier forma de actividad física es saludable a largo plazo. Incorporar más movimiento, por poco que sea, puede ayudarnos a alargar la vida.